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Presente

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Presente

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Voy contando los 236 pasos que me llevan desde la entrada del cementerio hasta el lugar en el que Miguel y su padre se encuentran.

Trato de visitarlo dos veces a la semana como mínimo. Mi ritual es sentarme sobre el césped y hablarle como si en verdad estuviera a mi lado, le cuento cómo me ha ido en el día, lo que he hecho, lo que me falta por hacer, lo que quisiera hacer... Esta vez solo me acomodo al lado de su lápida y me dedico a observar el paisaje, aquí siempre me falta el oxígeno a pesar de estar al aire libre.

Estoy empezando a olvidar su voz y eso me hace enojar conmigo misma, tengo algunos videos de él hablando, pero no es lo mismo.

Jamás será lo mismo.

Tengo miedo de despertar un día y no poder recordar siquiera sus facciones sin tener que observar una fotografía o su olor sin la ayuda de su perfume.

Estoy tan enfadada con la vida por apenas dejarme saborear la gloria antes de arrancarla de mi lado, no fue en absoluto justa para nosotros. Sigue doliendo, no puedo mentir; pero reconozco que he aprendido a vivir con ello.

Le debo mucho a Santiago, mi psicólogo. No sé qué sería de mí, si él no me hubiera tenido la paciencia necesaria en cada una de sus consultas.

Recuerdo que le grité en la mayoría de ellas, alegué que no tenía que fingir preocupación por mí y lo que me sucedía, que me dejará en paz. Le supliqué que me permitiera ir y estar en silencio las dos horas que debía permanecer con él, que no me obligara a hablar de Miguel, que no podía soportar tanto. Le rogué que me dejara asumir el dolor a mi manera.

Nunca lo permitió.

Luego de cuatro meses de consultas que fueron una pérdida de tiempo, confesó que también había perdido al amor de su vida y que por eso entendía por lo que estaba pasando. No supe qué decir.

— Si tú no quieres hablar, está bien. — Dijo luego de un tiempo en el que estuvo haciendo preguntas y no respondí ninguna de ellas. — Hablaré yo y te contaré mi historia. — Solo pensé que estaba loco si creía que quería escuchar la mierda que fuera a contarme, me importaba un comino su historia, me importaba una soberana mierda su vida, iba a protestar; pero se me adelantó — Solo tienes que escuchar, después de eso decidirás si no quieres volver. — resoplé resignada y me recosté en el diván.

Si eso era suficiente para que al finalizar pudiera decirle que podía meterse su consulta y su historia por donde mejor le cupieran, estaba dispuesta a soportarlo.

— Tenía 16 años cuando conocí a Emily. — Mantengo mi vista en el techo — Mis padres me obligaron a ir a un campamento por mis bajas calificaciones, teniendo en cuenta que era mi último año de bachillerato y no podía darme el lujo de estropearlo y ellos tampoco lo iban a permitir. No importó cuanto me opuse a su idea, nada hizo que cambiaran de opinión. — Rió bajito — Llegué al sitio de mal humor, era un rebelde sin razón, simplemente creía que ser el chico malo me venía bien. — Me recordó un poco a Miguel — No me daba la gana realizar ninguna de las actividades que debía hacer, me propuse estropear todo eso y hacer que mis padres se arrepintieran de enviarme lejos de mis amigos en las vacaciones. — Confiesa un poco apenado — Era un pobre chiquillo creyéndose el rey del mundo, quería enfundar miedo en todos los mocosos que estaban conmigo y Emily fue la única que no se aguantó mi mierda, me envió al carajo, me dijo que estaba muy grande para mis comportamientos de niño de 12 años. — Soltó una carcajada — En un principio hirió mi ego y me enojé con ella, quise insultarla pero era una mujer y a pesar de que era un grosero y un patán, jamás lo sería con las niñas. — Confesó — Me tragué todas las ofensas que se acumularon en mi garganta y a partir de ahí, me planteé conseguir que se enamorara de mí.

Se quedó en silencio y yo quería saber más.

— ¿Entonces…? — pregunté

— Entonces, estuve detrás de ella hasta que no tuvo más remedio que regalarme una cita. — giré mi rostro para observarlo y la expresión de su rostro no tenía precio. — Estuvimos juntos por seis años, a los tres de relación, empezó a vivir conmigo. — Cerró los ojos como si estuviera rememorando los días con ella — Una noche, tuve que quedarme en el consultorio por más tiempo del esperado y no pude pasar por ella a su trabajo, me aseguró que pediría un taxi y nos veríamos en casa. — El dolor cruzó su rostro y me hice una idea de lo que venía a continuación — Estaba apagando las luces cuando una llamada detuvo mis movimientos, pensé que era Emily avisando que había llegado; pero no. Sí era su número pero la voz de un hombre fue la que escuché. Me preguntó si yo era su pareja, a lo que contesté con una afirmación, respiró largo y pesado y de una sola estocada me dijo que un tipo había intentado atracarla y ella puso resistencia, una navaja atravesó su cuello y no pudo aguantar mucho tiempo.   

Me senté y apoyé mis codos sobre mis rodillas, Santiago se puso de pie y empezó a caminar alrededor de su escritorio.

— Murió desangrada y yo no pude hacer nada para ayudarla. — Se lamentó — Tuve que mudarme, cambiar de consultorio, de restaurantes, de cualquier cosa que me la recordara porque simplemente no soportaba la culpa, Laura. — Detiene sus pasos y me observa fijamente — Durante mucho tiempo creí que en mis manos estuvo evitar su muerte, que si no hubiese tardado en salir aquella noche, si le hubiese dicho que mejor me esperara… pero no, no lo hice y es algo con lo que tendré que vivir cada día de mi vida.

Me sentí una mierda por juzgarlo mal, por creer que era un pobre idiota queriendo hacer lo mínimo por ganar todo el dinero que estaba pagando por una simple consulta en la que no decía nada.

Desde ahí empecé a abrirme más con él. Le confesé cada uno de los pensamientos que cruzaban mi cabeza, admití que el suicidio había estado entre ellos y que no sabía la razón exacta por la que todavía no había hecho nada, tal vez se debía a que le temía y aún le sigo temiendo a la muerte.

Fue un apoyo para mí grandísimo, nunca fui capaz de contarle a Alex, la mejor amiga de Miguel, cómo me sentía, ella también estaba sufriendo por la pérdida de su mejor amigo y el rompimiento de su relación con Dean y no merecía cargar con mi dolor. Le supliqué a mis padres y a Martha mantener mi secreto, dejar que Alex se fuera a Argentina, lejos de todo mientras pudiera, ella lo necesitaba y yo no iba a retenerla.

Al poco tiempo, conocí a Sofía y entablamos una buena amistad, ella había terminado su relación y acordamos que mientras ninguna tocara el tema, nos llevaríamos bien y así fue.

El frío que me hiela los huesos me trae de vuelta a la realidad, ya está oscureciendo y es hora de volver a mi hogar. Me despido de Miguel, dejando como siempre un pedazo de mi corazón con él y emprendo mi camino cuesta abajo.

Cuando me subo al auto, mi celular empieza a vibrar. Es como si las personas tuvieran un aparato que les avisara que ya estoy libre.

— ¿Hola? — digo al contestar y saber que es mi madre.

— Hola, cielo. — Responde aliviada de oírme — ¿Cenarás con nosotros esta noche?

—Eh... sí. — Había olvidado completamente que hoy es el día destinado para comer en casa de mis padres — ¿Llevo algo?

— Unas cervezas para Oliver estarían bien y quizá chatarra para las dos. — la última parte la pronuncia bajito y me hace reír.

— Claro, te veo en un rato. — Termino la llamada y pongo en marcha el auto hacia el supermercado.

Durante el camino voy haciendo una lista mental de los víveres que debo comprar y ruego porque no se me olvide nada.

Parqueo en el estacionamiento y una vez dentro del supermercado tomo uno de los carritos y paseo por los pasillos buscando lo que necesito tanto para mi casa como para la de mis padres.

Mensajeo a Sofía mientras escojo las cervezas de papá y voy por lo que me hace falta

Esta noche estaré con mis padres, ¡lo había olvidado! Dejemos nuestro plan de viernes para mañana.

Presiono enviar al tiempo que choco la espalda de alguien que está por delante de mí.

— ¡Por Dios! — Suelto al impacto — Lo siento, lo siento.

El hombre se gira.

Me congelo.

Se sorprende.

No sé qué hacer.

Me señala.

— Leo... — susurro.

Daño reparadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora