Capítulo 7: Cuando el amor nos hace [+18]

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Siempre serás todo tuyo, como yo todo mío. Porque al encontrarnos no éramos ninguna mitad, estábamos ya enteros. Pero si me permites, quiero contigo, ser eso que muchos llaman, uno solo. Esa unión de nuestros defectos y virtudes, transformadas en belleza, mientras hacemos tontas, pero serias, promesas.

No podía evitar mirarlo cuando estaba distraído, ni pensar en lo hermoso que era. Algunos decían que Draco Malfoy estaba perdido, otros, que jamás creyeron que el rubio pudiera cambiar. Pero había sucedido, para bien, Draco había cambiado y había alzado su voz cuando observaba que algo andaba mal.
Incluso hasta su padre había hecho de su hijo, un ejemplo a seguir. Una forma de que él mismo debía cambiar su actuar.

Los Malfoy ya no serían lo que fueron. Serían algo mucho más grande.

El día de la graduación había llegado, la fiesta había sido un sueño total. Harry había bailado con Draco. Hermione había vuelto, y los tres amigos hicieron de esa noche algo demasiado especial.

—¡Ya vamos macabra universidad! —había gritado Ron. Esa noche mientras celebraba, con una botella de alguna cosa.

—¡Haré que chilles! —gritó igual Hermione.

Las primeras semanas de vacaciones las pasaron entre amigos y familiares. Draco como de costumbre se había ido a Francia, durante esas semanas y Harry, con Sirius, Remus y la familia Weasley. Incluyendo a los Granger.

Lo que significó dejar las últimas semanas para pasarlas juntos.
Harry y Draco. Solos.
Harry se sentía nervioso cuando escucho solos y cabaña en la misma frase. Su corazón casi había salido del pecho. Pero nunca tanto como sintió Draco cuando estaba hablando con un Sirius de mirada sería y sostenía los bolsos de su novio, para llevarlos al equipaje.
El rubio había tenido parejas, había hablado con suegros. Pero nada se asimilaba a lo que sus ojos veían.
Posiblemente el nerviosismo iba, en que las cosas eran en serio con Harry Potter y tenía un enorme miedo de la cagarla por primera vez.

Cuando se encontraron camino en la carretera, Harry sostenía una mano de Draco, y la otra, del rubio, se mantenía firme en el manurió.

—Las cosas realmente han cambiado. —susurró Harry. Draco lo escuchó.

—Sí. Mira que al final sí termine amando al nicho flacucho de la clase. —una risita escapó de sus labios.

Una música suave inundó el interior del auto, mientras poco a poco los ojos de Harry se iban cerrando.

No los abrió hasta que sintió un piqueteo en su hombro, Draco lo movía despacio. Pero le gustó la idea de abrir los ojos y ver la sonrisa de su novio.

—Llegamos.

Harry miró, una cabaña a unos metros, en medio de árboles que desafiaban con tocar el cielo. El aroma y el aire eran una cosa totalmente agradable.
Y ni que decir de los colores que tenía el lugar. Era hermoso.

A pasos cortos, camino junto a Draco.

—¿El equipaje?

—Ya esta adentro. —respondió el rubio.

—¿Me dejaste dormir todo este tiempo?

—Debía ser cortes con mí invitado. —la sonrisa que se curvo el sus labios mató al moreno.

La cabaña era cálida, aún cuando eran pasadas las diez. Harry se mantenía tomando un chocolate, sentado en el sofá que estaba junto a la chimenea.
Draco estaba en la cocina preparando un café. Vestía un buzo, junto a una camiseta holgada arremangada hasta los codos.
Se sentó cómodamente rodeando a Harry con un brazo pasado por su espalda. Mientras con el otro, sostenía su taza y le daba sorbos.

Al menos no el chico buenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora