Mañana

7.3K 327 24
                                        

Me despierto en el sofá con el maldito canon de Pachelbel. Alba no está a mi lado, pero aún noto el calor en el cojín, así que no puede hacer mucho rato que se ha ido. Me dirijo hacia la zona de los lavabos para asearme. Allí me la encuentro mirándose en el espejo con gesto de desesperación. Mientras Sabela y Julia están lavándose la cara y los dientes respectivamente.

- Mira qué pelo llevo, parece que tenga una madriguera en la cabeza. ¿Qué hago con esto, Mari? – me dice algo alterada.

Acostarse con el pelo mojado tiene sus efectos secundarios. Dormir en el sofá también, tengo la espalda tan dolorida como si me hubieran dado una paliza. Me acerco por detrás y rodeo su cuello con mi brazo derecho. Tapo disimuladamente su micro con la mano y, aprovechando que aún no me he puesto el mío, le susurro «you are still perfect to me» y le doy un beso detrás de la oreja. Miro su reflejo en el espejo y veo tiene una sonrisa genuina, de esas en las que los ojos también transmiten felicidad. Tengo una sensación de subidón, ojalá pudiera hacerla sonreír así todos los días.

La clase de fitness está acabando con mi espalda, pero de todos modos intento hacer los ejercicios como los demás. De vez en cuando noto que Alba me mira preocupada, así que asumo que no debo estar disimulando demasiado bien. Aprovecha que hay que hacer un ejercicio por parejas para ponerse conmigo y preguntarme qué me pasa.

- Me duele un poco la espalda, pero no es nada - le respondo.

- La culpa es mía por hacerte dormir en el sofá. Prometo que te voy a compensar – me asegura.

El resto de la clase discurre sin nada más reseñable. Me alegro de que esta semana tenga una canción sin coreografía, con esta hora de ejercicio tengo suficiente para todo el día.

Durante el desayuno noto que los demás nos miran a Alba y a mí, cuchichean entre ellos y se ríen. Intento no hacerles caso y tomarme el café y las tostadas tranquilamente. Con lo poco que he dormido no estoy de humor para aguantar la chorrada de turno que se lleven entre manos.

Finalmente María, no podía ser otra persona, hace de portavoz.

- Chicas, os hemos echado en falta esta mañana… - dice con cierta socarronería.

- Hemos dormido en el sofá – responde Alba de forma inocente.

- Que si necesitáis intimidad nosotros lo entendemos, ¿eh? Nos os lo vais a montar con nosotros delante. Nos lo decís y os dejamos un rato la habitación para vosotras solas.

Todos asienten y nos miran con complicidad. Me atraganto con la tostada y empiezo a toser. Internamente doy las gracias, porque así mi cara roja parece que es por el ahogo y no porque estoy muerta de vergüenza.

- ¡Pero que Natalia tiene novio! – exclama Alba – Ya que tanto os interesa, hemos dormido en el sofá porque anoche tuve un ataque de ansiedad del quince y Natalia estuvo ahí apoyándome – Se le nota enfadada. Recoge su taza y su plato y se levanta para dejarlos en el lavavajillas.

Antes de que alguien pueda decir nada más aparece Noemí.

- Natalia, Alba, a las dos menos cuarto os espero en recepción. Tenemos que hablar – se marcha inmediatamente, sin esperar respuesta por nuestra parte.

Nos miramos las dos con preocupación, parece que nos hemos metido en un lío.

Aprovecho que aún quedan veinte minutos para que empiecen las clases del día y voy a darme una ducha rápida. Me quito la ropa en la habitación y voy directamente envuelta con la toalla y con la ropa limpia que me pondré después en la mano. Entro en la zona de duchas y me encuentro a Marta dentro de una de ellas y a Alba acabando de vestirse. Noto que se pone nerviosa, parece que está recordando la situación de anoche y que le entra la vergüenza de nuevo. No deja de mirar al suelo mientras intenta abrocharse los pantalones con manos temblorosas. Realmente no nos conocemos desde hace mucho, pero con la conexión que tenemos sé que está a punto de agobiarse y meterse en bucle. Quiero evitarlo como sea, así que hago lo primero que se me ocurre.

- Alba, Alba, ¡boom! – le digo mientras suelto la toalla y la dejo caer al suelo – ya estamos empatadas.

Abre los ojos como platos y empieza a descojonarse.

- Estás como una cabra – me dice entre carcajadas.

Recojo la toalla, la dejo en la percha y me meto en la ducha con una sonrisa por haber conseguido mi objetivo.

………………………..

Acudimos las dos puntuales a recepción. Noemí está hablando con Adrià sobre algún cambio de horario de las clases de mañana.

- Hola chicas, acompañadme por aquí – nos dice.

Nos lleva por una zona de la academia en la que nunca hemos estado, parece que es donde tienen los despachos. Entramos en uno de ellos y nos pide que nos sentemos. Ella lo hace en una silla al otro lado de la mesa. Se nos queda mirando durante unos largos segundos sin decir nada.

Soy consciente de que quedándonos fuera de la habitación la habíamos liado, pero no imaginaba que tanto. Pongo mi mano sobre la rodilla de Alba, ella entrelaza sus dedos con los míos y me da un suave apretón como señal de apoyo.

- Imagino que sabéis por qué estamos aquí. Quería hablar con vosotras en privado de lo de anoche, ya que no incumbe a nadie más.

Nosotras asentimos y dejamos que siga.

- ¡Qué cara de susto lleváis! Tranquilizaos que no voy a azotaros – bromea - Entiendo que sois jóvenes, que lleváis mucho tiempo encerradas y que tenéis necesidades como cualquier persona, pero lo de ayer no se puede volver a repetir.

Asentimos de nuevo. No sé que caras debemos estar poniendo, pero Noemí se nos queda mirando y relaja su rostro. Ahora nos mira con algo de ternura.

- No me malentendáis, no me refiero a lo de las duchas. Yo también he tenido 20 años y me lo montaba donde podía. Cuando uno no puede tener toda la intimidad que necesita con la persona que quiere hace lo que puede, pero no os podéis quedar a dormir fuera de la habitación.

Nos soltamos instintivamente de las manos. No me atrevo a mirar a Alba, pero yo noto como me voy poniendo roja.

- Que nosotras somos amigas – dice ella.

- Amigas, amigas, amigas – confirmo yo.

- Ayer tuve un ataque de ansiedad y Natalia estuvo tranquilizándome en las duchas – explica Alba.

El cambio de expresión en la cara de Noemí resulta hasta cómico.

- ¡Ah! – dice con sorpresa – Pues he metido la pata hasta el fondo asumiendo eso, lo siento, chicas. Eso sí, lo de dormir fuera de la habitación que no se vuelva a repetir, por favor.

Ambas prometemos que no ocurrirá de nuevo.

- ¿Cómo estás hoy, Alba? – pregunta ahora con algo de preocupación.

- Bien, hoy me he levantado mejor. Ayer, que se me juntó un poco todo y me agobié.

- Si en algún momento necesitas hablar con la psicóloga solo tienes que pedirlo, no es algo exclusivo de los domingos, ¿vale?

- Gracias

- Bueno, marchaos a comer ya que a las tres y media tenéis visita.

Mientas andamos de vuelta Alba comenta:

- ¡Qué fuerte! Pensaba que nos habíamos estado enrollando en las duchas, ¡si tú tienes novio!

- Ya ves – le respondo. Me quedo pensativa. Otra vez con lo de que tengo novio. Le doy vueltas en mi cabeza una y otra vez. Esta noche tengo que hablar con ella y aclararlo.

Agradecería mucho vuestros comentarios. ¿Cosas que os gusten / no os gusten?

Perfect // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora