Capitulo 12

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— ¡Otra vez!— Grita Allen desde un megáfono por cuarta vez en las dos horas que llevamos

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— ¡Otra vez!— Grita Allen desde un megáfono por cuarta vez en las dos horas que llevamos.

Maldito simio retrasado...

Estoy cansada de recibir y tirar el balón. Es algo que todos los jugadores hacemos pero James insiste en que lo hago mal.

— No, para.— Dice tajante.

Deja el megáfono y se acerca a mi. Se coloca detrás mía muy pegado a mi y coloca sus manos en mis codos.

— Sujeta el balón con ambas manos.— Dice cerca de mi oído. La piel de mi cuello se eriza al sentir su aliento y el calor sube a mis mejillas— Bien, ahora mueve este brazo hacia atrás, por encima de tu hombro. Coge impulso y... Lanza.

Hago lo que me dice y la pelota sale disparada. He de decir que con su técnica el balón llega más lejos.

— ¿Mejor?— Pregunta.

— Tú dirás, maestro.

James me guiña un ojo y me da la espalda.

Menuda espalda...

No empecemos.

— Se acabaron los lanzamientos.

— Gracias a Dios...

— Preparación física.

— ¡¿Que?!

— Vamos princesita, tendrás toda la agilidad que quieras y vivirás en paz con las fuerzas de la naturaleza con tu Tataki o como se llame.

— Thai Chi.

— Eso, pero no tienes fuerza, esto que veo yo aquí... es un fideo que habla.

— Dijo el croissant.— Bufo con sarcasmo.

— Fingiré que no he oído eso. A las barras.

Comienzo a hacer dominadas y mis brazos duelen, queman, pinchan... todo lo doloroso que pueda existir.
James solo está ahí, viendo cómo subo y bajo en las barras y esperando mi muerte inminente. De un momento a otro Allen desaparece de mi vista, preocupada miro hacia los lados sin encontrar a nadie.

— Bonita retaguardia Dawson.— Dice el idiota.

Me bajo de la barra y le enfrento fingiendo enfado. Ruedo mis ojos y le paso por el lado sin decir nada, cuando paso por su lado le propinó una cachetada en su trasero.

Factor sorpresa baby.

Allen no se lo espera y da un pequeño saltito. Yo no puedo evitar reír mientras me dirijo a beber agua.
Por el rabillo de mi ojo veo cómo James muerde su labio y niega mientras ríe.

— Bien, ahora flexiones. Empieza.

¿Para que? ¿Para que me vuelva a mirar las posaderas? No señor.

Mi novia hizo un Touchdown © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora