6

86 17 0
                                    

*****Jordan*****

El sentimiento y coraje inundaron mi cuerpo, sentir a Nadia temblar entre mis brazos hizo que la brecha de mi corazón se abriera un poco más.

El deseo de venganza recorría mis venas y quemaba, quería asesinar al tío de Nadia, y sé que debía controlar esos sentimientos por que podía perder el control.

—Jamás le he dicho esto a nadie —su voz temblorosa me distrajo de mis pensamientos—. Gracias por no irte, por seguir aquí evitando que me rompa aún más.

—No voy a dejarte sola Nadia —sabía que estaba prometiendo algo que tal vez no podría cumplir, y el peso de mis palabras se fue asentando sobre los hombros—. Yo voy a protegerte.

"Incluso de mí mismo"

Después de estar juntos toda la tarde decidí que acompañaría a Nadia a su casa, quería pasar el mayor tiempo posible con ella, caminamos hasta una parada de autobús y subimos en el transporte cuando llegó.

Observaba a Nadia mirar por la ventana, sus mejillas estaban sonrojadas al igual que sus ojos y sujetaba mi mano con fuerza.

No la solté ni un segundo, sólo hasta que quedamos frente a la puerta de su casa, estaba hecha de madera y tenía una ventana de cristal en forma de flor.

La abracé y besé su frente con ternura.

—Te veo mañana —no quería dejarla ir aún, quería sentir su respiración sobre mi pecho unos momentos más.

Hasta que la puerta de su casa se abrió de repente y nos hizo separarnos de golpe.

Un hombre alto, moreno y gordo se dejó ver en el marco de la puerta, me miró de pies a cabeza y yo le sostuve la mirada.

"Con que es este hijo de puta" la voz de John se hizo sonar dentro de mi cabeza y apreté mis puños.

"Vamos a acabar con el" afirmó Jason y tensé la mandíbula mientras. Sonreía hacia mis adentros.

Nadia solo me miró con los ojos cristalinos y esbozó un débil, "te veo mañana" y la puerta fue azotada después de que ella se perdiera de mi vista.

Caminé hacia la esquina y sentía mis piernas pesadas, la furia me impedía respirar con normalidad.

Fui a casa corriendo, subiendo las escaleras y me encerré en mi habitación, fui directo a mi cuarto de baño, abrí mi pequeño mueble debajo del lavado y saqué mi navaja, "la navaja favorita de Jason"

Me miré al espejo y en vez de desconocerme era como si me volviera a reencontrar, como si fuese yo mismo, como si siempre hubiese estado oculto, "controlándome".

Fui a mi habitación y tomé una sudadera gris.

"Toma la de color negro", la voz de Jason me causó un escalofrío y dejé la sudadera gris a un lado para tomar la de color negro.

Respiré con fuerza y cerré los ojos tratando de tranquilizarme, me armé de valor y volví a salir de casa, para encaminarme de vuelta a la casa de Nadia.

El silencio me rodeaba y la oscuridad de la noche se hizo presente mientras caminaba, hasta que quedé frente a mi destino, caminé hacia unos árboles de enfrente y esperé.

Había dos luces encendidas, suponía que eran las habitaciones de Nadia y de su hermana, hasta que la puerta de la casa de Nadia se abrió de golpe, era él.

Se balanceaba de un lado a otro mientras trataba de caminar, eso me hacía saber que estaba borracho, me hacía saber que probablemente le había hecho daño a Nadia de nuevo.

Apreté la navaja en mi puño cerrado dentro de mi sudadera y me dispuse a caminar detrás de él, me puse la capucha y noté que se dirigía al bar que estaba a un par de calles más.

Quería apuñalarlo, pero no pude, la cobardía inundó mis sentimientos y me detuve.

—No puedo hacerlo —murmuré y una punzada dentro de mi estómago me erizó los vellos del cuerpo.

"Si puedes" la voz de Jason retumbó dentro de mi cabeza y mi visión comenzó a hacerse borrosa.

—No lo hagas Jason —a penas pude pronunciar, mi cerebro estaba a punto de desconectarse.

"A eso vinimos" fue lo último que le escuché decir antes de perderme en el abismo.

***

Desperté en mi cama con dolor de cabeza, me dolían las piernas y como pude me levanté, tallé mis ojos y me dispuse a ir al cuarto de baño.

Abrí la llave del agua y comencé a quitarme la ropa sucia.

El agua caliente caía en mi piel manchada, trataba de limpiar la sangre seca de mis brazos y cara, volteé a mirar la ropa que dejé tirada en el suelo y me di cuenta que tenía más sangre de lo que me imaginé.

Trataba de recordar lo que había hecho a noche pero solo veía sombras, recuerdo a alguien gritando, mientras estaba siendo apuñalado por mí, por Jason.

Limpio el resto de sangre de mi rostro y comienzo a tallar mi cuerpo con una esponja llena de jabón.

Cuando termino de asearme recojo la ropa manchada y la meto en una bolsa negra de plástico, limpio mi navaja y la pongo en el lugar de donde la tomé.

Tomo mi mochila y mi teléfono celular y me dispongo a salir de mi casa.

Ignoro a mi madre llamándome para desayunar, ya comeré algo en la cafetería de la escuela.

No puedo mirarla a los ojos, ella sabrá que hice algo malo, y a ella no le puedo mentir, me siento más tranquilo a pesar de que llevo dos víctimas sobre mis hombros, el tío de Nadia y una chica a la que ni siquiera le conozco el rostro.

Mientras camino me llegan flashes de lo que pasó, yo con mis propias manos degollando al tío de Nadia, y apuñalándolo dios sabes cuántas veces, pero no puedo sentirme culpable, en el fondo sé que esta mal hacer justicia por propia mano, pero ésta vez hice lo correcto, de todos modos ya estaba jodido.

Llego al colegio y busco la silueta de Nadia con la mirada, pero no está, no se presentó hoy a clases.

Trato de sobrevivir al día escolar lo más normal posible pero verme a mi manchado de sangre cada vez que cierro los ojos está matándome, y ver a las personas hablar por lo bajo detrás de mis espaldas aumenta mis nervios.

Recuerdo quemar la cartera del tío de Nadia junto con la ropa manchada de su sangre en un callejón al que nadie pasa durante las mañanas, nadie me miró ni se dio cuenta de lo que acababa de hacer.

"Hicimos lo correcto" la voz de John tratando de reconfortarme me hizo sentir más tranquilo, quería darle la razón, pero en el fondo sabía que me había convertido en un asesino.

Al salir del colegio tomé un transporte que me llevara a la casa de Nadia, tenía que verla, saber que estaba bien, pero en cuanto llegué, la imagen que vi de ella me destrozó por completo.

Me acerqué a ella lentamente tratando de absorber la imagen frente a mi ojos, ella con el rostro casi desfigurado, con el ojo cerrado con un moretón, el labio reventado y la nariz casi rota, no podía creer lo que veía, y afuera de su casa varias personas vestidas de negro entraban y salían de ahí.

Ella fue hasta mí y me abrazó con fuerza mientras rompía en llanto y yo lo único que pude hacer fue abrazarla.

—Trató de tomar a mi hermana —decía entre sollozos—. Yo traté de evitarlo y enfureció, casi me mata a golpes, después se fue de casa y hoy en la mañana vinieron oficiales de policía a decirnos que había sido asaltado y que lo asesinaron.

Sus revelaciones me hicieron revolver el estómago, pensaban que había sido un asalto, pero yo lo asesiné, lo maté por hacerle daño a Nadia, ahora más que nunca sabía que había hecho lo correcto.

NO SOY YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora