Capítulo 9: William.

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-Sin duda alguna viniste en el momento adecuado

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-Sin duda alguna viniste en el momento adecuado.- Dijo Mike mientras cerraba su maletín y lo colgaba en su hombro derecho. Suspiro con cansancio y miro la hora. Eran las ocho treinta de la noche y su cuerpo se sentía más que agotado. El cansancio emocional era aún más fuerte después de casi tres semanas estar todo el día en el despacho.

Mike no mentiría si le preguntaran acerca del alivio que sintió al ver a William ingresar esta mañana en el despacho. Al principio se había sentido muy confundido con respecto a que ahora él se encontraba en Nueva York. Pero cuando William le dijo que había venido a ayudarle con los inconvenientes que se le habían presentado esas dos semanas Mike se permitió respirar tranquilo después de tanto tiempo.

Ambos hombres salieron de la oficina de William y se encaminaron a los ascensores. Muy pocas personas quedaban en el edificio, por lo que al momento de ingresar a estos todo estaba en soledad. El sonido de música clásica del elevador había roto todo el silencio acumulado que se había hecho entre los amigos.

Mike miraba con disimulo a su mejor amigo, que permanecía con una expresión seria y en silencio en todo el momento. No quiso presionarlo a decirle que le sucedía, pero comenzaba a preocuparse de su actitud. William siempre fue un hombre reservado, pero con Mike era diferente. Eran amigos, y tenían la suficiente confianza de hablar de lo que sea que le ocurriera al otro.

-¿Quieres ir por un trago?.- Ofreció Mike.

-No tengo ánimos de ir a un lugar infestado de personas.

-El Rudy's suele estar tranquilo a esta hora. Vamos, podemos ir y tomarnos un trago con tranquilidad.- Trato de convencerlo Mike. William al final terminó accediendo y juntos caminaron hasta el bar que no estaba muy lejos del despacho de ambos abogados.

Efectivamente Mike había tenido razón. El bar estaba bastante tranquilo. Solo habían algunos hombres y mujeres bebiendo tranquilamente en sus respectivas mesas, y otros tantos en la barra.

William y Mike se dirigieron a una mesa que estaba situada en el rincón del bar. No pidieron comida, solo una botella de tequila.

-Ahora si. ¿Me dirás que te sucede?.

-No sé a qué te refieres.- Mike resopló con frustración.

-Sabes a lo que quiero llegar. Has estado raro todo el día. Muy pensativo y callado. Vamos Will, dímelo.

-No me digas Will, sabes que odio que me llamen así.- Ordenó con voz seca. William tomó la botella y se sirvió tequila. De un solo trago bebió todo el contenido, y después volvió a repetir el mismo procedimiento.- ¿Qué quieres que te diga, Mike?. ¿Necesito explicarte el cómo me siento?.- Una risa amarga brotó de su pecho.

-¿Cómo están las cosas por Oregon?. No quise agobiarte con un montón de preguntas en cuanto llegaste. No te veías bien.- Admitió el chico mirándolo con cautela. Ante los ojos de Mike William parecía más viejo y cansado. Era extraño verlo de ese modo cuando a William siempre se le había caracterizado por ser un hombre arreglado y con postura. Ahora su rostro lucía una barba de tres días sin rasurar, y sus ojos estaban ligeramente hinchados.

-Él despertó y se sana cada día. No sé con exactitud que ocurrió en todos los años en que se le dio por muerto, pero es más que obvio que no fue así.- Mike asintió. Katrina lo había puesto al corriente con todo lo sucedido con respecto a Owen.- Él está vivo.

-Lo sé, Owen lo está.- Los puños de William se apretaron al escuchar el nombre del soldado. Para Mike no pasó desapercibido eso. Se quedaron en silencio un momento. William ignoró todas las advertencias de Mike con respecto a los shots de tequila que llevaba.

Necesitaba ahogar todo, necesitaba sentir la quemazón en la garganta que lo distrajera del continuo vacío que sentía en el pecho.

-Debería acostumbrarme a esto.- Murmuró después de un rato. Trato de acomodarse en la incómoda silla, pero su vista comenzó a moverse. Tambaleándose un poco soltó una carcajada al ver como Mike se levantaba y lo ayudaba a estabilizarse.

-Joder William, ya nos vamos de aquí. Fue una mala idea el decirte que vinieramos.

-No, para nada. Debo acostumbrarme a esto... el venir aquí, ahogar todo en alcohol como un ser humano patético, para después regresar a una casa fría y llena de soledad.- Mike se quedó quieto. Lo miro con confusión.

-¿De qué carajos estás hablando?.

-De lo más que evidente, Mike. Alanna se quedará en Oregón con el amor de su vida. ¿Qué le impide estar con él?. ¿Yo?, por supuesto que no. Existen los malditos divorcios, ¿lo recuerdas?. Somos jodidos abogados, y sabemos de todo eso.

-¿Alanna dijo eso?.-Casi gritó Mike. Algunas personas lo miraron, pero él las ignoró.

-No lo ha dicho, pero vamos Mike, tú sabes que ella ama al soldadito.- Escupió William sin evitar el deje de despreció en su voz al hablar. Mike lo sostuvo con más fuerza, al ver como William perdía el equilibrio de nuevo.

-También te ama a ti.- William se quedó en silencio. Terminó el poco líquido que quedaba en su vaso de un trago.

-Ese es el problema, mi amigo. Ya no sé si ella de verdad me ama lo suficiente para dejar atrás al que siempre amó. No sé si yo pueda competir contra eso.

El camino fue corto. Mike manejo con cautela en su automóvil hasta la casa de William y Alanna. En todo el camino William se mantuvo murmurando cosas indescifrables mientras trataba sin éxito quitarse la corbata caoba que traía puesta.

Estacionando el automóvil en el jardín de los Aznar, Mike se bajó y procedió a ayudar a William a caminar, que se tambaleaba a cada paso que daba.

-Vamos hombre, te llevaré a la cama para que descanses.- William rió al escucharlo hablar. Mike rodó los ojos y con trabajos busco entre las cosas de William las llaves de la casa.

Todo en el hogar estaba en perfecto orden. A pesar de que ambos estuvieron fueras por dos semanas de la casa, William había contratado a alguien que se encargará de la limpieza mientras ellos no estuvieran para hacerse cargo.

Con torpes pasos subieron las escaleras hasta llegar a la habitación, que tenía un olor a aromatizante en el ambiente. William no se molestó en quitarse los zapatos. Solo se dejo caer en la cama y de inmediato cayó en un profundo sueño.

Mike suspiró con cansancio y se mantuvo de pie mirando al hombre que estaba demasiado alcoholizado para poder meterse correctamente entre las sábanas. Por suerte no hacía frío.

-Traje a William a la casa.- Fue lo primero que le comentó Mike a su esposa por teléfono en cuanto salió de la habitación.

-¿Cómo se encuentra?.- Preguntó Katrina con preocupación.

-No muy bien. Piensa que Alanna se divorciara de él para volver con Owen.- Murmuró. El silencio en la línea tenso a Mike.-¿Lo hará?.

-No he tenido la oportunidad de hablar con Alanna de esa situación. Está demasiado concentrada en la recuperación de Owen. No sé qué hará ella, Mike.

-Kat él es mi amigo, y sabes que los quiero a ambos, pero no quiero que William sufra.

-Yo tampoco quiero que ninguno de los tres sufra, Mike. Pero no está en mi influir en las decisiones de Alanna. Ojalá nunca haya ocurrido algo como esto.- Mike suspiro. Si, ojala las cosas jamás hubieran ocurrido de está forma.

Mike medito todo eso mientras contemplaba la fotografía que colgaba de la pared. William y Alanna estaban abrazados, sonriendo con felicidad al lente de la cámara mientras festejaban su boda.

-Joder.- Murmuró el chico mientras daba media vuelta y dejaba detrás la fotografía. 

[Al final]   Back To The Start.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora