Noches de ibuprofeno

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Visto como transcurre el domingo queda claro que como estratega no tengo ningún futuro. Ayer me propongo limitar el contacto físico con Alba y hoy estamos como si tuviéramos la necesidad de recuperar todos los mimos que no nos dimos.

En la merienda la noto más seria, apenas habla y solo se toma un yogur.

- ¿Estás bien? – le pregunto.

- No mucho. Me duele la tripa, me ha venido la regla hoy – me responde apesadumbrada.

- ¿Te has tomado algo?

- No, pero si no se me pasa en un rato le pediré un ibuprofeno a Tamara.

Por la cara que tiene durante el ensayo de la grupal sigue con dolor. Me gustaría poder reconfortarla con un abrazo, pero estoy al otro lado del piano, así que solo puedo animarla con la mirada. Cuando Manu da por terminado el ensayo no tardo ni un segundo en levantarme para ir donde Alba, que continúa sentada en su taburete. Me acerco por detrás y le doy una sucesión de besos en el cuello mientras le acaricio la tripa con las dos manos. Ladea un poco la cabeza para dejar más piel a mi merced y levanta su mano derecha para acariciar mi nuca. Apoyo mi barbilla en su hombro y nos quedamos un rato en esta posición.

- ¿Vas a pedir el calmante mientras yo pongo la mesa? – le propongo.

- Vale, gracias – responde mientras coge una de mis manos y le da un beso en el dorso.

La cena es animada, como casi siempre, pero Alba no presta mucha atención a las anécdotas que se cuentan. Solo se toma un bol de sopa, así que por primera vez desde que entramos en la academia es la que antes acaba de cenar. Se recuesta sobre mi lado derecho y yo la rodeo con mi brazo, acariciándola suavemente con mi pulgar. Iba a tomarme una mandarina como postre, pero no puedo quitarle la piel con una sola mano, así que la dejo. Prioridades.

- Voy a echarme un rato en el sofá hasta que abran la habitación, a ver si me hace efecto pronto la pastilla – me dice mientras se separa de mí para levantarse.

- Recojo yo nuestros platos y voy a hacerte compañía, ¿vale?

Me mira, asiente con la cabeza y sonríe. Es la primera vez que la veo hacerlo en toda la tarde.

Tras acabar mi tarea voy al sofá y me la encuentro tumbada de lado hecha una bolita. Le pongo una manta por encima y me siento a su lado, indicándole para que apoye la cabeza en mi regazo. Le acaricio el pelo y veo que cierra los ojos y se acomoda más sobre mí.

- ¿Cómo vas de dolor? – le pregunto.

- A tope, aún no me ha hecho efecto.

Meto mi mano izquierda por debajo de la manta y comienzo a darle un suave masaje por la tripa. Al poco tiempo ella me coge la mano y yo freno en seco, por un segundo pienso que la estoy molestando. Todo lo contrario, pone mi mano por debajo de su camiseta, así que puedo proseguir el masaje sin ninguna barrera entre nuestras pieles.

El resto de compañeros debe haber acabado de cenar, porque ya no se oye tan fuerte el murmullo de las conversaciones y varios pasan hacia la sala de ensayos. María y Famous lo hacen sin detenerse, pero Marta se nos queda mirando sin decir nada, sonríe y sigue su camino. No es la primera vez que hace algo así, ¿qué se imaginará? ¿soy tan obvia con mi encoñamiento por Alba?

Por fin llegan las diez y media. Alba hace unos 20 minutos que se ha dormido, el ibuprofeno ha debido ser efectivo. Me sabe mal despertarla ahora que está descansando tan plácidamente, con lo mal que lo ha tenido que pasar la pobre, pero dejarla en el sofá no es una opción, no quiero otra bronca de Noemí. Tampoco niego que no me disgustaría nada seguir así, con ella dormida en mi regazo y yo acariciando su abdomen. La suavidad de su piel es adictiva. Me levanto del sofá con mucho cuidado, sujetando su cabeza y dejándola con suavidad sobre una almohada. Me quedo contemplándola durante unos segundos sin saber qué hacer. Finalmente me decido por llevarla a la cama. Total, no debe pesar mucho y gracias a Gotzon y Magalí me estoy poniendo fuerte.

Consigo levantarla con cierta facilidad y sin despertarla. Voy andando hacia el dormitorio y me cruzo con Sabela en el pasillo de las duchas. Se hace a un lado y mira a Alba con ternura.

- Se ha quedado frita con el ibuprofeno – le explico innecesariamente.

- Pobriña, tenía mala cara hoy – dice y retoma su camino hacia la cocina.

Entro en la habitación y ahora viene lo complicado: dejarla en su cama. Lo hago con la mayor delicadeza posible, pero mi altura no ayuda en nada y al tener que inclinarme tanto noto un latigazo en la espalda que me hace dar un respingo. Alba se despierta y está un poco desorientada.

- ¿Qué hora es? – me pregunta.

- Diez y media pasadas. Te has quedado dormida en el sofá.

- ¿Y cómo he llegado hasta aquí?

- Te he traído yo – le respondo.

- ¿Rollo "Oficial y caballero"? – me pregunta sonriendo.

- Sí, no quería despertarte ahora que estabas descansando- digo sin poder evitar sonrojarme.

- Eres un sol – afirma mientras extiende sus brazos hacia mí.

Nos abrazamos y me da un beso, justo en la comisura de la boca. Eso hace que aún me ponga más roja y noto cómo el corazón me salta en el pecho.

¿Se puede infartar alguien con 19 años?



Agradecería mucho vuestros comentarios, me vendría genial algo de feedback (bueno y malo!) para seguir con la historia. Gracias!

Perfect // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora