Capítulo 2

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Opening:

♫ Volvemos a empezar, la historia se escribirá de nuevo.

A poca velocidad, lo sabemos bien.

Teñirse tú veras de rojo las nalgas de Milo y Kanon,

Salvarlos todos debemos, con valor. ♫

♫ Paraíso nunca fue, los 12 templos ya debes conocer.

Llevamos adentro, un putazo dormido.

¡Disfrútalooooooo!

♫ Atravesemos con decisión,

Los anos de los Dioses,

Difícil será sin perder,

¡No nos tienen que coger!

Y los putazos en acción,

Deja que te conmuevan el corazón,

Aquel mañana que se olvidó,

Volvamos todos a recordar,

En la nueva temporada que va a iniciar. ♫

Narrador: En el anterior capítulo de Milo y Kanon XX... Milo se encontraba solo en la playa, pero Kanon no se podía percibir por ningún lado, a lo que más tarde nos dimos cuenta de que se trataba de un simple sueño. Sin embargo, Kanon otra vez se encontraba encerrado en el cabo, y a todo esto, Milo intentó ayudarlo a salir, pero al no poder lograrlo, fue en busca de sus amigos para hacerle un piquete en el santuario a Atenea, quien ahora estaba casada con Saga y lo sometía a limpiar con su cepillo de dientes. A fin de cuentas, los chicos descubrieron que Saga no era el culpable de que Kanon estuviera encerrado, y mientras los muchachos buscaban la manera de liberarlo, Kanon se encontró con la llama que llama producto de unos hongos alucinógenos. ¿Podrán nuestros héroes salvar a Saga, digo, a Kanon? ¿Encontraran al verdadero culpable? ¡Todo esto y más en este capítulo!

—¡Regrésanos la gita, chanta de mierda! —gritaba Milo.

—¡Te vamoh a prender fuego! —gritaba el León con una antorcha en la mano.

—¡Si no te gusta la oferta de las muñecas de porcela no es mi pedo, ándate a elegir a otro presidente! —exclamó Atenea, quien ahora tenía a todos los dorados ahí metidos.

—¿Cómo mierda se armó este quilombo? —decía confundido Mu—. ¡Si sólo vinimos por Kanon!

—¿Viste? ¡Esto pasa cuando no le pagas a la gente en la primera temporada! —gritó Shaka.

—¡Cállate budista de mierda! ¡Y vos hace algo Saga, sé un poco más útil y mándalos a otra dimensión! —le dio un zape Atenea a Saga.

—¡Para mujer! ¡Deja de pegarme; esto ya es abuso doméstico! —exclamaba el gemelo de Kanon—. Aparte, no tengo nafta para ponerle a la armadura, y encima la mierda esa está re cara.

—¿Me estás jodiendo? ¿Cómo que la armadura lleva nafta? ¿Qué no te di Querosén la semana pasada?

—¡Lo vendí para pagar el Wifi! —aclaró Saga.

—¡Bien, entonces sólo nos queda huir! —después de que Atenea dijo esto, ella y Saga salieron corriendo detrás del santuario, en donde se encontraron al pelotudo de Abel.

Milo y Kanon XXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora