♤Parte 11♤

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Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, no podía soportar más. No era de humanos soportar tanto tiempo eso. -¡Resiste!- me gritaba mi voz interna pero no era posible. No podía más.

— ¡No!— grité cerrando mis ojos y los froté con el dorso de mi mano derecha. Un par de lágrimas rebeldes ante mis indicaciones se asomaron.
— ¡Te lo dije! — carcajeó Lisa. — ¡Nadie me puede ganar!— Haru reía a carcajadas cubriéndose con sus pequeñas manos la boca y Bobby se apretaba el estómago tratando de no reír más.
— ¡Oh no! ¡Yo te ganaré!— insistí y froté una vez más mis ojos, respiré profundamente y una vez más nos pusimos frente a frente. Sus ojos abiertos de par en par me miraban divertidamente. Un pequeño soplido me hizo parpadear. — ¡Eso es trampa!— grité indignada y todos volvieron a reír a carcajadas.
— Acéptalo — se recostó en mis piernas — ¡Te gané!
—Me soplaste por eso parpadeé— me defendí, pero era inútil ella había logrado estar mucho más tiempo que yo sin parpadear.
—Jueces... ¿Quién ganó?
— ¡Tú!— anunciaron mi derrota al unisonó.
—Está bien—dije cabizbaja — ¡La respiración!— dije haciéndola enderezarse, los tres una vez más rieron. — Jueces cuenten.
— ¡Uno, dos, tres!— al escuchar el 'tres' tome todo el oxígeno posible para llenar mis pulmones y mis mejillas. Lisa movía sus cejas tratando de hacerme reír lo estaba logrando, pero si mi competitividad no fuera tan grande lo hubiera logrado por completo.
ㅡ ¡Rosé, pareces un tomate! ㅡ Haru dijo retorciéndose de la risa. No aguante más y solté todo el oxígeno y comencé a reír.
ㅡ ¡Dios! ㅡ dijo Rosé al mismo tiempo que respiraba agitadamente.
ㅡ ¡Y te volví a ganar! ㅡ fruncí mi ceño. Ni siquiera con piedra papel o tijeras había logrado ganarle. ㅡ ¿Ahora quién sigue contra mí? ㅡ preguntó y de inmediato ambos niños saltaban por el siguiente competidor.

Pasamos toda la tarde entre juegos. A pesar de la forma de ser de Lisa, en su interior estaba la persona más juguetona y cariñosa del mundo.

Terminamos de cenar, Haru y Bobby se levantaron dispuestos a ayudarme a levantar platos. Ya que Lisa prácticamente había huido. Miré sobre mi hombro logrando ver el reloj de pared. Nueve de la noche.
—Yo me encargo— les dije —Suban, un baño y a la cama ya es tarde— ambos asintieron con la cabeza y se acercaron para despedirse de mí con un beso en la mejilla. Como siempre salieron corriendo por las escaleras.
Tomé los platos y los hice una pequeña torre, los lleve hasta la cocina, tiré en la basura los restos que habían en los platos y los puse en el lavabo. Una vuelta más y tomé los vasos, y la mesa quedó como si nadie hubiese comido ahí.

Ya con todo en el lavaplatos ahora si comencé a enjabonar todo. Terminé y abrí la llave para enjuagar todo cuando sentí que se apoderaban de mi cintura. Me estremecí levemente y escuché la risa de Lisa.
—Siempre te retuerces así— susurró en mi odio.
— No me retuerzo, solo los gusanos lo hacen — ambas reímos. Se cambió a mi lado y comenzó a secar los platos que iba dejando en la barra. En menos de cinco minutos los platos y vasos ya estaban secos y en su respectivo lugar.

Terminé de acomodar el último plato y una vez más sentí sus manos en mi cintura. Pero esta vez me giró rápidamente y me alzó para sentarme en la barra. Riendo velozmente pasé mis brazos por su cuello. Tenía la cabeza hacia atrás para poder verme ya que había quedado unos cuantos centímetros más alta que ella.
—Gracias Rosé— dijo mirándome a los ojos en los cuales gustosamente me perdí. — Gracias por estar con nosotros — una de sus manos subió para acariciar mi mejilla.
— ¿Es broma?— reí y ahora yo acaricie su mejilla. —Gracias a ti por hacerme sentir como en una familia, por darme tanto cariño.
—Te amo— susurró antes de unir nuestros labios de la manera más dulce existente en la Tierra.
—Te amo más— dije separándome solo milímetros de sus labios —Y en eso si no me ganas...— sus manos se fijaron en mi cuello y me atrajeron una vez más a su boca.

El beso iba tomando poder conforme los segundos pasaban, cosa que no me molestaba en lo absoluto. Me dedicaba a jugar con su nuca mientras que ella acariciaba mi espalda por debajo de la blusa. Nuestros labios se movían a un perfecto compás, no había nada que me gustara más que esto, por nada del mundo cambiaría sus labios, por nada del mundo cambiaría estos momentos.

Sus manos subían y bajaban por mi espalda, haciéndome temblar bajo sus caricias.
Yo seguía jugando con su cabello, pero también quería tocar su piel. Me separé de sus labios y resistí mi deseo de regresar a ellos ya que el grosor y el tono que se habían apoderado de ellos los hacían aún más deseables. Tomé el borde de su camisa y sin más ni menos la levante, en automático alzó los brazos dejándome sacar en estos momentos la molesta camisa. Mis manos fueron a sus pechos, sus manos a mi cintura y sus labios a los míos.

— Lisa — jadeé entre besos.
— ¿Qué? — dijo rápidamente para regresar a mis labios.
—Estamos en la cocina.
— ¿Y?
— ¡Lisa! — Ella sabía perfectamente a que me refería. Reproché y ella gruño. Pero no será una situación 'cómoda' el que alguno de los niños bajara y nos encontrara... Bueno tan solo de pensarlo es terrible. —Mejor vamos arriba— cambié mi tono a uno cien por ciento seductor —Así no corremos tanto riesgo de que nos interrumpan— los ojos de Lisa brillaron de deseo y en dos segundos ya corría por las escaleras conmigo en brazos.

Su cuerpo se amoldó a la perfección con el mío al recostarme sobre la cama, me dediqué a observar su rostro centímetro por centímetro. Era perfecta. Acarició mi mejilla haciéndome reaccionar, ambas nos miramos y reímos.
—Eres hermosa— al parecer ella también me observaba con detenimiento. Sentí mis mejillas arder. Pero pasé mis manos velozmente por su cuello atrayéndola a mis labios y evitar que se diera cuenta de lo que había provocado en mí.

Dejaba un camino de besos, bajó por mi mandíbula hacia mi cuello, un hormigueo me recorrió por completo al sentir su lengua en contacto con mi piel, bajaba por mi clavícula hasta mis pechos, a estas alturas mi blusa junto con mi short y su pantalón ya estaban en algún lugar del piso. Sus besos seguían bajando y por ende mi espalda se curvo. Momento perfecto para deshacerse de mi última prenda.
Ahora solo una capa ligera de sudor cubría nuestros cuerpos haciendo más delirante el roce de piel contra piel.

Una de sus manos se deslizo por mi cadera hasta mi pierna, la tomó haciéndome levantarla y para acomodarla sobre su espalda uniendo así nuestros centros.

Clavaba mis uñas en su espalda y mis dientes en su hombro señal de que estaba por llegar. Tal vez quedarían un par de marcas, pero era eso o que todos los vecinos nos escucharan.
—No seré la única marcada...— jadeó entrecortadamente al recostarse sobre mi pecho. Hundió su rostro en mi cuello dispuesta a dejar una enorme marca.

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— ¡Por favor!— imploré por enésima vez —Solo será un rato.
—Si tú quieres ir, ve. — dijo seria, ¡Mierda! Cómo odiaba que se pusiera así.
—Sabes que si tú no vas, yo no iré— me giré, crucé los brazos y enfoqué mi mirada al televisor. Levantó su brazo y lo pasó por mis hombros pero rápidamente me hice a un lado, haciendo que su brazo callera.
—No te enojes— dijo riendo —Ya sabes que no me gustan esas cosas y ni siquiera me agrada Jennie ni yo a ella como para aparecer en su casa— no emití sonido alguno, seguía mirando la tv. —Ven— me tomó por la cintura y me atrajo a ella.
—Sabes...— quité sus manos —Yo si iré— me puse de pie y solo me acerqué para darle un beso en la mejilla. —Iré a arreglarme— sus ojos estaban a punto de salirse, no esperaba eso.
— ¿Irás?— se puso de pie.
—Sí— sonreí —Dijiste que si quería ir fuera, no me voy a perder el cumpleaños de mi mejor amiga— Me di la media vuelta y corrí hacia las escaleras. En realidad iría, no faltaría solo porque Lisa es una aburrida a la que no le gustan las fiestas.
— ¡Hey!— escuché que me llamaba y después sus pasos detrás de mí.
— ¿Si?— hacia todo lo posible por ocultar mi sonrisa victoriosa
—Iré— afino la mirada —Pero solo un rato ¿Queda claro?— sonreí enormemente y me lancé a sus brazos.

           

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Me, Myself  & IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora