"El Cambio"

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-Sigues siendo igual, siempre robando ala chica.

-¡¿Encerio, otra vez?!

-¿Konrad?, ¿Que haces aquí?

-No vas a cambiar. Stephany hice el maldito esfuerzo de tomar esta asquerosa forma de adolescente humano para hacerte mía ala buena pero por lo que veo no vale la pena mi esfuerzo.

-No entiendo, ¿A qué te refieres?

-Stephany no sientes eso.

-¿Quién eres en realidad, siento una presencia maligna saliendo de ti.

-¿Encerio no te das cuenta?, Mirame bien.

Ambos miraban para descubrir quién era, cuando se percataron de que ya lo avían visto antes, esos ojos que inspiraban maldad y esa sonrisa cínica.

-Dormamu.

-Felicidades pero debo decir que te tardaste mucho.

-¿Cómo es que conseguiste esa forma?

-Con un hechizo, tonto.

-¿Ahora nos vas a matar?

-No, necesito una última cosa.

-¿Que?

-El libro de cristal, ustedes lo tienen ¡Entregué lo!

-No lo tenemos, ni siquiera sabemos dónde está.

-No se hagan los tontos, ustedes deben de tenerlo por eso protegen ese colegio.

-Alexis -ahora susurraba- si Dormamu cree que nosotros tenemos el libro y además que por eso protegemos el colegio.

-Quiere decir que el libro está en el colegio.

-Ustedes dos dejen de susurrar y entreguen el libro de una vez.

-Ya te dijimos que no lo tenemos.

-Mentira.

-Ellos dicen la verdad, no tienen ni idea de dónde está el libro.

-Pero miren quien llegó, el sacerdote de pacotilla.

-Sigues igual Dormamu.

-Si no lo tienen, que lastima pero hoy morirán.

Los cuatro tomaron posiciones de pelea. No sé percataron que el Dormamu que estaba frente a ellos era falso y que el Real, estaba detrás listo para atacar.

El sacerdote lo notó justo a tiempo y evitó que acesinara al príncipe.

-Maldito, te vales de trucos.

-Tonto por algo lo llaman el señor de los engaños, ¿Qué no has estudiado los libros que nos dió el sacerdote?

-No, me la pasé planeando todo esto y gracias al señor de los engaños, no pudimos hacer nada.

-Ustedes basta de hablar, el vino por el libro y ustedes dos no le sirven, porque no saben nada en cambio yo sí.

-Entonces nosotros lo protegemos, no podemos darnos el lujo de que gane está batalla.

-Tiene razón.

-¡Mierda! Estamos en desventaja mientras sea de noche y además en un bosque.

-Debo admitir que esa parte es mi culpa, debí a ver pensado mejor las cosas -esta a muy nervioso-

-No es su culpa magestad, yo debí notar la presencia extraña del chico.

-Esto es culpa mía no tuya, yo debí darme cuenta, si no me hubiera enojado esto no habría pasado.

Cristal MagicsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora