Situación irreal

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¿Qué estaba pasando?

No lo entendía, el tiempo se ¿detuvo?, la monocromía lo envolvió, observo a pandora separada unos metros de su mano, vio la luna, y las gotas saladas que habían salido de sus mejillas.

Estaba suspendido, mi alivio se detuvo y la desesperación llegó.

¿¡Qué estaba pasando!?

Silencio.

No había quien me respondiera, o eso pensé, más pronto salí de mi miseria interna con la llegada de una bella melodía, y el recuerdo de mis momentos felices paso frente a mis ojos, como una película con el piano de fondo.

Quería llorar, pero no podía moverme, las lágrimas no salían, la melodía se fue tronando más triste y desolada, cerré con esfuerzo mis ojos, y una solitaria tranquilidad me invadió, mientras sentía como me iba quebrando.

Lluvia.

El funeral de mi padre, las gotas inclementes y tranquilas acariciaban mi cuerpo y el ataúd, camuflando mis lágrimas, escuchando mi muda promesa, que me obligaba a ser fuerte.

Una gota, lluvia suave.

Recuerdo como la foto de mi madre se quemaba frente a mis ojos, no habían podido encontrar su cuerpo, ella y miles de pasajeros se esfumaron en el fondo del océano, observe más a detalle el brillo incandescente y cálido, deseando tocarlo para ver si me daba un poco de su calor, yo me sentía frío, no derrame lágrimas, no debía, pero por dentro me quebré.

Recuerdo el abrazo de Ji y Aoko, mientras me brindaban un poco de su calor y su tiempo, para curar, aunque sea un poco mi solitario corazón.

Mil gotas, tormento en la lluvia.

Kid ese día no pudo sonreír, Kid ese día fue frío y distante, recuerdo que maldije una y mil veces a pandora, la odiaba, me arrebato a mi padre y ahora a Ji, pero en el fondo me culpaba por pedirle su ayuda, aun cuando era mi misión.

Un millar de gotas, lluvia carmín.

Me aferré a Aoko, y busqué su felicidad para sentirme menos culpable, ella era todo lo que me quedaba, la vi tan feliz cuando salió con Hakuba, y le amenacé con hacerla feliz.

Meses después Aoko recibió una beca en Francia, me alegre, mi vida que por esos tiempos estaba siendo amenazada era un problema, por eso ¿Que mejor que alejarla por su propio bien? ¿Que mejor que ayudarla a ser feliz y seguir viva?, mientras más lejos estuviera de mi mejor y además cumpliría su sueño, pero ella se negaba a abandonarme, yo, haciendo uso de mi mejor mascara, de mi mas puro deseo, que viviera, le dije que estaría bien, que ella sería feliz allá, que podría vivir sus metas y volverse una gran mujer, entonces podría volver y traerme un poco de su felicidad.

Mas cante victoria muy rápido, porque pronto aquello que di por salvo se perdió... y se perdió... para nunca volver.

Dos meses y el incidente denominado "lluvia carmesí" ocurrió, su nombre se debe a la lluvia de balas con las que atacaron dejando un rio carmesí en un día gris, muchos murieron, dejando su sangre en el lugar, pintando de color rojo, las incoloras y tristes casas que había cerca.

Aoko estaba ahí, puedo ver las fotos del caso en mi mente, y su cuerpo lleno de balas, el suelo rojo a su lado, inundado de carmín, el futuro de mi mejor amiga chorreando por la alcantarilla, me sentía hundido, como un simple espectador de tragedias demasiado cercanas, el inspector Nakamori lloro y se volvió alcohólico, Hakuba se alejó y volvió a Londres semanas después de la noticia, no podía dejar de llorar, me sentía vacío, tan, tan, tan vacío...

No importa cuanto repitiera palabras de consuelo, cuanto sonriera o tratara de decirme a mi mismo que podía, porque simplemente no, la luz no quería llegar, estaba lejos y yo ya no la alcanzaba, todo se había acabado para mi, las pesadillas, miles de preguntas, la culpa mas y mas pesada.

¿Porque seguía aquí?¿Porque no he muerto?¿Que esperaba? quería morir, necesitaba morir ¿Entonces? ¿Que lo detenía?

 La respuesta llego a su mente, pero antes de acabar consigo mismo, se prometió acabar con aquello que comenzó su desgracia... pandora...

Ya nada importaba, todo acabaría pronto ¿no?

Ultima luz.

Pero llegaste tu Detective, y por momentos tu presencia me ayudaba a olvidar el dolor, tuve que transferirme a Bekia para evitar mi muerte y más amenazas, me enamore de ti, como nunca lo creí de alguien, aunque también te envidiaba, tú te lamentabas por traer muerte, más aun así quienes querías seguían a tu lado, cuanto y aunque sonaba egoísta en mi mente no daría yo por ver cadáveres todos los días desde que ellos sigan ahí, conmigo, a mi lado.

Aunque ya no importa, se han ido jamás volverán, igual que tú, te alejaste de mí, te confesé lo que sentía como yo, pensando que tendría una oportunidad, ya que odias a Kaito Kid.

Igual fui rechazado.

Lluvia final.

El piano resonó, me relajé, sintiendo las caricias de la que se suponía, era lluvia, abrí mis ojos y nada había cambiado, era solo mi percepción, que guiada por el sonido y el sentimiento me llevaban a creer que estaba lloviendo, tal y como en esos días.

La melodía terminó, vacío, vacío era todo lo que sentía, el melifluo de la melodía parecía haberse llevado todo mi sentir, incluso el dolor, incluso la tristeza.

Vacío, monocromo y eterno.

Y de repente una risa.

Sádica, cínica y llena de perdición, abrí mis ojos de nuevo y observé a pandora de nuevo, está brilló en rojo, emitiendo ondas, juraba que era la risa de la joya.

Al fin un sentimiento se instalaba en mi pecho: el asombro.

Seguí observando a pandora y la melodía, que antes había frenado comenzó a repetirse, mi cabezo dolió sintiendo una punzada.

El sonido me dolía, penetrando y vaciando mi sentir, arrancándome el alma.

La risa se hizo más estruendosa.

-¿Te gusta el sonido? Es Prelude Op 28 n 15 "Gota de lagua" de Chopin- se escuchó una voz, de chica en tono divertido, quise gritar por las punzadas dolorosas, cada vez que sonaban las teclas del piano, mas no pude, mis labios no se movían.

-¿A que es bonito? El bello sonido de la soledad y el vacío, que se entremezclan con la lluvia relajándote al instante-de nuevo hablaba, y esta vez la joya comenzó a brillar hasta cegar y tomar forma humana.

Cerré mis ojos para después abrirlos sorprendido, ante lo que veía frente a mí.

Era una chica 14 años a lo mucho, cabello castaño y ojos de dos colores, uno azul, con grises y el otro negro, traía un pantalón negro holgado y una camisa violeta ombliguera, junto con botas grises y collares, ella tenía color, a diferencia de todo el monocromo y gris entorno.

Me observó risueña, mientras se estiraba y comenzó a caminar sobre la nada, hasta que estaba al frente de mí, la melodía se hizo más baja, como un susurro apenas audible, sonrió más amplio y con la punta de sus dedos tocó mi frente.

De repente la suspensión que me atrapaba se evaporo, dejándome caer, más antes de que cantara victoria al recibir mi muerte, ella me agarro de la muñeca, y me deposito delicadamente en el suelo.

Irrealidad.

No había color más allá de blancos, negros y grises, respiré, me sentía clamado y asombrado.

-¿Qué está pasando?- pregunté al fin, esperando que esta vez sí me contestaran.

Ella sonrió.

-todas tus preguntas serán contestadas, Kaito- 

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora