P R Ó L O G O

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Su mente estaba tan o más intranquila que su pierna izquierda que golpeteaba sin cesar el suelo. Se había quedado sin uñas que morder hace ya horas atrás y los puños de cereal que metía a su boca cada tanto que dejaba de mirar directamente hacia el pequeño coso blanco sobre una servilleta en la mesa, amenazaban con ser su próximo boleto de ida a dejarlo todo en el escusado.

¿Había leído bien las instrucciones de esa cosa? ¿Se había saltado algo en la décima vez que releyó el pequeño folleto? No, pero sentía que estaba haciendo las cosas mal porque podía jurar que llevaba horas ahí sentada sin despegar la vista de la tercera prueba de embarazo que se hacia a lo largo del día.

La tercera es la vencida. O eso quería hacerse creer a ella misma.

Aquellos signos de positivo que habían soltado las primeras pruebas debían estar mal, porque debían estar mal, dañas, defectuosas... Aunque eran de marcas diferentes. Había entrado a toda carrera a la primera farmacia que vio, tomado una cesta y metido en esta todas las pruebas de embarazo que pudo, como una autentica loca que a resbalones le había lanzado sin querer casi todas las cajas a la chica Emo de la caja registradora, quien después de una monótona conversación sobre venderle su alma a no se quien le había aconsejado solo llevar tres.

La primera es para probar, la segunda para confirmar y la tercera es para que te des cuenta ya de una estúpida vez que debes lanzarte a llorar porque , ¡Felicidades, estas embarazada

Pero ella no quería creer que la había embarrado de una forma masivamente intergaláctica. Por ello estaba en la fase de la negación mientras trataba de no pestañas al mirar el palillo blanco sobre la servilleta en la mesa.

—Matanga dijo la changa. La changa dijo matanga...  ¿Qué tonterías estoy diciendo? — se golpeó la frente con la palma de su mano y negó mientras lloriqueaba —Empiezo a delirar. ¡¿Qué es una Matanga, y por que le diría algo a la changa?!

Sí, estaba delirando por alguna extraña sobredosis de nerviosismo que había inundado su cerebro, ¿Era siquiera eso posible? En aquel preciso momento lo imposible lo había lanzado por la ventana junto al vestido que había usado aquella fatídica noche.

Bueno no, se engañaba a ella misma. Aquella noche no había sido fatídica ni por asomo, ni por un poco, ¡Ni de chiste!... Había disfrutado bastante de esa noche, medio ebrios y todo, aquel posible bebé accidente surgió de una noche que de fatídica tenía lo mismo que un Mikaelson tenia de feo. Aunque Finn podría verse en duda, y solo porque Finn no caía bien... ¡Ya estaba volviendo a delirar! Seguro en la Fatídica-barra-noFatídica noche también estaba delirando. Nada bueno podía salir de la combinación de alcohol, calor, hormonas alborotadas, lívido por las nubes y un vestido pecaminoso que le habían obligado a usar. El rojo era el color de satán... Y de los embarazos accidentales, al parecer.

Es que en medio de tanta calentura sus neuronas, las de ambos, no habían podido pensar en un condón? Con-don, esa cosa que tiende el don para que no haya futuros bebés corriendo por allí, por algo se llama condón, ¡Por que tiene dones!, ¡Y usa uno si no quieres terminar con una bendición pinche adolescente hormonal! Genial, ya hasta tenia la frase perfecta que decir en uno de esos comerciales para prevenir embarazos adolescentes, solo faltaba agregar algo como, si lo metes o te lo dejas meter, es bajo tu propio riesgo.

Lastima que no había seguido la tonta frase, ella era adulta y conocía bien esa frase dicha por su madre, tenía... -No iba a recordar su edad porque aquello también era un detonante a otro ataque a su ya inquieta cabeza - Aveces las personas que suelen ser cuidadosas con cada uno de sus movimientos, como ella, y les apena siquiera respirar cerca de otro ser humano, se vuelven totalmente diferente con un poco de alcohol. Se parecía a una versión femenina y americana de Rajesh Koothrappali de The Big Bang Theory cuando al principio de la serie presento el no poder comunicarse con mujeres si no consumía alcohol, ella era así, con la diferencia que le pasaba con ambos sexos.

Era un desastre sin duda.

El pequeño sonido de campana que soltó la alarma en su celular le avisó que la hora había llegado. El momento que indicaría un cambio radical a sus días, a su vida entera. Tenía tanto miedo en aquel instante que sus manos apretaban sus rodillas mientras titubeaba en si tomar o no tomar aquella prueba y mirar el, ya sabido y recontra-archi-mega confirmado simbolito destruye abdómenes planos. Podría lanzarla por la ventana junto a las pecaminosas telas rojas que ahora colgaban de el asta de la bandera del vecino de abajo. Pero - como la primera vez que lanzo algo por la dichosa ventana- eso no resolvería ninguno de sus problemas. Muy a su pesar.

Si lanzar objetos por las ventanas resolviera problemas, ya se hubiera lanzado a ella misma, pero no como una cosa eh, si no como una desesperada mujer al borde del colapso.

Oh santo cielo, esto no era como ser Hayley Marshall y estar embarazada de Klaus Mikaelson, no, ¡Era peor!... Oh bueno si ella lo pensaba mejor, no. Aquí no había vampiros, pero era un jodido problema como en la serie.

—Universo, que te he hecho yo Universo — miró al techo de su departamento elevando los brazos —¡Soy buena persona! Ayudo a los ancianos a cruzar las calles, dono a los refugios y, y... ¡Y Alimento a las palomas del parque! ¡Y sí, quizás una que otra este al borde del sobre peso!... Como mi gato...  ¡Pero se le ve feliz con mi alimento! — se coloco de pie alzando mas los brazos hacia el techo —¡¿Qué hice mal universo?!

—¡Callate!

El grito casi le da un infarto, haciéndole saltar del susto y tapar de forma inmediata su boca con sus manos. El vecino había golpeado la pared con fuerza y soltado ese grito, trayendo consigo toda la vergüenza posible al cuerpo de Betty Lisa Stepleton, enrojeciendo su cara y acelerando su asustadizo corazón.

—Eh... ¡Lo siento!

Se llevo las manos al rostro y negó con la cabeza. Ya era preocupante la capacidad auditiva que poseía su vecino, pensaba que sería capas de escuchar una aguja caer al suelo. Resoplo frustrada y tomo la prueba con todo y servilleta de sobre la mesa, mordiéndose el labio y cerrando los ojos por un momento, se preparo para confirmar lo ya confirmado con la segunda prueba. Porque sí, lo sabía ya, era obvio. Pero su tosudes le animaba vagamente a estar esperando que enserio todo hubiera sido una confusión rara de la tontas primeras pruebas.

Le echaba la culpa a su incapacidad de sacar mala nota en un examen, era culpa de su inteligente cerebro, ¿o su vagina? No, era culpa de su cerebro y su persona que se negaba a sacar un negativo en cada prueba que había realizado en su vida, fue la segunda mejor en su universidad, ¡Pero era ingeniera en sistemas, no en prenatal o lo que sea que venga con que te saquen un ser humano miniatura de dentro de ti!

Bueno, de inteligente no había tenido nada cuando tubo sexo sin protección. No podían juzgarle, cosas así pasaban en todo el mundo. Ahora quedaba ver el resultado del palillo blanco solo para echarle más leña al fuego y luego pensar como frijoles le iba a decir al futuro padre del futuro bebé, al hombre que disfrutaba de su libertinaje siendo un fiestero a lo grande.

Resoplo y sacudió la cabeza dos veces antes de abrir los ojos y mirar lo que ya sabía.

No sabía, si se había ido la luz o se había desmayado. Pero lo que si sabía, era que confirmo lo que ya sabía que confirmaría.
Estaba embarazada de su mejor amigo, Tony Stark.
Por Aslan, que tonta Betty Lisa, merecía mil Derek's Hale fulminándole con la mirada... Bueno, no se quejaría, ¡Pero ese no era el punto!

Klaus Mikaelson, híbrido psicópata, sacame el corazón amor. Lo merecía por descuidada.

—¡Universooo!

 Betty's Problem - Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora