Noche

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Por fin me meto en la cama. Entre lo poco que dormí ayer y el dolor de espalda que he ido arrastrando todo el día estoy reventadísima. Veo que Alba se acerca sonriente a mi cama.

- Vengo a cumplir mi promesa. No he encontrado aceite, pero creo que esto servirá –dice mientras me enseña un bote de crema hidratante.

- No hace falta, en serio – le respondo. La verdad es que no me iría nada mal, pero pienso en Alba dándome un masaje y empiezo a ponerme nerviosa.

- ¡Anda qué no! Tú me cuidas, yo te cuido, es lo justo – contesta mientras retira la colcha y las sábanas hacia los pies de la cama y se sienta en el borde. – Ponte boca abajo – me ordena.

Viendo la determinación que tiene no me queda otra que obedecer.

- Mejor quítate la camiseta, no quiero pringarla de crema y así también puedo masajearte bien hombros y cuello.

Si pretende que me infarte hoy, va por muy buen camino. Intento calmarme diciéndome para mí misma que es un simple masaje, que no lo saque de contexto. ¡Joder, si esta mañana me he quedado en bolas delante de ella y no me he puesto así de nerviosa! También es verdad que esta mañana no la tenía a 5 centímetros ni había previsión de que fuera a recorrerme medio cuerpo con sus manos.

- Chicos, apago ya la luz – dice Famous. Es el encargado de hacerlo, cuando no se queda dormido antes, ya que el interruptor está justo al lado de su cama.

Agradezco la oscuridad, así evito que Alba vea el nerviosismo reflejado en mi cara. Me quito la parte de arriba del pijama y me quedo quieta tumbada. Mientras, ella se ha echado crema en las manos y la frota un poco para que no esté tan fría. Aún así, cuando sus manos contactan con mi espalda no puedo evitar estremecerme aunque, a decir verdad, no creo que sea solo por la temperatura. Poco a poco va esparciendo la crema por mi piel, con mucho mimo.

- Espera, que así estoy muy incómoda – dice mientras se levanta y se sienta a horcajadas sobre mi culo.

Definitivamente esta mujer se ha propuesto acabar conmigo hoy. Consigo ir relajándome con el masaje después del shock inicial. Va presionando diferentes zonas de mi espalda con más o menos fuerza, según nota las contracturas y empiezo a estar en la gloria. Finalmente dejo a un lado la vergüenza y los nervios y disfruto del masaje. ¡Qué falta me hacía! Apoya los pulgares a ambos lados de mis vértebras en la zona baja de la espalda y los va deslizando hacia arriba con una presión constante. Cuando llega a mi nuca consigue que se me erice la piel.

- Te estoy amando tanto ahora mismo – le confieso.

Se le escapa una risita. Sigue con el masaje un rato, bajando la presión de forma paulatina hasta convertirlo en caricias suaves por toda mi espalda. Me he quedado súper relajada, casi en trance. De repente, noto que su cuerpo se inclina un poco sobre el mío y pone fin al masaje con un beso en mi hombro derecho. Otra vez se me eriza la piel.

- Nat, ¿te has dormido? – susurra.

- No, pero casi. Joder, qué manos tienes – le contesto también en un susurro.

- No eres la primera chica que me lo dice – bromea.

Mi respuesta a semejante insinuación es estirar los brazos hacia atrás y hacerle cosquillas.

- ¡Para! – me pide mientras se levanta de mis posaderas.

Tras ponerme la camiseta me giro boca arriba y separo mi brazo izquierdo para que pueda recostarse a mi lado. Nos quedamos un rato así, con su cabeza apoyada en mi pecho, sin decirnos nada. Los demás deben estar ya dormidos, porque el silencio es absoluto. No sé muy bien cómo, pero noto que quiere decir algo. Sé que es mejor no preguntarle nada y darle tiempo para que diga lo que sea libremente. De otra forma se atosiga y se cierra en banda.

- Quiero darte las gracias por lo de ayer otra vez – me dice un poco emocionada.

- No hace falta, tú hubieras hecho lo mismo por mí – le contesto.

- Ya, pero aún así… Hay poca gente que me aguante cuando estoy tan rayada.

- Tú me cuidas, yo te cuido, ¿no? – digo dándole un beso en la sien.

Pasamos otro rato en silencio hasta que ella lo rompe.

- Es que se me juntó un poco todo. Que yo el ser un poco neuras lo traigo de serie, pero echo mucho de menos a mi familia, la presión de estar aquí encerrada, de querer aprovechar al máximo el tiempo para aprender de todo, algo de solfeo, a componer mejor, la presión de sentir… bueno, eso, que se me juntó todo – me explica.

Me muero por preguntarle a qué se refiere con lo de sentir, pero si ha dejado la frase a medias es por algo. No quiero presionarla.

- No pasa nada, estamos en una situación que nos está llevando a todos al límite – le respondo.

- Igual te parece raro, pero también echo muchísimo de menos a mi gata.

- Eso lo veo de lo más normal, si es que los animales son parte de la familia – digo mientras acaricio su espalda con mi mano derecha.

- Tengo una conexión especial con ella, me ayuda un montón con la ansiedad. Cuando nota que estoy en mi cama rayada se tumba sobre mi pecho y empieza a ronronear. Y hasta que no estoy mejor no se levanta, aunque necesite dos horas.

- Lo de ronronear lo llevo fatal, pero puedo intentar hacer de gatita cuando lo necesites – digo mientras froto mi mejilla contra su cabeza.

Se le escapa otra risita. ¿Se puede hacer una adicta a un sonido? Porque creo que yo estoy cerca de serlo.

- Tú, ¿gatita? Si eres más como una pantera – me dice con burla - no te hace falta convertirte en nada, ya tienes algo que me calma- continúa ahora con tono serio.

- ¿El qué? – le pregunto intrigada.

- Estar así tumbada contigo y oyendo el latido de tu corazón me reconforta un montón, me siento protegida.

Noto cómo se me acelera el pulso, así que ella también lo habrá notado, pero no dice nada. Me encantaría que el tiempo se parara ahora mismo, para siempre. Soy feliz con ella entre mis brazos, sabiendo que se siente protegida así. ¿He sido alguna vez tan feliz como ahora? Lo pienso durante unos segundos y la respuesta es no. Eso me recuerda que tengo pendiente la aclaración sobre Mikel, pero obviamente ahora no es el mejor momento. Mañana sin falta se lo cuento, me prometo a mí misma. La respiración de Alba ha pasado a ser completamente regular, y su cuerpo un agradable peso muerto sobre el mío. Se ha quedado dormida. Le doy un beso de buenas noches en la cabeza y cierro los ojos. Trato de memorizar esta sensación. Si no puedo volver a tenerla, por lo menos quiero conservar el recuerdo lo más nítido posible.

Agradecería mucho vuestros comentarios. ¿Cosas que os gusten / no os gusten?

Perfect // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora