Capítulo XV

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Apuesta

Nino iba en el asiento del copiloto y sus dos compañeros, dormidos, en los asientos traseros del vehículo. Había sido un día lleno de emociones, y él de alguna manera las había experimentado casi todas. Excitado, caliente, celoso, angustiado, feliz, sorprendido, asqueado, y ahora de alguna forma molesto. Esperaba seguramente que iba a estar de regreso en el mismo vehículo que Adrián; pero el chico se fue en otro carro, mientras él y sus amigos se vieron obligados a ir en el carro del padre de Adrián.

Miraba por la ventana las luces de los faroles de las calles, eran casi las dos de la madrugada. La filmación había durado más de doce horas, interrumpida por breves lapsos para preparar lo que seguía y agarrar fuerzas para volver. Nino no podía creer como Adrián había aguantado tanto, incluso aquellos hombres, tras haberse corrido una vez, volvían por otra más. Era un tren donde al salir uno entraba otro, y mientras los segundos y terceros trabajaban al chico, los primeros reponían fuerzas para volver a iniciar.

—¿Y bien, era lo que esperas ver?, —preguntó el padre de Adrián mientras conducía, sacando a Nino de sus pensamientos.

—¿Perdón?

—¿Qué si era como lo imaginabas?

—No lo se, creo que no, pensaba que serían no más de un par de tipos filmando a los que estaban actuando y más nada, pero aquello eran más de diez personas alrededor.

—Al principio cuando iniciamos era así como lo imaginas, dos o tres cámaras fijas y uno sólo filmado todo. Los escenarios eran cuartuchos de moteles de mala muerte alquilados, pero hemos crecido mucho desde entonces.

—Adrián comentó que usted es el dueño de todo eso.

—De eso y más realmente, te dijo cómo él se inició en esto.

—Dijo algo como que quiso conocer los negocios de su padre y bueno que se involucró un poco más de lo que ambos pensaron. ¿No fue así verdad?

—Eres un chico listo, y tienes razón en parte, pero eso no me corresponde a mi decirlo. Lo cierto por otra parte es que tú único interés en Adrián es usar su culo; estoy más que seguro que tú y los centuriones que te acompañan siempre se plantearon esa meta cuando supieron lo que hacía, y después de follarlo bien duro seguro decir en la escuela que ya se follaron al marica que hace porno.

Nino cayó. No se atrevió a responder la acusación directa del hombre a su lado. Eran ciertas, todas y cada una de las palabras que dijo. No creía haber sido tan fácil de leer, y sin embargo aquel hombre se lo había dicho de frente y sin tapujos.

—Conozco a los de tu tipo, —siguió Gabriel. —Los conocí toda la vida que estuve en el colegio; los populares, los guapos del grupo, por quienes se derriten todas las chicas; los líderes de los equipos deportivos, los representantes del salón y que forman parte obligada de las juntas estudiantiles; los que al final del curso coronan como reyes y reinas de la fiesta de fin de año. Tú eres uno de ellos, o crees acaso que no te investigue.

Nino volteó su rostro al hombre.

—¿Usted hizo qué...?

—Cuando Adrián llegó el lunes pasado a la casa y me contó lo ocurrido, y como habías sido amable con él, pese a todo lo que había dicho aquel profesor; y que le habías dado fuerzas, yo decidí conocerte un poco más. ...; —Gabriel paró unos instantes para ver la reacción del chico a su lado, estaba sorprendido, eso era seguro. —Bien, como dije antes eres de esa categoría, de los populares, de los que usan a los demás para su provecho y que cuando no son útiles los descartan; reconozco que han mutado un poco desde que yo estudiaba; ahora son más ecologistas, pelean causas sociales y apoyan luchas civiles, pero sólo lo hacen para seguir siendo el ojo del huracán, y que todo siga girando a su alrededor; y algunos como tú fingen ser gays; eso los ayuda con las chicas, que creen que ellas los pueden 'curar'; y vaya que has tenido coños gratis por ello.

Obligado - Serie: Étoile Producciones - 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora