El inicio del fin.

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Lo que se encuentra en cursiva y sin guión, son los pensamientos. _Layla.

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001

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Urie  y Ross estaban en gimnasia. Urie odiaba esa materia. Al menos tocaba clase libre; vóleibol.

Normalmente Brendon juega solo, pero Ryan al verlo decidió acompañar a su mejor amigo, no le costaba nada.

Demasiado penoso como para existir.

En un momento de la partida, el mayor se quedó pasmado y pensando, mientras tocaba su cuello.

No mames, Brendon se está muriendo, pensó Ryan.

¿Por qué el imbécil de Ross pensó eso? Se preguntarán ustedes.

El panorama no era lo más normal. Brendon tenía los ojos llorosos, mejillas carmesí y su mano libre no dejaba de temblar.

¿La razón? Ryan Ross.

—Oh, mierda.— Ryan alcanzó a oír el susurro de Brendon mientras éste último se desplomaba en el suelo.

Y… la pantalla se fue a negro.

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Brendon se levanto de la camilla de esa pobre enfermería.

Crisis de pánico. Ja.

Era muy leve, pero en si, lo era.

—¿Qué estaba pensando antes de desmayarme?—Masculló Urie mientras se quejaba del dolor de cabeza.

Ah, claro, se acababa de enterar de lo enamorado que estaba de su mejor amigo.

Momentos vergas.

—Urie, un chico lindo te dejo aquí, estaba muy preocupado por ti. —La enfermera le comentó mientras escribía la ficha de salud.

Pese a sus crisis de pánico no era la primera ves que visitaba el lugar, la enfermera ya lo conocía, incluso le tenía cariño.

—Si que es lindo.— Brendon susurró soltando una sonrisa boba acompañada de un enorme sonrojo.—Gracias Penny.

Brendon se levanto completamente de la camilla y se dirigía a su aula correspondiente.

“FÍSICA” rezaba el cartel que yacía sobre las maltrechas puertas.

Urie decidió entrar, consciente de que Ryan Ross estaría esperándolo.

Intentó ocultar sus rojos mofletes.

Seguro que Ryan ni se daba cuenta. Pensó el azabache.

Y, entró.

—Urie, ¿Qué mierda te pasó en la cara?— Mientras se sentaba, Brendon miró a su amigo con recelo por siempre saber exactamente qué le sucedía.

—Nada, ¿Por qué lo dices?

Se esta mordiendo el labio, algo oculta. Maldita sea Ryan, piensa.

—Ajá, y a Gerard no le gusta Frank.— Brendon se volteó a ver, efectivamente, Gerard y Frank se estaban comiendo a besos. Era asqueroso, no porque la pareja sea homosexual, en cualquier posición eso sería asqueroso.

Esos bastardos no tienen ni un granito de miedo, wow. Mientras pensaba en eso, el azabache río torpemente pensando que esos podrían ser Ryan y el en el futuro.

—Creo que tienes fiebre. Ese carmesí en tu cara no es normal.

—N-no lo creo.— Ahora Brendon reía nerviosamente.

Risa nerviosa, carmesí en sus mejillas, esto sólo significaba la una cosa…

—Brendon, estás presentando síntomas de demencia.— Brendon lo miraba con los ojos abiertos.

—Ryan, Brendon, cierren la boca.— La profesora los apuntó con un dedo acusativo.

Ay, cuánto amaban el humor de esa profesora.

Y se mantuvieron en silencio intentando captar las fórmulas que rezaba a la velocidad de la luz.

Pero Brendon estuvo pensando.

Oh sí, todo el tiempo no paró de pensar en él que le quitaba los suspiros sin siquiera saberlo.

Cada tanto miraba de reojo a su mejor amigo, este le sonreía de vuelta.

Y, oh por Dios, estaba tan nervioso. Después de todo, ¿Cómo no estarlo? Estar enamorado de su mejor amigo era como el fin.

El inicio del fin.

T h a t ' s   A l l   Y o u r   F a u l t.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora