Un Shinyu, eso soy.

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A partir de este capitulo habrán mas narraciones ademas de la de Kaito.

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kaito

Abrí mis ojos con pereza, más pronto me levanté y decidí comenzar con aquella rutina que tenía desde que el mundo dejó de estar en "detención".

Eran las tres y treinta de la mañana, el sol aún no se dignaba a aparecer, mas después de estar cierto tiempo solo viendo blancos, negros y grises, esto era un manjar visual.

Me dirigí al baño, en completa tranquilidad, observando mi uniforme doblado en una cesta al lado, hoy volvía a clase, sonreí, hoy también se anunciaban los elegidos.

Paz, preludio.

Entre en la ducha, y dejé que el agua helada me atravesara, llenándome de serenidad, sintiendo como las gotas terminaban de despertarme, me tomé mi tiempo ahí, mas de la nada mi tranquilidad se vio interrumpida, la dulce melodía del agua comenzó a molestarme, sentía la soledad consumirme, por lo que decidí terminar mi "intento de ducha relajante".

Golpeé la pared con mi puño.

Debía sentir por completo la desesperación.

Debía recibirla, abrazarla y tomarla, unirla a mi y usarla como mi motor y mi fuerza.

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Cuando estuve listo, salí de mi habitación, bajé por las escaleras de la enorme mansión que es ahora mi casa, continué por los pasillos sintiendo inmensa soledad, respiré, se supone que no estoy solo, Kimura, ella esta conmigo ¿no? ¿si? No lo sé.

Dudas.

Suspiré de nuevo y antes de que pudiera darme cuenta la bruma de inseguridad se disolvió bajo un sonido suave, no tarde en reconocerlo como la melodía de un piano, aquel que antes me había llenado de infinita desesperación y ahora me traía profundo alivio.

Ella seguía aquí, a mi lado.

Seguí recorriendo el oscuro pasillo, que se encontraba iluminado levemente por velas, ahí en el enorme mesón se encontraba ella sentada, el gran candelabro iluminando, el fino olor de la comida, estaba sentada su pierna cruzada, el vestido corto de color violeta y su típica chaqueta en tonos grises, botas de tacón negras, un gorro negro decorativo de lado y sobre su cuello, aquel bello copo de nieve, tomaba el té con sus guantes blancos.

Sonreí típico de mi elocuente maestra abismal.

-Buenos días, Kai- me dijo Kimura, con tranquilidad y llenando mi pecho con alivio, no me había abandonado, dejé de sentirme solo, en cuanto la vi, no quería perder mi única luz.

BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora