Segunda parte de Cayendo Por Ti.
¿Quién nos enseña a seguir adelante cuando perdemos a la persona que amamos? Al nacer nadie nos entrega un manual de instrucciones que diga qué pasos debemos seguir después de que se ha ido quien pasaría el resto de...
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Sentí que el vuelo duró años luz, tal vez se deba a que Jason, el hermano de Alex, se durmió en mi hombro y paso todo el viaje babeandome la ropa.
El alivio que sentí una vez aterrizamos fue enorme y en compensación a lo que me hizo pasar, llevó mis maletas hasta el taxi que nos llevaría a casa de Alex.
Mientras vamos recorriendo las calles de la ciudad, pienso en Miguel y lo mucho que le hubiese gustado estar aquí, tomo en mi mano derecha el collar que me regaló y lo sostengo con fuerza.
Cuando llegamos al complejo de apartamentos que es nuestro destino, siento como algunas de mis piezas se juntan y otras tantas se desmoronan aún más cuando veo a mi amiga esperándonos en la acera. Dejo que salude a su familia y cuando el último la deja ir, me lanzo a abrazarla con todas las ganas contenidas durante tantos meses.
Es en ese abrazo donde nos transmitimos lo que no nos hemos dicho antes. Se me han cerrado los ojos sin siquiera quererlo y lágrimas gruesas ruedan por mis mejillas, siento que las emociones me desbordan y pasamos un buen rato así, en silencio porque las palabras sobran justo ahora y apretando fuerte a la otra. No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba esto.
— Te luce ese corte — Digo cuando por fin nos separamos y notó por primera vez que ha dejado su melena en el pasado y ahora lo lleva a los hombros, también se lo ha aclarado unos dos tonos y sus ojos desbordan alegría aunque también se vean vidriosos por las lágrimas de hace un rato.
— Tú también decidiste cortar tu cabello. — habla al tiempo que sostiene un mechón en alto haciendo énfasis.
— Ya sabes, esas cosas de cerrar ciclos. — digo y en medio de todo nos reímos un poco.— Te he extrañado, amiga.
★★★
En menos de una hora debemos salir hacia la universidad en la que se realizará la ceremonia de graduación, estamos prácticamente listos. Únicamente esperamos a que Alex salga de su habitación; pero antes de que lo haga entro para darle algo que Martha envío en compensación de su inasistencia.
Toco un par de veces la puerta de su habitación antes de entrar. Está de pie frente al espejo, terminando de arreglar su maquillaje.
— Te ves muy guapa. — me sonríe agradecida y camina hasta mí para abrazarme.
— Estoy muy feliz de tenerte aquí. — dice cuando estamos abrazadas.
— Y yo estoy muy feliz de acompañarte en este momento tan importante, no solo para ti, si no para tu familia, para Dean y por supuesto para nosotros, tus amigos. — nos separamos un poco y como por defecto nuestros ojos se cristalizan.
Las dos hemos pensando en Miguel. Lo extrañamos más de lo que las palabras pueden expresar, su ausencia se sentirá por siempre, no habrá nadie que ocupe su lugar, absolutamente nadie.
— Sé que está muy orgulloso de ti y de lo que has conseguido.
— Lo extraño mucho. — Admite
— Lo sé, yo también lo extraño. — la apoyo — Este año ha sido muy difícil sin él. — asiente con pesadez y respira profundo evitando así, que las lágrimas que se han acumulado en sus ojos, salgan y destrocen el maquillaje.
— Bueno, es momento de estar felices ¿no?— dice
— Martha te envió esto. — le entrego un nuevo cuaderno de bocetos, lo abre y en la primera página hay una especie de dedicatoria con su puño y letra.
Estoy muy orgullosa de ti, preciosa. De lo que has conseguido con tus propias manos y esfuerzos, del carácter que has formado y de la gran mujer en la que te has convertido.
Haces parte de las buenas cosas y personas que mi niño me dejó en este mundo. Lamento no poder acompañarte, pero sabes lo difícil que me resulta salir del país en estos tiempos.
Te estaré esperando con las galletas que tanto te gustan para cuando decidas volver.
Te quiero y por enésima vez, te felicito por la etapa que estás a punto de culminar.
Martha, tu madre adoptiva.
Lleva el cuaderno a su pecho apretándolo contra sí. Sé que quisiera tenerla aquí; pero también entiende que debido al proyecto en el que está trabajando le es prácticamente imposible.
Deja el cuaderno sobre el escritorio y con una mirada me indica que es hora de salir.
Luego de la ceremonia, vamos a un restaurante en el que Tom, padre de Alex, hizo una reservación como celebración del logro que alcanzó mi amiga, tomó asiento entre ella y su madre y nos enfrascamos en una conversación sobre las cosas que han ido cambiando en nuestra ciudad. Y decido que es tiempo de contarle lo que ha pasado con Leo.
Empiezo diciéndole que había ido a visitar a Miguel y las otras cosas sin importancia que estuve haciendo.
— Fui a comprar las cosas que me hacían falta en la casa y otras para llevar a mis padres y de un momento a otro simplemente choque a alguien por ir concentrada en mi celular, así que cuando levanté la vista estuve a punto de irme de culo porque era Leo, ya sabes que habíamos dejado de hablar porque Miguel y yo nos hicimos novios y que no lo veía desde el funeral, entonces sí, fue todo un shock para mí encontrarlo en un supermercado. — Le cuento bajando la voz porque Dean está a su lado izquierdo y él es muy amigo de Leo.
— Y entonces...
— Pues hablamos un rato y por supuesto que intercambiamos números. También fuimos a tomar café hace unos días y estuvo bi…
De pronto todas las palabras se atascan en mi garganta y abro los ojos de par en par. Todo el lugar ha quedado en silencio absoluto y Alex por fin gira su cabeza para entender mi reacción.
Dean se encuentra a su lado con una rodilla hincada.
Automáticamente observa todo el lugar, esperando que alguien diga algo.
— ¿Dean? — Dice ella al fin.
— Alex... — suspira — He tenido que actuar esta escena un par de veces por mi profesión; —¿Les había mencionado que era actor? —pero ahora que es en serio estoy cagado del susto. — todos reímos — Yo... yo solo no puedo imaginar mi vida lejos de ti. Quiero amanecer contigo a mi lado, cocinar juntos, ir de paseo juntos, conocer el resto del mundo juntos, que cumplas tus sueños de mi mano y que yo cumpla los míos a tu lado. — viejas heridas se abren en mí cuando las imágenes del mar y Miguel pidiendo que me casara con él se aparecen en mi cabeza como un recuerdo de lo que fue y ya no es — Te amo y te puedo asegurar que son las dos palabras más sinceras que he pronunciado en toda mi vida. — Confiesa al tiempo que saca una cajita de terciopelo del bolsillo interior de su traje y la abre — Solo dime si quieres casarte conmigo.
Mi amiga observa a cada uno de los presentes en la mesa, su madre está al borde del llanto, su padre los observa orgulloso, su hermano simplemente se encuentra a la expectativa y yo, a pesar de tener el corazón roto, estoy emocionada por ellos.
— ¡Claro que quiero casarme contigo! — pronuncia al fin y una ola de gritos y felicitaciones se escuchan, como si la selección de fútbol del país acabará de ganar un mundial.