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La ventana de mi cuarto tenía un alféizar. Era una de las cosas más hermosas que existían en mi casa. Tenía varios cojines de diferentes tamaños y muchas veces me sentaba a dibujar allí.

Fue el primer lugar al que Yoongi caminó apenas entró a mi cuarto. Habíamos comido un montón gracias a mi madre y yo seguía con la vergüenza en mi estómago a causa de mis amigos.

Eran las diez de la noche, se veía una suave niebla afuera además de oírse el sonido que hacía el viento contra las ramas del árbol que estaba al lado de la ventana.

Yoongi comenzó a mirar el cielo a través del vidrio mientras abrazaba un cojín y se acomodaba mejor en el lugar. Yo lo vi desde mi posición al lado de la puerta.

Se veía su cuerpo tendido, relajado. Los cabellos desteñidos despeinados y se mojaba los labios muy seguido, como dos veces por minuto. Sus ojos observando hacia arriba eran un elixir, se perdía en el cielo y en todos sus secretos. La hermosura y la pureza que me transmitió en ese momento no la pude sentir con nadie más, nunca.

De repente me di cuenta de que habían pasado como diez minutos y yo seguía de pie mirándolo. Él entonces despegó su vista del cielo y me sonrió.

—¿Vas a venir o vas a quedar mirándome toda la noche?— Me sonrojé al instante, lo sé, lo sentí. Caminé lentamente hasta sentarme en el espacio sobrante. Quedamos frente a frente, ambos abrazando una almohada cada uno. Suspiró cuando me acomodé por completo.

—Estos momentos son tan simples pero tan complejos...— Comenzó. Amaba cuando suspiraba porque eso significaba que iba a hablar. Ya lo dije antes, pero suspiraba porque podía hablar, se reafirmaba a sí mismo el hecho de estar vivo y que podía decir cosas.— Las cosas que siento cuando estamos en silencio tendrían que ser ilegales.

—¿Son muy malas?

—No Jimin, son muy buenas.- Abrazó mas fuerte su cojín y levantó sus ojos otra vez.— Me encantaría escuchar todos los sonidos que tiene el universo.

—¿El universo tiene sonidos?— Lo miré extraño, yo sabía muy poco de astronomía en esa época. En el colegio no era una materia, si veía algo era sólo en biología y porque el profesor cambiaba el programa.

Era horrible tener que privarme de saber cosas tan hermosas porque el sistema educativo estaba tan demacrado en ese aspecto.

Yoongi, en cambio, sabía mucho de esas cosas.

—Todo tiene sonido Jimin. Absolutamente todo. Nuestros pasos, nuestras respiraciones, las piedras que orbitan en la galaxia, los agujeros negros destructores, las ondas solares... hasta nuestras miradas tienen sonidos.— Lo miré incrédulo.

—Una vez leí en algún lugar que ya no recuerdo que las miradas suenan diferentes, dependiendo de lo que sienten las personas cuando miran.— Yoongi asintió como orgulloso por lo que yo había dicho, en total de acuerdo con mis palabras. Eso hizo un fuego dentro de mi pecho. Me puse feliz por esa forma que tuvo de verme.

—Las miradas suenan más fuerte cuando más importa...— Yoongi susurró. Aún miraba al cielo, si su mirada tendría un sonido sería el de un violín angustiado en ese momento. Luego me miró. Otra vez sentí que me dejó expuesto.— Creo que cuando te veo mis ojos suenan como locos.

—¿Qué...?— Apenas pude decir, no podía entender lo que había dicho. Me había tomado por sorpresa con esa frase, como siempre lo hacía. Típico de Yoongi, y también de Suga.

Moví fuertemente las pestañas, tratando de acomodarme mejor en mi lugar. Estaba seguro de que si mi mirada sonaba estaría gritando. Gritos desgarradores.

Nos quedamos en silencio de nuevo, esta vez mirándonos a los ojos. Me veía con la fascinación que le otorgaba al cielo. Me sentí querido por un momento, me sentí una obra maestra repleta de estrellas y planetas orbitando a mi alrededor.

Y ese día Yoongi comenzó a mirarme como también veía al cielo.

—No te preocupes, es normal que no sepas que decir. Como el último papel que te deje, el que no contestaste. Estas cosas son difíciles de procesar.— Recordé la hoja negra que no pude contestar porque no sabía que diablos decir.

Ese papel que me preguntaba que buscaba cuando me ponía a mirar el cielo.

—Yo...—Susurré y Yoongi me miró con sus ojos cafés que me aniquilaban. Yo sabía que él me atraía de una manera diferente, lo había procesado y aceptado. Pero lo que no podía aguantar eran sus ojos dejándome desnudo en todas las maneras.— No sé que decir Yoongi...

—No quiero que digas nada Jimin, tus ojos siempre me lo dicen todo.— Me sonrió tan grande que dejó al descubierto su rostro encantador otra vez. Me sonrojé de nuevo, sentí las manos sudar frío y una extraña sensación en mi espalda.

Desviamos nuestros ojos al cielo luego de taparnos con una manta que tenía sobre los cojines de la ventana.

Silencio de nuevo. Como veinte minutos seguidos, ya que al ver el reloj colgado en la pared recitaba la hora. Las diez y cuarenta de la noche.

—¿Los anillos de Saturno como sonarán?

Pregunté al aire. En esa época no había forma de poder saber como sonaban. Hace unos días encontré un video en Youtube y pude escuchar su sonido por primera vez.

Me enojé, porque cuando estaba en la ventana con Yoongi no tenía forma de acceder a Youtube. Creo que ni siquiera existía.

Ni siquiera la palabra internet era algo que yo entendiera.

—No lo sé, deben ser muchas rocas chocando entre sí, ondas sonoras muy fuertes. Debe ser bastante escalofriante. Pero me encantaría poder estar ahí para escucharlo yo mismo.— Tenía razón. Yoongi siempre tenía razón.

El sonido es escalofriante.

—Algún día quizá podamos ir al espacio.— Me miró después de perder su visión por un rato hacía arriba, con el ceño levemente fruncido.— Digo, los dos juntos. Volar entre los planetas, tratar de tocar una estrella.

—Quizá en nuestros sueños Jimin.

—Yo creo que algún día vamos a poder hacerlo. Vamos a volar Yoongi.

Me sonrió abrazando más el cojín. Nuestras piernas se encontraron en un movimiento errático. Traté de quedarme tranquilo.

—Prefiero quedarme abajo, quiero sostenerte si te caes.

Sonreí.

Era muy fácil sonreír con él.

air catcher ☆ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora