Uno.

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Movió el péndulo de Newton sólo para que coordinarse perfectamente con el tic-tac del reloj que colgaba en la pared. Volteó y miró el cielo agarrotado de edificios que rodeaban su propia empresa. Tal vez una casa de campo o en la playa le haría bien. Choi Min Ho sabía perfectamente que era un bastardo y, días como hoy, ni él mismo se soportaba. Su mal humor lo estaba tragando pero no había nada que pudiera hacer al respecto, su personalidad ya es así. Es serio, demasiado. Formal y muy cabrón. Una vez oyó a sus empleados decir que no tenía corazón. Idiotas, por algo estaba vivo ¿No?

Min Ho volvió sus ojos a los informes que estaba reajustado para un proyecto sugerido por uno de sus empleados más eficaces. Una asociación con una buena marca era bueno para promocionar a los modelos de su agencia. Aunque estaba confiado en obtener una positiva de la marca, realizar el papelerío lo estaba estresando. La encargada había cometido muchos errores en la redacción del documento y, apenas, se podía notar la petición real que se presentaba. Entonces el comunicador de la recepción sonó. El tipo se removió en la silla de cuero y apretó el botón aceptando la comunicación. Min Ho estaba listo para mandar al demonio a Irene por haber interrumpido su concentración.

—Irene, más te vale que sean buenas noticias o…— eso fue lo único que Choi logró decir hasta escuchar desde el otro lado de la línea un “No te subas allí… N-no, no cortes. Me van a desp…”. Eso hizo que Min Ho se preparara y se levantó de su lugar.

Mierda.

Sólo pasaron tres minutos y él ya oía pasos apresurados afuera. La puerta se abrió de un golpe y vio a su encargada de la recepción sujetando un cuerpo delgado desde la cintura.

—Señor, Choi… Juro que no violé el protocolo para sus visitas pero éste joven...— la chica fue interrumpida cuando de un tirón el chico se le safó de los brazos.

—Min Ho y todos aquí saben que para mi no existe la reservación de citas.— la chica miró a su jefe confundida, esperando la explosión en cualquier momento por la intromisión y el vocabulario informal del no invitado. Ella, incluso, estaba lista para el grito de despido resonando por todo el despacho. Pobre de ella que ni siquiera llevaba seis meses en Choi's aesthetic. Miró a su jefe tan asustada y luego miró al chico joven a su lado sonreír a su jefe… sin miedo. La sorprendió que existiera alguien en el mundo que pudiera sonreír descaradamente a Choi Min Ho sin sentirse intimidado con lo imponente y malvado que se veía ese hombre.

—Tae Min.— dijo Choi luego de unos segundos. El recién llegado abrió los brazos, a punto de hacer algo impensable y Min Ho carraspeó la garganta.—Irene, cancela mis reuniones con Kim hoy. Dile que iré a ver a los nuevos modelos mañana en la tarde.— su empleada lo quedó observando sorprendida, luego su jefe la miró con el ceño fruncido dándole una clara invitación a desaparecer de su oficina. Ella se despidió luego de una inclinación respetuosa de noventa grados y salió cerrando la puerta oscura de su jefe.

—¿Me extrañaste?— preguntó Tae Min mientras continuaba en la misma posición con los brazos extendidos, listo para abrazar a su gruñón…amigo. Min Ho sólo dio media vuelta ignorando el gesto y comenzó a caminar en dirección a su silla de cuero.—Tomaré tu prolongado silencio como un “Si, Tae Minnie lindo.”— dijo el más joven.

—¿Qué haces aquí?— preguntó Min Ho mientras se sentaba. En ningún momento lo miró a los ojos.

—¿Eso es todo? No me vas a besar o abrazar… Han sido años. Nunca cambias.—se quejó el menor. Min Ho siguió sin inmutarse y con la mirada de nuevo en los documentos.

—Pudiste haber ido directamente a mi departamento, Tae Min. Sé que sabes el código de entrada.— prendió su laptop para comenzar a pasar toda la corrección.

Weakness [2MIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora