Estrella roja

20 4 1
                                    

Cedric nunca había pensado en intentar bailar, ya que la única forma en que había visto eso era en viejos archivos de la biblioteca. Sin embargo, era muy diferente examinar las cosas a sentirlas.

Moviendo sus pies lentamente, imitaba un baile que había visto hace mucho en una cinta bastante antigua. Cerrando los ojos intentó recordar la opaca melodía, y así, aún sin mirar, se puso a bailar torpemente.
Eva al escuchar movimiento se asomó por el marco de la puerta para observar al rubio en su danza de novel. Le parecía divertido ver cómo se las ingeniaba para asistir al baile.

Cedric, sin pensarlo o quererlo una imagen le cruzó velozmente la cabeza. El sonido de una risa muy cálida en un rostro femenino, parecido al suyo, que le miraba desde arriba.
Perdiendo la noción de sus movimientos Cedric tropezó, alcanzando a agarrarse de un mueble, abrió los ojos, sintiéndose  mareado por el repentino recuerdo.

—¿Estás bien? —Eva lo había tomado del brazo para asegurarse de que no cayera.

—Sí... Sólo tropecé —enfocando su mirada, el rubio la observó. Aquel vestido azul pálido le quedaba bellísimo—. Te ves... hermosa.

La tímida sonrisa con la que Cedric había dejado salir sus palabras hizo que el sonrojo subiera a las mejillas de Eva, quien agradeció el cumplido.

—Es mejor que nos vayamos —saliendo de la habitación con Cedric detrás suyo partieron hacia el baile.

Al llegar, los ojos de Cedric no podían dejar de posarse en cualquier cosa que sucedía en aquel lugar. Le parecía asombroso ver algo que solamente un vídeo o libro le habían mostrado.

—Prometiste demostrarme algo—Eva lo miró burlonamente, esperando respuesta.

—Y lo haré —dijo extendiendo su mano hacia ella— ¿Me permites?

Entrando a la pista el corazón de Cedric parecía querer salírsele del pecho, aún más cuando tomó la cintura de Eva para empezar a bailar.
El ritmo era notablemente más rápido, pero su persistencia de demostrar que podía era superior. Observar la sonrisa de Eva a cada segundo era oro para él, en sus pulmones el aire desaparecía y su alegría aumentaba. Por un momento no había otra cosa que ellos y la música, la cual hacía el momento más suyo pero especialmente vivo. Cedric entendía ahora que vivir no era solamente subsistir necesidades sino que significaba matizar cada instante de la vida.

El repentino final de la música los tomó por sorpresa. Eva jaló al rubio del brazo para que salieran de la pista, aquello había sido mucho para ella y necesitaba aire.

—No lo hiciste nada mal —dijo rompiendo el silencio.

—Acepta que lo hice mejor —devolviéndole la sonrisa, Cedric observó como los ojos de ella brillaban.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Cedric, borrando su sonrisa. El sonido tan conocido de las fuentes de energía abrumó sus oídos y el choque de metal lo preocupó.
Estaban a punto de llegar e irían por él tan pronto pusieran un pie. Su situación era una bomba, la cual estaba a punto de explotar.

VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora