Ellos son yo y yo soy ellos.

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Narra Kaito.

Después de las constantes lagrimas, y de ser mmm... ¿Consolado por un extraño? Junto con un terrible vacío en el pecho, comparable a una pérdida, comparado a cuando perdí todo.

Al final me relajé, Kimura y Crisha parecían estar mejor.

No pasó mucho como para que ambos ángeles decidieran llevarnos a un lugar adecuado para... charlar, una cabaña, la cual era igualmente blanca ¿Es que todo era blanco? me pregunté, todo el transcurso por la leve vegetación era de ese color, incluso el cielo mismo, lo único salido de tono eran los ángeles, Kimura y yo.

Por lo que procediendo a pensar que, en efecto, tal vez era yo el que no veía el color... no sería la primera vez... me recorrió un escalofrío, junto con diversos y perturbadores recuerdos, así que terminé  por concentrarme y pude percibir cierta barrera en mis ojos.

-Kai, ven-ordenó Kimura, que parecío consiente de mi situación , me acerqué y ella tomó mi mano, le observé sorprendido, notando la mirada de ¿Súplica? que lanzaba a Crisha, la cuál se encontraba al lado del chico.

La vi venir, y me puse firme, Crishatemo se posicionó frente a mi y estiró su brazo hasta mis ojos, sentí como si se rompiera un cristal en ellos y mucho ardor, pero me aguanté, ya había perdido suficiente dignidad...llorando frente a extraños.

Entramos en la casa, que ahora sí tenía color, y ambas Entidades Celestiales se dispusieron a buscar algo de comer.

Hasta ese entonces no me había percatado del hambre descomunal en mi interior, más no fue un problema, pues pronto ante mi aparecieron millones de platillos, analicé cada uno desde mi posición y me alivie al notar que mi enemigo mortal no estaba entre ellos, salí de mi ensoñación debido al golpe que Kimura me dio bajo la mesa, inevitablemente hice una mueca de dolor, para despues escuhar dos risas.

-Veo que te llevas bien con tu elegido- dijo Crisha, extrañamente risueña, nostálgica.

-Si, se puede decir que sí- respondió Kimura, seria y fría, pero más relajada, como si al tensión anterior hubiera sido la tormenta antes de la calma.

-Por cierto lamento... lo de las lágrimas- se disculpó Crisha, yo le miré ¿Reacción en cadena? Me pregunté internamente, Kimura asintió y no me moleste en regañarle por estar en mi mente.

Mi respuesta era correcta, eso explica el porque Kimura y yo lloramos después de que Crisha comenzará a llorar.

Sentimos su sufrimiento.

El dolor de una... pérdida.

Perida que parecía enlazada a Kimura, como si fuera una hermana mayor o una madre preocupada por su bienestar.

-Que inteligente salió tu compañero- pronunció el chico, que me enterraba su mirada cual cuchilla afilada.

-Kuroba Kaito, 18 años y cuánta soledad en tu pequeña alma, una piedra corrompida por el dolor, tu... tu te consumías y parte de tu primera escencia se ha perdido,  has estado tan solo, vivías por la magia, por tu familia y perdiste lo que amabas, sintiéndote la causa, perdiendo le esperanza en vivir, pero ahora que Kimura llegó es tu luz, quieres recuperar lo que se fue para no regresar- está vez Crisha describió, mi deseo, mi vida y mi relación con Kimura.

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⏰ Última actualización: May 06, 2019 ⏰

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