Mis experiencias en Animal Crossing

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Porque en ese juego social me encontré de todo.

Para empezar, Animal Crossing es una saga de Nintendo cuyo casi inexistente argumento consiste en que tu avatar se muda a un nuevo pueblo. En él debes empezar una nueva vida y hablar con tus vecinos, ser el esclavo sexual de Tom Nook, cabrearte porque Ladino te ha vuelto a estafar y tener que siportar las indirectas de Sócrates para que dones cosas al museo. Ah, y que los vagos de tus vecinos te manden recados y que los alimentes.

Pero lo importante no es mi pueblo en sí, sino lo que viví con la gente que también jugaba. Hablaré, sobre todo, de mis experiencias en Animal Crossing: New Leaf, ya que muchas se basan en lo ocurrido con otros jugadores. Fue por el 2014, cuando el juego estaba en su boom. Y claro, yo tampoco tenía muchos sesos y aquí hay cosas de telenovela.

En el juego puedes viajar a una isla de forma online y jugar con gente de otras partes del mundo. Curiosamente, todo el mundo se cruzaba con japoneses menos yo, que sólo encontraba a europeos y estadounidenses.

También estaba la opción de jugar con gente de tu país, cosa que yo siempre elegía. Básicamente porque si me encontraba con japoneses (que al final tardé un año, pero lo hice) pasaban de mí, los franceses como descubrieran que eras español se ponían a hablarte en su idioma y yo sé francés pero poco, y el resto de gente como que meh. Yo quería conocer latinos porque por lo menos hablábamos el mismo idioma y además servían para cuando era de madrugada y de España no estaba ni cristo.

En fin, conocí a mucha gente en la isla de mi país y yo los agregaba para poder jugar en mi sensualoso pueblo o yo en el suyo. Y anda que no hice amigos. Por lo que, tanto cuando estábamos en un pueblo (lugar donde se desarrolla el juego) o en la isla, viví unas cuantas cosillas.

1. La vez que me robaron y armé la de dios.

Pues sí, en Animal Crossing la gente también roba, principalmente flores. Pues bien, conocí a dos muchachas que resultaron ser gemelas, unas ladronas. Bien, yo tenía por allí a una amiga (vamos a llamarla Rigoberta) quien me hizo el favor de transformar rosas negras en doradas porque en mi pueblo no podía. Esto es porque para ello deben marchitarse primero y yo esa opción no la tenía.

Una vez, mientras estaba en su pueblo y nos ausentamos, apareció una de ellas y se llevó mis rosas. Empecé a acosarla para que me abriera las puertas de su pueblo, pero no lo hizo.

Lo mejor es que su hermana se puso "novia" en el juego con un amigo y claro, nos cruzabamos en su pueblo y una vez me dijo "Mario, mira que robar a tu amiga", asi que, después de decirle un montón de cosas para nada bonitas, añadí:

"Vamos a ver, gilipollas de mierda, si las rosas eran mías, ¿cómo me voy a robar a mí mismo?".

Incluso empecé a decir por todo el juego que eran unas ladronas y a despretigiarlas. No sé qué pasó con ellas, pero al menos unos cuantos quedaron advertidos de no agregarlas y dejar que fueran a sus pueblos.

Y, por si os quedasteis con la duda, ella siguió insistiendo en que me había robado a mí mismo.

2. En la isla también se puede tener sexo.

No literalmente, pero la gente es muy salida y sabe cómo apañárselas. Hay multitud de casos, tanto los que he visto yo como los que me han contado. Todos son oro puro.

Una vez llegué y en vez del típico "Hola" que suele decirse, leí que una le decía a otra: "UN CHICO, FOLLATELO".

Otra vez estuve con un chaval que se colocó detrás de un arbusto, después de fingir que se había desnudado, hubo un silencio hasta que me dijo:

—Ya puedes empezar.

—¿A qué?

—A chuparla.

No sé si le ignoré o le dije algo más, solo sé que empezó a insistir para que lo hiciera. Al final, me cansé y corté la conexión, porque ya empezaba a dar mal rollo.

Otra amiga (a quien voy a llamar Ignacia) se puso a decirme por un chat que había en el juego que dos hicieron dos hoyos para simular que era una cama y empezaban a escribir gemidos mientras le daban de lado. Lo mejor fue la siguiente frase: «Ha venido una rubia y ha dicho de hacer un trío». Y así fue.

3. Contar historias de terror muy normales.

Rigoberta, Ignacia, otro chaval al que le voy a poner Facundo, y yo solíamos contar historias de terror.

Siempre era de madrugada, pasadas las doce, y nos llevaba horas. Por normal general, buscábamos por internet, las leíamos y luego contábamos de lo que nos acordábamos. Era algo pedante, pues el juego apenas te deja una línea para escribir. Al final uno terminaba con la marca del lápiz táctil en la mano.

En fin, ¿alguien conoce el Creepypasta de "No solo los perros lamen"? Pues bien, nos contó Facundo esa historia algo distinta en la que un loco se escapa de un manicomio. La madre cierra puertas y ventanas y se va a dormir. Es la versión de siempre, con la diferencia de que por la mañana se encuentra con sus dos hijos muertos y el perro destripado. Además del mensaje escrito con sangre en la pared.

Ignacia y yo no dormimos nada esa noche. Rigoberta sí, que se quedó frita a mitad de la historia.

4. Hablemos sobre elefantes rosas.

Resultó que el tal Facundo estuvo un tiempo sin jugar y volvió tras tres meses. Pues cuando lo hizo se comportó de una manera muy extraña y se puso a hablar sobre elefantes rosas y cosas que no tenían ningún sentido.

Pues bien, Ignacia le preguntó si realmente quería estar con nosotros y en vez de responder se desconectó.

Jamás volvimos a verlo.

5. El escondite.

Algo que aprecio mucho y que es una historia más o menos normal es cuando jugaba al escondite con las chicas antes mencionadas y otro chaval. A él le voy a poner Pacofacho. En fin, solíamos poner un cronometro y jugar en el pueblo de Pacofacho porque tenía muchos árboles y era genial para esconderse.

Uno tenía que buscarnos a todos antes de que se acabara el tiempo y el último en ser encontrado le tocaba buscar para la próxima. Nos podíamos tirar hasta horas jugando.

Mi parte favorita era cuando yo tenía que buscar y Rigoberta me decía: «has pasado por mi lado tres veces y todavía no me has visto».

6. A mí no me borra nadie, bitches.

Una vez tuve agregada a una niña con la que nunca hablaba, así que decidí borrarla, porque lo único que hacía era ocupar espacio. Resultó que, tiempo después, al coincidir en un pueblo y no verme en línea, descubrió que la había borrado.

Ella se ofendió muchísimo con un "a mí no me borra nadie".

Y así fue cómo empezó la pelea de insultos por la gilipollez más grande del mundo.

7. Somos novios y yo sin saberlo.

Literal, esto pasó.

El amigo de Pacofacho, Eustaquio, le pidió a Ignacia ser su novia. Pues bien, ella creyó que se refería al juego y aceptó.

A los pocos días, nos quedamos flipando cuando Pacofacho nos dijo que Eustaquio iba diciendo por su escuela que tenía novia. La pobre Ignacia se quedó de piedra cuando descubrió que él se había referido a ser novios en la vida real. Resultó que, al no especificar, ella sobreentendió que hablaba de ser pareja dentro del juego.

Finalmente le explicó que ella creía que se refería a ser novios en el juego y lo dejaron.

Todo digno de una telenovela.

Y esto es to, esto es to, esto es todo, amigos. Me gustaría saber cuál ha sido vuestra experiencia favorita y si os ha gustado esta sección. ¡Hasta la próxima!

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