Capítulo 1

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Christopher Von Uckermann.

Podría mirarla toda una vida, contemplarla para siempre, era perfecta, sencillamente perfecta. Su cuerpo, era el cielo, el cielo con estrellas en una noche bella. Esa mujer era la perdición, era sencillamente perfecta. No había más palabras, no había nada más que decir.

Con cuidado le acaricio el labio inferior, su boca tan suave, tan delicada, roja como una cereza, deliciosa como una manzana. Con cuidado retiro la sabana un poco para poder tener una vista de todo lo que le pertenecía a él, esos hermosos pechos, llenos, perfectos, el tamaño ideal para poder besarlos, lamerlos, acariciarlos. Su vientre perfectamente plano, y su arete en el ombligo que era lo único que quedaba en ella cuando se prendía la pasión, lo único que permanecía en su cuerpo cuando comenzaban a besarse, lo demás todo quedaba al natural.

Con un suspiro ella se viro, para cambiar de posición y pronto tuvo la visión de sus pompas perfectas y su espalda suave, en donde tenia en la parte inferior un tatuaje, un sol que el con el dedo acaricio.

Como si quemara quito la mano de su cuerpo y vio su estado, estaba completamente excitado de nuevo. Se odio por desearla tanto, en especial por que ese amor era imposible, y cuando la tentación es grande el pecado esta a la mano, entonces ese era su pecado, su delicioso pecado.

Se levanto de mala gana, y decidió tomar una ducha, lo que más convendría en momentos como aquellos. Así que se dirigió hacia la ducha y prendió el agua.

Dulce María.

El ruido de la ducha la levanto haciendo que instantáneamente moviera la mano buscando el puesto de él, del hombre que amaba.

El espacio estaba totalmente vació, así que abriendo un ojo se apoyo en sus codos y lo busco con la mirada. Entonces lo vio, con una toalla en la cintura y el torso totalmente descubierto. Se mordió el labio inferior al verlo cruzar el cuarto mientras recogía la ropa.

Era tan guapo, tan musculoso, tan apuesto, ¡como lo amaba! Lo amo desde el primer momento en que lo vio, y no se avergonzaba de ello. Ese hombre le dio en el blanco como ningún otro. Si se había enamorado antes pero no como con el, eso superaba los limites del amor, lo necesitaba tanto que dolía.

Lo observo mientras se vestía y cuando casi terminaba la miro directamente a los ojos dejándola sin respiración como siempre. Le dedico una sonrisa seductora que duro poco y se sentó en el filo de la cama para ponerse los zapatos.

-no pretendía levantarte – dijo de espaldas.

-no importa – respondió ella suavemente

el se viro y la miro, era hermosa y recién levantada se la veía mas bella aun, se la veía fresca, radiante.

-tengo que irme – le dijo después de admirarla.

-¿tan pronto? Son las 9 y es sábado – dijo desilusionada mientras se sentaba bien y la sabana bajaba hacia su cintura dejando ver sus senos.

-Yo se – dijo entrecortada mente mientras sacudía la cabeza – tapate por favor.

-Lo siento – dijo dándose cuenta de su estado.

-Chris no te vayas

-Tengo que irme, lo siento- dijo mientras se paraba.

-¡Chris! Entiendes que es la primera vez que duermes conmigo después de un año que llevamos de no… acostándonos. – dijo corrigiéndose.

-Lo se pero tengo que irme después hablamos – dijo dándole un pequeño beso en la mejilla – te llamo hoy de noche lo prometo.

-No prometas cosas que no vas a cumplir – Dijo Dulce bajando la cabeza.

-¿Por qué dices eso?

-Por que lo digo – dijo furiosa – ¡Dios! No se nada de ti, no se ni siquiera en que empresa trabajas como puedes decirme que…

-Te he dicho que no me gusta…

-Hablar de tu vida personal, lo se – dijo Dulce imitándolo- pero no crees que un año es suficiente tiempo como para por lo menos saber cual es tu oficina.

-Después hablaremos de ello Dulce

-No Chris, es ahora o ya no, estoy harta

-No parecías harta ayer cuando te metiste en la cama conmigo – dijo él.

-Como puedes ser tan frió, eres un ogro – dijo parándose y corriendo al baño antes que se de cuenta que iba a llorar.

-¡Dulce! Abre la puerta – grito desde afuera mientras golpeaba la puerta.

-Ándate Chris – dijo sacando voz- ándate y no te molestes en llamar.

-¡Dulce! Abre la maldiita puerta ahora – dijo mientras seguía golpeando – Miierda- se escucho que dijo – se esta haciendo tarde, Dulce escúchame te llamo hoy y vamos a hablar, te llamo hoy. – y segundos después se escucho un silencio total.

•••

Que les pareció!? La encontré por allí hace como dos años y hasta ahora me fije que la tenia guardada... Espero les guste.

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