Capítulo XXVIII

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Incertidumbres

Cassius miraba el monitor del computador. Los números en la pantalla aún lo confundían. El joven Reed lo había estado instruyendo en la lectura de aquellos datos, pero tras una semana no dejaba de perderse en aquel nuevo trabajo. Antes cargaba cajas, usaba el montacargas, revisaba pedidos y entregas, chequeaba notas y papeles de envío; ahora debía entender sobre valores negociables, bonos, acciones, mercados de divisas, inversión y renta variable. Eso para empezar. Optó por hacerse un diccionario de términos y luego empezar a clasificar los datos que leía en la pantalla del monitor. Poco a poco había logrado entender lo básico.

Entre sus nuevas labores estaba atender al público que entraba, esperaba que alguien entraría realmente, pero ningún cliente había llegado a pasar por la puerta de aquella pequeña oficina comercial en el segundo piso de un viejo edificio en el centro. La ubicación del lugar no era mala, considerando la zona; cerca de la sede de tantos bancos y oficinas de seguros. La idea era entregar información a los que entraban sobre las ofertas de valores que estaban disponibles; principalmente, eso por sugerencia del joven Reed, de sugerir compra de bonos, letras del tesoro, o compra de divisas extranjeras; y si el cliente pensaba invertir en acciones, ahí debía pasarlo a Reed para mayor asesoramiento.

A lo largo de esa semana no había entrado nadie, salvo el joven Reed. «Somos nuevos», aclaró el chico, «pero no te preocupes, ya tenemos a un par de buenos clientes, si todo va bien en unos meses tendremos buenas entradas», aclaró. Él empezaba a dudar de todo esto, salvo que por el momento era su mejor. ¡No! Era su única oferta de trabajo.

Las labores iniciaban a golpe de nueve de la mañana y se trabajaba corrido hasta las tres de la tarde, con un breve descanso al mediodía para almorzar; era cuando Cassius bajaba a alguno de los restaurantes de comida rápida cercanos y compraba algo para llevar para él y el joven Reed; eso lo pagaba una tarjeta de crédito asignada a la compañía. Terminada las labores, Cassius iba a sus clases en la universidad. Llegaba finalmente a su casa a golpe de nueve de la noche. Para entonces su madre ya estaba acostaba en su cama, pero despierta mirando la televisión.

—¿Qué pasa con Hudson & Company?, —preguntó Cassius mientras miraba la pantalla, sabía que el joven Reed había estado chequeando regularmente el flujo en el mercado de las acciones de esa empresa en particular.

—Están por ir a la quiebra; dentro de poco cerraran, —comentó Charlie despreocupado desde su escritorio adentro del despacho que usaba más atrás de la entrada al local. —¿Tú trabajabas ahí, cierto?

—Si..., —respondió Cassius.

—Tuviste suerte, los que quedan seguramente no podrán cobrar nada dentro de poco; sería más rentable para muchos renunciar ahora, aunque sólo cobren el mes de pre-aviso a la empresa a que esperar a que ocurra la quiebra, ahí podrían pasar años antes de que les cancelen algo, si es que queda algo.

—¿Está usted seguro de ello?

—Completamente, una vez que una compañía se declara en quiebra todos sus activos y pasivos quedan inmovilizados por ley y pasan meses o años antes de que el estado y los jueces permitan liberar las cuentas y se puedan cancelar deudas contraídas. ¿Tú tienes amigos aún ahí?

—Algunos, —respondió Cassius.

—Sería bueno que les avisaras, no vaya a ser que sea tarde. Estas cosas pueden tardar meses o pasar de golpe, nunca se sabe, pero al final pasan y mucha gente sale perjudicada.

—Puedo llamar a algunos amigos, —comentó Cassius.

Charlie no dijo más nada, pero permitió que Cassius hiciera ese día varias llamadas. Esa noche al llegar a casa de Norman comentó el hecho.

Obligado - Serie: Étoile Producciones - 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora