El regreso

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UN AÑO DESPUÉS

Hoy va a ser un día de emociones intensas, regreso a la que fue mi casa durante 3 meses. Me parece increíble que vaya a visitar a los concursantes de esta nueva edición para explicarles mi experiencia. Es una sensación rara, hace nada estaba yo viviendo en la academia y a la vez han pasado un montón de cosas en este tiempo.

Un coche de producción nos ha recogido a Alba y a mí en el aeropuerto y estamos ya de camino a Terrassa. La pobre se ha dormido a los 5 minutos, lleva dos conciertos esta semana y está exhausta. Aún así ha querido acompañarme, ya que a ella también le hace mucha ilusión volver a la academia. La rodeo con mi brazo y acomodo su cabeza sobre mi pecho para que esté lo más confortable posible. No le vendrá mal descansar, aunque solo sea los cuarenta minutos que dura el viaje en coche.

Tengo mogollón de ganas de ver a Noemí, hablamos con frecuencia por teléfono, pero hace mucho que no nos hemos podido dar un abrazo. Le debo tanto a esta mujer.

No mentía cuando nos dijo que nos quería como si fuéramos sus hijos, me lo demostró de sobras el día después de que Alba y yo nos enrolláramos en el box del piano.

Ese día en cuanto vi a Adrià le pedí hablar con Noemí en privado. A los 10 minutos me encontraba en su despacho, igual de nerviosa que la primera vez pero sin tener a Alba para cogerme de la mano. En esos momentos era muy consciente de que las cámaras y los micrófonos seguían funcionando después del cierre del directo. Todo lo consciente que no había sido 10 horas antes, llamémoslo efecto burbuja.

Le expliqué que sabía que con lo que había firmado en el contrato para entrar en OT no tenía ningún derecho a pedir que no saliera a la luz ese momento, y más aún siendo algo que podría ser un bombazo a nivel de publicidad para el programa y audiencia, pero exponerlo haría daño a mucha gente. Alba ya se había rayado bastante con los "ohhhh" del público de plató tras decir que conmigo todo era más fácil. Mikel, que no creía que hubiera hecho pública nuestra ruptura con lo reservado que es, tendría que aguantar ser el cornudo del año y, para qué engañarnos, yo tampoco quería quedar como la que traicionaba a su novio a la primera de cambio delante de toda España. Noemí me tranquilizó y me dijo que no me preocupara, que una madre estaba para cuidar a sus hijos y que no iba a dejar que nos hicieran daño sacando eso. Me abrazó antes de irme y añadió que las madres no son tontas y que ella ya sabía, desde los castings, que entre Alba y yo había algo especial.

En eso llevaba toda la razón, teníamos algo especial, pero nos costó ponerle la etiqueta correcta. Es curioso cómo Alba y yo podíamos conocernos tanto y, a la vez, estar tan equivocadas. Yo pensando que ella solo era una amiga cariñosa sin tabúes corporales, y ella que yo rechazaba el contacto para no confundirla con que podía haber algo más entre nosotras.

Me viene a la cabeza el recuerdo de cuando les dijimos a nuestros compañeros que estábamos juntas. Fue en la habitación, el lugar donde podíamos disfrutar de la intimidad que no teníamos de puerta amarilla hacia fuera. Marta y Julia se pusieron a chillar como locas, se abrazaron e incluso hubo alguna lágrima. Nos extrañó un poco lo desmesurado de la reacción, pero cuando nos contaron lo que había pasado todo cobró sentido. Habían visto muy evidente que Alba y yo estábamos enamoradas pero no acabábamos de dar el paso de decírnoslo, así que se propusieron darnos un empujón. Como el que me dio Julia en la clase de Magalí para ponerse con Alba. Lo que la odié esa mañana y la pobre solo estaba intentando ayudarme poniéndome celosa. Y el beso del chat, madre mía, eso fue una entrega total al plan por su parte. Las dos lo estaban pasando fatal pensando que lo único que habían conseguido entrometiéndose entre nosotras era arruinar por completo la relación.

Marta, el cerebro de la trama, fue nombrada esa noche capitana oficial del ship y Julia, jefa de máquinas. Tanta ilusión le hizo a la malagueña el cargo que aún hoy nos referimos a ella como "capi". Como responsable del barco su trabajo no acabó cuando Alba y yo reconocimos que nos amábamos. Esa fue solo la primera fase. Cuando les pedimos a todos que no dijeran nada porque de momento queríamos que lo nuestro fuese privado empezó la segunda. Con su "por una vez he tenido muchísimas ganas de darte un beso en la boca" abrió la veda de los picos, así si alguna vez se nos escapaba a Alba o a mí uno podríamos disimularlo como un beso más entre colegas.

Perfect // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora