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—Faltan dos días para tu cumpleaños.— Susurré palpando las sábanas con mis manos, mientras que mi cabeza estaba apoyada debajo de la axila de Yoongi. Sentía su brazo tomándome fuertemente sobre los hombros mientras las gotas de sudor por la acción que habíamos tenido hacía sólo unos momentos todavía estaban marcadas en nuestros rostros.

Luego de nuestra primera vez el primero de junio nos habíamos vuelto unos adictos, queriendo todavía mucho más de nosotros. Los últimos 15 dias los habíamos pasado haciendo el amor en mi habitación, en la suya, también en el bosque.

—Lo sé Jimin.— Susurró ronco y me dio un beso en la sien. Lo sentía tensarse, comenzó a temblar también a pesar de tener medio cuerpo tapado con las sábanas.

—¿Querés algún regalo en especial?— Sonrió con ternura dándome un casto beso en los labios. Luego volvió a su posición inicial, ambos mirando el techo de mi cuarto.

—No Jimin, estoy seguro de que ya voy a tener mi regalo ese día.— Sonreí cerrando los ojos, para dejar un pequeño beso en su pecho. Sentí millones de cosas hermosas al escuchar esas palabras, ya que era obvio que hablaba de mi como su nuevo regalo para la vida. Me rodeo aún más fuerte con su brazo para apoyar su mentón sobre mi cabeza. Quedé con el rostro apoyado en su pecho, sintiendo ese precioso calor que emanaba. Rompiendo con todas mis inseguridades y mis malos presagios o sentimientos resguardados. Lo único que abundaba ahora en mi pecho era una sublime felicidad, estaba con el hombre al cual me había entregado con orgullo, y nos quedaban muchísimas cosas por delante.

—Igual, no pude evitar hacer algo para vos.— Sentí que dejó de respirar por unos segundos, su pecho dejó de funcionar. Luego comenzó a suspirar fuerte y rápido, nervioso.— Tranquilo, es sorpresa, te va a encantar.

Sonreí con los ojos cerrados luego de hablarle, imaginando un millón de veces la expresión que pondría Yoongi abrir mi regalo. Era algo simple, pero sabía que lo iba a amar.

—Jimin, no olvides abrir el sobre negro que te dejé en tu cumpleaños.— Habló con su voz gruesa pero suave, manteniendo un contacto hermoso con mi piel. Asentí rápidamente y lo encare con la mirada.

—Nunca lo podría olvidar.








18 de junio de 1999.

Me levanté a las nueve de la mañana con una sonrisa, era domingo. Desayuné con mi madre que me recibió con una gran sonrisa y varios panqueques.

Ella no tenía idea de lo que pasaba entre Yoongi y yo.

Mis amigos tampoco, tuve que omitir de mis charlas que me había re encontrado con un criminal.

Tenía miedo de todos en ese momento, terror de que logren alejarme de Yoongi.

En fin, tomé el regalo con una sonrisa y caminé a paso rápido a la casa de Yoongi. Ese día en especial me iluminaba un precioso cielo celeste, prácticamente no había nubes en el firmamento y el Sol brillaba radiante sobre mi.

Si se preguntan en dónde había estado Yoongi desde que desapareció hasta junio, no puedo responderles esa pregunta. Ni siquiera yo lo sé.

Pero no pensaba en eso realmente, mi amor por él era mucho más fuerte y punzante como para pensar en algo al ver sus ojos oscuros. Sus movimientos sobre mi cuerpo eran una droga más grande que ver las estrellas en el cielo.

Y cuando nos unimos en el bosque con el universo de testigo sentí las más majestuosas sensaciones dentro de mi ser. Sentí la brisa de verano llena de colores rosados y lilas, las flores que recién crecían de las bellísimas plantas silvestres, el aroma a Yoongi.

Mi sonrisa se expandia mucho más cuando caminaba al ritmo esporádico de mis sentimientos. Estaba seguro de que mi ropa oscura no tenía nada que ver con lo que sentía, porque estaba tan lleno de felicidad desbordante que podría estallar en cualquier momento.

Era el cumpleaños número 24 del amor de mi vida.

Los pajaros cantaban, veía el cielo bailar sobre si mismo y la Luna distante, saludando sobre mi cabeza. Estaba ansioso por que llegue la noche, ansioso por poder ir de nuevo al bosque y dejar que Yoongi me haga suyo como todas las veces que nos hacíamos las personas más felices del mundo.

Tenía tanta dicha.



Hasta que doble la esquina.

La casa de Yoongi estaba rodeada de una cinta roja que recitaba peligro. Había dos patrullas de policía, una ambulancia y un camión gris que no pude identificar. Inmediatamente corrí con el regalo en mi mano y un semblante que no podría imaginar.

Pensé que lo habían encontrado, que se lo llevarían preso, lejos de mi. Lejos de mi amor, lejos del bosque, que lo encerrarían para que no pudiera observar las estrellas, para que no pudiera imaginar los millones de mundos ficticios que nos hacían felices.

Corrí desesperado, intenté pasar la cinta de peligro pero una policía me detuvo.

-—o se puede pasar, lo siento.— Me dijo ella con un semblante que me estaba desesperando. Me tomé el cabello con la mano que tenía libre y suspire asustado.

Algo malo estaba pasando.

Sentí mi columna quebrada en cientos de partes.

—¿¡Qué carajo pasó acá!?— Exclamé desesperado y la policía suspiró.

—¿Usted conocía a la persona que vivía en esta casa?— Una señal de alerta se prendió en mi mente cuando escuché que hablaba en pasado.

No.


No podía ser cierto.

Asentí descolocado con mis ojos comenzando a aguarse del miedo, del terror que estaba teniendo en ese momento de mierda.

La mujer abrió su boca para hablar y lo sentí. El frío en mi cuerpo eran tan potente que podría helar hasta mis más recónditos órganos, la oscuridad en su rostro se expandió a todo su cuerpo dejándome en medio de una calle oscura, vacía, sola. La cara borrosa con el cabello rojo fuego ahora danzaba a mi lado con movimientos extraños, mis manos se derritieron, el fuego comenzó a arder a mi alrededor.

Lo sabía.


























—Lo siento, Min Yoongi falleció.

Tiré mi regalo al piso.



























air catcher ☆ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora