Capítulo 4: Fanatismo por un héroe

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Algunos tienen como héroes a los villanos. Porque adoran su manera de pelear por sus convicciones.

Por muy extraño que fuera, por primera vez Ron no le gritó cosas similares como "él es un idiota" o "es un gran hijo de su madre". No, solo se quedó callado, mirando a Harry como si tuviera un tercer ojo en la frente.
Tal vez y su amigo de lentes tenía razón, Draco no era tan malo como parecía, solo se creía demasiado el cuento y el mundo lo alababa tanto, que aumentaba más eso.

—A veces me pregunto porque no hacen miércoles de pollo. —Dijo de pronto Ron, mientras caminaba junto a su amigo por los pasillos del instituto.

—Porque creo que ya existe. Pero nadie le llama así. Supera tu adicción amigo.

—Tú no me dirás qué hacer, Harry.

El chico de cabellos oscuros rodo los ojos, al mismo tiempo que una sonrisa se reflejaba en su rostro.

En otra esquina del instituto, Draco se encontraba fumando, pensando en la posibilidad si huir de clases o no.
Pansy le acompañaba, acariciando su brazo.
Había momentos en los que  chico rubio pensaba, en lo bien que podría haberle hecho la vida, sin estar en compañía de la morena. Pero por muy extraño que sonará, ella siempre lo halagaba, aunque lo que hiciera fuera estúpido o no tuviera el menor sentido. Quizás por eso la necesitaba a su lado. Porque necesitaba que alguien, siempre, le recordará lo bueno que era, en lo que hiciera.

Ese era el problema de Draco Malfoy, inconscientemente dependía de la opinión del resto para sentirse completo.
Pero entonces, el chico no era demasiado, era solo palabras vacías. Un adolescente perdido.

—¡Draquis! ¿Me estás escuchando? —Preguntó, acercándose al rostro del chico.

El rubio solo la miró por unos momentos, preguntadose sin Pansy necesitaba de él de la misma forma.
Pero en fondo sabía, que Pansy siempre sería mejor que él juntos o separados. Y eso le dolía.

—Estoy algo cansado. Creo que me iré.

Fueron esas simples palabras o la manera en que las dijo, lo que le hizo entender a la chica, que las cosas cambiarían.
Aunque buscará culpables tampoco los iba a encontrar, solo había pasado y se tenía que aceptar.

Es más, desde que la chica tenía conciencia había estado al lado del rubio, de muchas formas, como amiga, como aliada, como amante. Aunque lo último fuera tan unilateral que dolía. Había intentado por varios medios hacer valer sus sentimientos, hasta que simple aceptó, lo inevitable. Draco no la quería como ella lo hacía, pero le estaba ofreciendo algo y ella, era feliz con eso.
Sin embargo, tras tanto tiempo, había aprendido que su mundo no era el rubio. Qué podía explorar, conocer y eso la hacía enormemente feliz. Porque ella, si tenía razones para querer todo lo que era y no solo conformarse con ser la niña caprichosa o como otros le llamaban la zorra sin cerebro. Pansy era consciente de lo que valía, pero se divertida con lo que otros pensaban.

Por igual, la chica, no tardó en notar que la actitud de su novio, era debido al chico al que todos molestaban. Ella también lo hacía, aunque nunca pensó en dañarlo en serio —pero sabía que si lo  hecho, y extrañamente lo sentía—. Fue cuando les tocó trabajar en equipo, y el rubio jamás se reuso en serio y demostró, que si tenía una mente pensante.

—Ahora lo entiendo. —Dijo para sí misma. — Nunca nadie, después de tanto daño, le había aceptado así. Será masoquista o terco. Pero a confundido a Draco.

Confundido a Draco.

Y entonces pensó, que a su novio siempre le había gustado lo opuesto. Moreno.

—Y tan inocente y bueno. —Completó en voz alta.

El profesor estaba furioso. Una sola cosa era lo que pedía, que los alumnos se tomarán en serio la escuela, sus futuros, pero luego recordaba que muchos de esos niños siempre serían amparados por el brazo y billetera de los padres.
Aunque eso no quitaba el simple hecho de querer encontrar al mocoso rubio, alias rebelde y darle una patada. "No a la violencia", se leía en un cartel en la puerta.
Bufó.
El director tendría que tomar medidas drásticas, basta de proteger a los supuestos niños.

—Abran su libro en la página 231.

Fue lo único que salió de su boca. Antes se sentarse, con total derrota.

Ron miró a Harry, quien no paraba de morderse el labio. Nervioso.

—¿A ti que te pasa? —Preguntó, con inevitable curiosidad.

—Es...—exitante. Quiso decir, pero calló. — Un irresponsable. ¿Cómo hace eso? Solo porque su papi es Lucius Malfoy.

—Ay no. Si vas a empezar a hablar de él, me voy a tirar por la ventana. En serio, deja de hablar de él. Me perturba.

A Harry no le quedó de otra, que mantener su atención en la clase.

Cuando iba caminando hacia su casa, una visión inesperada lo dejó en shock. Porque había cosas extrañas y otras, demasiado extrañas.
Y entre esas estaba ver a Draco Malfoy, el chico malo de la escuela, el sexy jugador...Bueno a él, junto a un montón de niños de una sociedad de hogares. Jugando con ellos, riendo y siendo tan tierno, y suave como nunca se hubiese imaginado.
Harry entendió, en ese momento, que existían muchas cosas que nunca comprendería del todo. Como ese latido frenético en su corazón a verlo o el intenso sonrojo que cubrió su rostro cuando los grises ojos, particularmente cálidos, lo descubrieron.

Se iría a casa con una sonrisa.

No si antes haber sido atrapado por uno de las manos de Draco y tirado, de manera suave, hacía él.

—No le digas a nadie lo que has visto.

Y simplemente asintió. De manera lenta y confundido.

Desde ese día Harry, tomó un extraño fanatismo por Draco, un problemático de primera que tenía secretos muy curiosos. Y Draco, extrañamente, por primera vez, se sintió orgulloso de si mismo. Porque era mucho más que todo lo que decían de él. Pues Draco Malfoy, quizás, si tenía su propia voz, ahí, hablando. Mucho más que las otras de su alrededor.

Al menos no el chico buenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora