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Fue entonces en aquella madruga, mientras el reloj estaba a punto de mencionar las 3 de la madrugada, cuando me di cuenta de que si no bailaba no era nadie. Bailar me daba diversión, no necesitaba videojuegos o televisión, sólo bastaba con bailar. Bailar me causaba felicidad, muchas veces sentí como todo se destrozaba dentro de mi, pero bailar era aquello que pegaba las partes de mi alma y las hacia mucho más resistentes. Bailar era luz de mi oscuridad, la calma de mi caos, mi arcoiris en la tormenta.
No importa qué, no hay nada que bailar no pueda sólolucionar. Es por eso que lo amo y aunque lo intenté, jamás lo podré dejar.

Notas de PaulinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora