Título: Pura dinamita
Personajes: Polo & Lia
Tipo: Celos 🔥🔥
Acc: wolf-mccallAquello no era posible, no podía serlo.
Alguien había pintarrajeado en la puerta del instituto Christian x Lia y yo ni siquiera podía asimilarlo.
Habían pasado dos meses y medio desde la última vez que se les vio cogidos de la mano.
Okey, eso a simple vista podía ser solo una estúpida tontería, pero conforme terminó la cosa la última vez...
Hubiera sido mejor que nadie se hubiera metido en sus problemas.
Porque claro estaba que no habían sido ellos mismos.
Y sinceramente, yo estaba más que agradecido de que el estúpido de Christian le hubiera puesto los cuernos con Carla.
Había matado dos pájaros de un tiro.
Había conseguido quitarme a Carla de encima, y además, me había dejado por fin vía libre con Lia.
Y es que fue el tema de conversación durante las dos semanas siguientes de aquello.
Se lanzó a él y comenzó a pegarle puñetazos hasta dejarlo en coma.
Esa chica es pura dinamita...
Había conseguido que la expulsaran de manera indefinida, pero después del rumor que filtró Lu de que su padre había convencido a la directora con que volviera, fue cuestión de días en que se hiciera realidad.
Después de aquello, nadie quería volver a hablar con ella, así que la trataron como apestada cuando es la cosa más hermosa que he visto en mucho tiempo.
Así que debía aprovechar.
Puesto que nadie quería hablar con ella, yo debía ser el noble caballero del que se acabara enamorando.
Debía conseguirlo.
No podía dejarla ir.
No de nuevo.
—¡QUIEN COÑO HA PUESTO ESO?— preguntó furiosa nada más ver la pintura.
Todos voltearon a verla.
Seguro que en clase más de uno se dormía, pero para cuatro tonterías de adolescentes no se les escapaba ni una.
Lia visualizó a Christian entre la multitud presente y se dirigió a él.
—Tú...— le reprochó con reencor.
Christian ni siquiera se dignó a mirarla a los ojos.
Ese capullo se lo tenía merecido.
—¡AHHH!— le gritó delante de su cara a lo que el aprovechó para soltar un par de lágrimas.
—«Eso eso, tu llora...»— pensé yo, tensando la mandíbula.
—Lo siento...— se limitó a susurrar Christian.
Lia salió corriendo de aquella escena.
Ambos sabían mucho que se necesitaban, y el mucho daño que se hacía a la vez.
Corrí tras ella.
—¡Lia! ¡Espera!— le grité.
Pero ya era demasiado tarde, las lágrimas ya habían alcanzado sus mejillas.
Me abrazó nada más verme.
—No puedo creer cómo sigues llorando por un gilipollas así.— le dije sin tapujos.— Fue ver esa pintura y dios... Me entraron ganas de partirle las piernas.— cuanto más lo pensaba más ganas tenía de que le diera un ataque.
—Todavía le quiero, Polo...— dijo ella separándose de mi.
—¿Cómo puedes quererle? Es tan...— visualicé las muchas veces que se la habría follado y apreté mis puños.
—Era mi vida entera, y sin embargo...
Cuanto más hablaba, más imágenes me venían a la mente.
Todas aquellas veces en las que la besaba en toda mi cara, y le tocaba el ciclo delante mía...
Solo hacían odiarle más...
Tensé la mandíbula de nuevo y le maldecí todo lo que pude por dentro.
Mi sangre comenzó a hervir.
No podía seguir con ello.
¿Cinco putos meses aguantando a ese gilipollas para que ahora fuera de bueno cuando había roto dos relaciones?
Era un cretino con todas las letras.
—No te merece. Eres demasiado para él.
—Al revés.
—Si él hubiera sido todo lo hombre que dice ser no te habría puesto los cuernos, con...
—Pero Polo.— me interrumpió.— A ti también te jodió la relación y pareces estar más molesto con el daño que me provocó a mi que con el daño que te provocó a ti mismo.
—Porque quizá tú me importes más que yo mismo.
—Pero Polo, yo...
Me miró a los ojos con ese brillo que tenía de haber llorando levemente.
No pude contenerme.
La besé con todo el deseo y la pasión que llevaba reservado dentro de mi.
Lia se separó sorprendida, pero volvió a besarme decidida por una segunda vez.
Sonreí a mitad del beso y posé una de mis manos sobre su nalga mientras que la otra se encontraba en su cadera, atrayéndola a mi, para sentirla todo lo posible.
Ella soltó un pequeño gemido.
Y metió una de sus manos dentro de mi ropa interior.
Dando pequeñas caricias a mí ya erecto miembro
Así que yo llevé la mano de la cadera al interior de su uniforme.
Sintió mi fría mano recorrer su interior repetidas veces hasta conseguir que llegara hasta donde quería que llegara.
—Que no me entere yo que ese gilipollas vuelve a ponerte una mano encima porque lo mato.— dije agresivo a lo que ella sonrió.
—Me gusta verte celoso.— dijo para luego reír ligeramente.— Te ves más sexy cuando te enfadas.
AHRE YO AMO A CHRISTIAN JAJAJAJAJA