Título: Pura dinamita
Personajes: Christian y Elizabeth
Tipo: Revelación.
Acc: DangerousFetishCogí mi almuerzo y me marché de mi casa a paso decidido.
Pasaba de ir en coche, someterme al sistema al que estaba predestinada a vivir cuando ni siquiera había sido mi elección.
Estaba algo harta de vivir bajo las reglas de mis padres todo el tiempo.
—Hola.— saludé a Marina al entrar en el instituto.
—¿Te has enterado de que hoy van a venir becados del instituto que se derrumbó?
Alcé las cejas sorprendida.— ¿Pobres?
—Si, bueno... Más o menos.— rió ligeramente.
A Marina y a mí no nos gustaba dividir a la gente en clases, pero de vez en cuando lo hacíamos de broma.
Entramos a clase y nos sentamos en nuestros pupitres. Los becados no tardaron en venir.
Después de que varios comentarios respectivos de parte de Guzmán calleran sobre ellos después de sus presentaciones, uno de ellos exclamó.
—Oye rubito.— le dijo a Guzmán.— Si, si, te digo a ti. Y para que nos quede claro a los dos, te lo digo en castellano y bien clarito. Podéis llamarnos, pobres, gentuza, callejeros, muertos de hambre o lo que os de la puta gana, pero que tengamos menos dinero en la cuenta bancaria que vosotros no significa que seamos mejores o peores, porque solo con eso, ya nos demuestras el poco respeto que te enseñaron en tu casa.
Guzmán rió irónico.
—¿Habéis oído algo?— dijo para luego reír.
—Pobre se puede dejar de ser, pero hijo de puta lo dudo.— dijo para luego sentarse detrás mía.— ¿Cómo he estado?— me susurró a lo que yo le sonreí.
—No ha estado mal— le contesté.
Aquel chico me gustaba.
[. . .]
—¿De verdad estás a favor de que esos tíos duren aquí todo el año, Marina?— le discutió Guzmán.
—Guzmán, siguen siendo personas, como tú y como yo.
—Esa gente nunca trae nada bueno, Marina. ¿A qué si, Elisabeth?
—Guzmán, amor, Marina tiene razón una cosa no quita la otra.
—Venga, ¿Tú también piensas defenderlos?
—Me caen bien, Guzmán. Traen buen rollo.
—No me lo puedo creer.— negó con la cabeza.
—Guzmán.— le besé por un corto periodo de tiempo — No te obsesiones con esto, hay cosas más importantes que intentar echarlos.
—¿Cómo va esa peñita?— dijo Christian como siempre a lo que yo me apresuré para besar a Guzmán.
Le agarré del cuello, y el lo hizo por las caderas.
—No sabía que interrumpía algo, pero solo quería saber dónde estaba Ander, necesito encontrarlo.
—Estará en la cafetería, por allí.— le indicó Marina.
—Gracias Nunier.— le agradeció el chico y se marchó.
Me separé de Guzmán y cogí aire.
—¿A que ha venido eso?— se extrañó Guzmán.
—Tampoco pareció haberte molestado.
Guzmán miró a Marina y esta alzó los hombros. Marina y yo nos dirigimos a la cafetería para comer.
—Te gusta Christian.
—Me gusta tu hermano y lo sabes Marina, no inventes.
—Te conozco Beth, se de sobre que te pone como una moto.— reí fuertemente nada más oírla.
—Puede que un poco... ¿No te importa, no?
—El cabrón de mi hermano necesita una buena hostia, no me importa que se la des tu en mi lugar.
Observé a Christian quien se había sentado junto a Lu y a Carla, y aproveché para convencer a Marina para sentarnos con ellos.
—Chicas, soporten ustedes al influencer, me rindo con esto.— dijo Lu para coger su bandeja y marcharse.
—Vaya, la chica del "no has estado mal", ¿te llamas...?
—Elisabeth, Christian.— me interrumpió Carla.— y está saliendo con tu amigo Guzmán.
—No, si de eso ya me he enterado.
[. . .]
—¿Se puede saber qué hacías en la cafetería sentada con ese gilipollas?
—¿Piensas controlarme, Guzmán?— le desafié.
—Pienso recordarte como es esa gente.
—Guzmán, tú eres el raro aquí. Parece mentira como te estás comportando con todo esto.
—No Elisabeth, lo que parece mentira es en lo que te está convirtiendo esa gente. Ese chico, el...
—Se llama Christian.— contesté molesta.
—¿Que es lo que te ha hecho, Beth?— me miró con compasión.
—Me gusta Guzmán.— no pude mirarlo a los ojos.— Solo quiero utilizarte para darle celos así que mejor dejarlo.
—¿Y ahora me dices esto, sin más? ¿Después de tres meses?
—Si Guzmán, porque estoy harta. Harta de que me trates como si no tuviera decisión, ni voto. De que me controles y decidas lo que es bueno y malo para mi. ¡Déjame vivir mi vida! No tengo la culpa de que tus padres de controlen, Guzmán. Ese solo es tu problema.
Me marché de su casa decidida.
Llevaba tres meses sometida a esta mierda, y no pensaba seguir callada.
Que piensen lo que quieran, pero a mí me la suda.Corrí hasta el parque donde siempre veía a Cristian con sus amigos, y allí estaba. Corrí hacia él, le agarré de la camiseta y lo atraje hacia mí hasta besarlo por un buen rato.
Se separó de mi para coger aire y aprovechó para decir.
—Pura dinamita, chavales.— me cogió por las piernas hasta subirselas a sus caderas, sin parar de besarme y llevándome a un callejón donde nadie podía vernos.— Se que no es el mejor sitio para nuestra primera vez, pero mi casa está muy lejos.
—Tú calla y folla.