Sofia había venido a pasar la tarde-noche conmigo, mi casa estaba vacía y ella sabía lo mucho que yo odiaba quedarme sola, estábamos recostadas en el sofá, viendo una que otra tontería en la televisión. Mis manos estaban enredadas en su cuello mientras ella yacía sobre mi pecho y estaba entre mis piernas, era la posición más cómoda, de repente sentí la necesidad de tenerla más cerca, íntimamente.
Mi mano se deslizo por sus pechos, ella no dijo nada, ella no me miro mal, ella no me detuvo y todo el aire que habitaba mi cuerpo se esfumó.
-Sofia...- dije casi sin aliento, ella solo levantó su cuerpo y se posó sobre mi, atrapo mis labios en el beso más sexy que jamás había recibido. Ella jamás dijo nada pero sabía lo que pasaría y estaba más que lista, mi novia era la mujer más hermosa y todo esto era un sueño.
-Te amo- dijo ella mientras caminábamos torpemente hacía mi habitación, nos tiramos en la cama y nos dimos cuenta que no había prisa, saqué su ropa lentamente, la aprecié desnuda lo más que pude, deje besos humedos en su cuello, clavículas, su bien trabajado abdomen, la estba haciendo mía.
