Supernatural [One Shots]

Miguel

Título: My dearest Archangel
Personaje: Miguel/Michael (Matt Cohen)
Advertencia: Escenas sexuales explícitas
Palabras: 2,653.
Dedicatoria: rockerpines

Debajo de la fría sombra de un roble en un parque público en Haddonfield, Illinois, me encontraba concentrada realizando un dibujo que por el momento me ha tomado semanas en dar detalles y perfeccionar.

A lo lejos se escuchaban los murmullos de las personas en el mismo parque, las risas de los infantes, los ladridos de las mascotas y el bailar de las ramas con el viento.

Como siempre concentrada, no me percaté de la presencia de Miguel que se sentó a mi lado para ver lo que dibujaba aunque no se lo permití por qué era demasiado tímida al momento de enseñar mis dibujos.

Al notar aquello, suspiró.

— ¿Algún día me enseñarás lo que dibujas?. – Preguntó mientras veía como guardaba mi cuaderno en mi bolso.

— No lo sé. Casi no me gusta enseñarlos. – Dije colocando la bolsa en mis piernas luego de haber guardado el cuaderno.

— ¿Por qué? Seguro son hermosos. – Sonreí de lado. — Veo el esfuerzo y la determinación con la cual los haces. No dudo que queden preciosos al terminar. –

— Estás exagerando. – Lo miré una vez que mi sonrojo se fue. — ¿Cómo te fue?. –

Miró a otro lado. — Aún sin señales de él ni de su recipiente. Se hace el difícil. – Dijo recargando su espalda en el tronco del gran roble.

— Mike. ¿A veces no has pensado que quizás él no quiera pelear? – Me miró frunciendo el ceño.

— Tiene qué. Ya está escrito. –

— ¿Y no puedes simplemente romper las reglas nomás por una vez?. –

— ¿Romperlas? Creo que me confundes con él. –

— Miguel. No todas las reglas están para seguirse. Algunas tienes que pasarlas por alto. –

— ¿Si? Bueno, eso no es lo mío. Si las reglas se hacen, tienen que ser seguidas, si no, ¿Para qué las hacen?. – Bufé.

— No tienes remedio. –

Sonrió. — Y de alguna manera, así me amas. – Rodé los ojos.

— ¿Me lo tienes que recordar siempre?. –

— Por siempre y para siempre. – Sonreí de lado y dejé un beso en la comisura de sus labios. — Por los siglos de los siglos. –

— ¿Amén?. – Rió.

— Amén. – Se inclinó un poco hacia mí y pegó suavemente sus labios contra los míos mientras me tomaba con delicadeza del rostro.

Ladeé un poco la cabeza y lo tomé de los hombros, apretandolos cada vez que me faltaba el aire.

Al separarnos, lo primero que ví al abrir los ojos fue los suyos brillar angelicalmente durante unos segundos.

— ¡NO EXHIBICIONISTAS! – Se escuchó la voz de una mujer a lo lejos.

Me giré a verla y noté como le tapaba los ojos a unos niños.

— ¡¿De alguna manera hiciste a esos niños, no?!. – Respondí de vuelta haciendo que la mujer se quedara con la boca abierta, indignada.

— Violeta… – Susurró Miguel ocultando su rostro en mi cabellera.

Si algo no le gustaba a Miguel eran mis respuestas atrevidas a otras personas.
¿Pero qué más podía hacer? ¿Quedarme callada? No.