Capítulo diez

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— ¡J-jungkook, no seas un hijo de puta y ten piedad! — Nada de lo que dijera Yoongi iba a servir para que él se detuviera, menos cuando éste había hecho que su paciencia se fuera por el caño. La lasciva sonrisita de Jungkook regresó y Yoongi no podía hacer nada a estas alturas, estaba recostado en su cama con el fantasma encima suyo y sin poder quitárselo de encima. 

— Mientras más me lo digas, más hijo de puta seré contigo — Bien, mejor se callaría o le romperían el culo de verdad. 

Yoongi tembló al sentir los dedos del mayor adentro y gimió, si la preparación ya era muy dolorosa, no quería imaginarse cómo sería el tener a Jungkook dentro suyo con esa... cosa diabólica que escondía entre sus pantalones, literalmente conservaría un trauma de por vida. Aunque, pasaron varios minutos y ya sentía un calor horrible ahí que lo hizo morderse el labio inconscientemente, pasó de un dolor insoportable a una sensación que era todo lo contrario a eso, se sentía bien, y jadeos acompañaron su excitación. Pero aún así la idea de estar siendo obligado lo mantuvo enfadado durante toda la acción -eso no significaba que no lo disfrutó-. 

— Te dije que no era tan malo —

— ¡C-cierra la boca y continúa! — Gritó molesto el menor. 

— Entonces eso significa que te está gustando — Río Jungkook. 

— ¡No, pero como no puedo hacer nada al menos cállate y sigue para que esto termine de una puta vez! — 


El menor estaba en el comedor tomando chocolatada con tostadas, pero sin dejar de estar con el ceño fruncido desde que se levantó de su cama y recordó automáticamente lo que pasó la noche anterior. Para él fue una experiencia demasiado vergonzosa, sobretodo, porque desde un principio ya se había aterrorizado con la idea de hacer eso, aunque no fue tan trágico como lo había imaginado ni le dolía tanto el trasero, quizás el fantasma tuvo razón y sólo estaba siendo muy exagerado. ¡De todas formas no tenía el derecho de obligarlo! 

Viéndolo desde otro punto de vista, la sensación había sido extraña -se podría decir, agradable- para él. Su mente se negaba, pero su cuerpo pedía más, y tampoco era fácil resistirse a un tipo con una voz tan sexy y una apariencia tan atractiva, incluso su personalidad intimidante lo ponía muy nervioso. Por alguna razón, se sentía bastante confundido. 

Ya no eran los sentimientos de odio, molestia y malhumor que conservaba en un principio, y más bien, tendría que tener ganas de que desapareciera totalmente después de haber matado a su amigo, entonces, ¿Por qué no tenía esas ganas de que se fuera? ¿Por qué se comportaba como un idiota y tartamudeaba cada vez que lo tenía a centímetros de su cara? 

— Jungkook, si me estás escuchando... ¡Quiero que sepas que no voy a perdonarte por lo de ayer! — Exclamó inflando sus mejillas y haciendo que estas tomaran un leve tono carmín, luego tomó un sorbo de su chocolatada disfrutando del sabor de ésta pero sin dejar de lado su enojo hacia Jungkook. 

No recibió respuesta alguna, así que en el momento que debió dejar su taza en la mesa, lo hizo con fuerza, haciendo que el sonido del golpe resonara por todo el comedor — ¿¡No me vas a responder idiota!? ¡Estoy esperando tus disculpas! — Chilló como si de un niño se tratase. 

— ¿Por qué me lo pides si aún así no vas a aceptar mis disculpas? — De pronto, Jungkook apareció detrás suyo y Yoongi brincó en su asiento por el susto, todavía no estaba muy acostumbrado a que apareciera de la nada. El más alto apoyó ambas manos en los hombros del menor, y éste se sobresaltó ruborizado por el tacto, tragó en seco, y luego volvió a su intento fallido de enfadado. 

¡Los fantasmas no existen! [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora