Dejo el aparato sobre el comedor como si este estuviera quemando mis manos y levanto la vista para conectar con la conversación que están teniendo mis padres, pero ellos ya no hablan, en su lugar están observándome con ojos inquisitivos.— ¿Qué? — Pregunto mirando a cada uno. — ¿Por qué me están viendo así?
— ¿Por nada...? — Duda mamá al responder
Siento la terrible necesidad de huir. No me gusta cuando la atención está sobre mí, es incómodo e irritable.
Empiezo a removerme en mi asiento haciendo notable mi fastidio y papá lo nota al segundo.
— ¿Irás a la graduación de Alex? — Agradezco internamente el cambio de conversación.
— Sí. — Contesto sentándome erguida y observando de reojo mi teléfono con la esperanza de ver un nuevo mensaje — Ya he comprado los tiquetes y pienso quedarme al menos unos quince días con ella.
— Me parece bien que cambies de aires durante un tiempo. — Dice mi madre — ¿Viajarás con sus padres?
— Así es, su hermano también irá con nosotros y espero que Martha vaya en un mes. — Me estoy poniendo nerviosa porque no hay ningún mensaje de vuelta.
— Oh, por supuesto — mamá parece recordar algo — Me dijo que la fundación está tomando un buen camino y por ello no viaja.
— Exactamente...
Ella ha creado una fundación de ayuda para las personas que han perdido a sus seres queridos en accidentes de tránsito y le está yendo muy bien.
— ¿Has vuelto a la consulta? — es el turno de papá para preguntar. Mi corazón se comprime al escucharlo y cualquier cosa en la que estuviera pensando pasa a un segundo plano.
Niego con la cabeza y aprieto los ojos en un intento de evadir la mirada cargada de lástima que muy seguramente tienen mis padres.
— ¿Por qué? — No pregunta enfadado, más bien curioso y con mucho tacto.
— He estado ocupada. — Mamá no se cree ni un poco mi pobre excusa, toma mi mano por encima de la mesa y aprieta fuerte.
— Sé que esto es difícil para ti, hija, sé lo duro que te está resultando continuar sin Miguel a tu lado, pero Santiago te hace bien, hablar con él, te hace bien, quizá en un futuro ustedes puedan...
— Ni se te ocurra pensar que Santiago y yo tendremos una relación — la cortó — Es mi psicólogo y mi amigo, pero de ahí no va a pasar.
— En algún momento tienes que abrir tu corazón para alguien más. — siento la sangre burbujear en mi cuerpo por la rabia que está creciendo alrededor de ella.
— Te lo pongo de esta forma, mamá: Si el día de mañana papá fallece, en un año, ¿tú estarías lista para iniciar tu vida con alguien más? — No dejo que conteste — No lo creo y es más, me atrevería a decir que no serías capaz de mirar a otro hombre en lo que te queda de vida. — El tono de mi voz ha ido incrementando a medida que han salido las palabras de mi boca, me pongo de pie y observo a cada uno — Les agradezco que se preocupen por mí, que estén pendientes y que quieran lo mejor para mi vida, pero yo ya no pienso en intentar matarme si eso es lo que les preocupa. — Un sollozo sale desde mi garganta sin permiso — Extraño a Miguel cada maldito segundo desde que se fue y estoy tratando seguir, no solo por ustedes y por mí, también lo estoy haciendo porque sé que es lo que él desearía. — En este punto las lágrimas ya se han hecho presentes en mi rostro y seguramente tenga todo el maquillaje sobre las mejillas. — No me interesa enamorarme de nadie, tampoco salir con nadie, no mientras este dolor no cese. Ya sé que en algún momento lo hará, pero no soy tan egoísta como para intentar estar con alguien mientras mi corazón y mis pensamientos le pertenecen a otra persona. — agotada de tener esta conversación nuevamente cojo el celular del comedor y los miro una vez más para decir una última cosa. — No necesito que entiendan esto, solo les pido que respeten mis decisiones.
Salgo de ahí para dirigirme a mi habitación, soy totalmente consciente de mi estado y así no puedo conducir. Subo cada escalón hasta la puerta que me lleva al lugar donde pase prácticamente toda mi vida y me encierro allí, recargo mi espalda en la puerta y me arrastro por ella hasta el suelo, dejo que las lágrimas salgan a borbones con la esperanza de que algún día la herida que dejó el amor de mi vida al partir, pueda sanarse.
★★★
No recuerdo el momento exacto en el que por fin me levanté del suelo y me metí bajo las cobijas, solo sé que desperté sobre las 11 de la mañana sintiéndome más agotada de lo que estaba antes de abandonar el comedor la noche anterior.
Recogí mis cosas y abandoné el hogar de mis padres sin siquiera una despedida. No me sentía cómoda haciéndolo y necesitaba poner distancia entre ellos y yo.
Los amo con todo mi corazón y sé muy bien que todo lo que hacen es porque creen que es lo mejor para mí, pero es justamente por esa razón que decidí vivir sola: ellos ya no pueden sacar de su cabeza que en cualquier momento voy a intentar atentar contra mi vida.
No han entendido que a pesar del dolor qué cargo cada día en mi corazón, estoy aprendiendo de a poco a amar la vida, a aprovechar lo que tengo y valorarlo.
Opté por encerrarme en mi apartamento y dedicarme a hacer nada. No toqué mi celular en todo ese fin de semana, no hablé con nadie, no atendí ninguna llamada; de cierta forma sentí que me debía ese espacio, que me debía un par de días tranquilos, sin escuchar a nadie ni tener que aguantar las miradas acusadoras o de lástima que la gente que conocía y sabía de mi situación solía lanzarme en la calle.
Visité a Martha en la fundación antes de ir al trabajo y hablamos durante un buen tiempo. Se había convertido en una persona tan importante en mi vida que no sentí vergüenza alguna cuando le conté lo que había sucedido con mis padres.
— Debes tener un poco de paciencia y tratar de entenderlos también.— dijo apenas terminé con mi relato.
— ¿Y quién me entiende a mí? — repuse
— Yo te entiendo y así mismo los entiendo a ellos. — me tomó de la mano en un apretón fuerte. — Porque tienen miedo, miedo de despertar un día y que te hayan perdido.
— No va a pasar, al menos no porque yo así lo quiera. — Expliqué — Estoy luchando para encontrar cada día más ganas de continuar aquí, viviendo, no sobreviviendo como lo he hecho durante este largo año.
— Sé que lo estás haciendo, ahora solo tienes que intentar demostrárselo a ellos.
Me fui con sus palabras resonando en mi cabeza una y otra vez, intentando hallar la manera de mostrarle a mis padres que también sigo aquí por ellos, que no quiero que sufran por mí; en su lugar, quiero que me acompañen en la batalla que labro todos los días desde hace un año.
Fue hasta hoy miércoles, cuando por fin quise revisar mis notificaciones donde encontré un mensaje de Leo, mi corazón empezó a latir de manera desesperada en mi pecho, sentí que en cualquier momento se me iba a salir.
Leonardo Arango: Solo tienes que decir cuándo.
Me decido por llamarlo y ofrecerle una disculpa por no haber contestado antes.
— ¿Hola? — dice al contestar
—¿Leo? Hola, ¿cómo estás?
—Bien, ¿cómo estás tú? — su voz se escucha un poco lejana pero clara en mi oído
—Estoy bien. — una pequeña risa acompaña mi respuesta — Quería disculparme por no contestar, tuve unos días dif... Unos días muy ocupados — no quiero que sepa que estoy pasando por un momento duro— y no creí que fuese correcto disculparme por medio de un mensaje.
—Claro, está bien. No hay problema.
—¿Te parece bien si te invito un café a la media tarde?
—En realidad estaré trabajando... — Me decepciono un poco.
— Oh, bueno...
—Pero puedo en la noche y en todo caso, seré yo el que te invite.
— No, no, no. — me apresuro a decir — Deja que yo te invite, así te compenso por no contestar en todo el fin de semana.
Acordamos encontrarnos en una cafetería del centro sobre las ocho de la noche y la llamada termina.
Por alguna razón las comisuras de mis labios tiran hacia arriba y se mantienen de esta forma durante una buena parte del día.
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Daño reparado
RomanceSegunda parte de Cayendo Por Ti. ¿Quién nos enseña a seguir adelante cuando perdemos a la persona que amamos? Al nacer nadie nos entrega un manual de instrucciones que diga qué pasos debemos seguir después de que se ha ido quien pasaría el resto de...