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¡Wenas! Ya sé que me extrañaron. Aquí les traje su santo capítulo. Corrijan en los comentarios si ven algún error que dejé pasar, voten y no olviden comentar.

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Miércoles, 31 de octubre

Era una noche oscura y llena de tareas para Keith y cualquier joven que se preocupara por su último año escolar. Las nubes afuera no permitían que los rayos de luz de Luna se filtraran. El clima de Retrouvailles llevaba toda la semana nublado y con alguna que otra llovizna. El frío aumentaba cada día un poco más anunciando el invierno que se acercaba. La calefacción cada día hacía un poco más de falta y las ropas que abrigaban y eran holgadas empezaban a ser los mejores amigos de Keith.

El azabache se encontraba en su escritorio estudiando y haciendo un par de tareas. Conocía muy bien cuál noche era, la noche de Halloween. La noche que esperaban muchos niños para disfrazarse y pedir dulces a todo el mundo. Hacía mucho tiempo que no se disfrazaba para Halloween. Siempre iba con Lance y el hermano mayor de los McClain vigilándolos, o el padre de Keith a veces. En una ocasión habían decidido vestirse de astronautas y llevaban una nave espacial de cartón. En otra ocasión fueron policía y bombero. Ese era uno de los días favoritos del año del par de amigos cuando eran pequeños. ¿Qué estaría haciendo Lance en esos momentos?

Negando con la cabeza volvió a concentrarse en acabar la tarea de inglés. Le había tocado leer la famosa novela de Shakespeare "Romeo y Julieta". Ahora debía hacer varios trabajos y contestar algunas preguntas sobre todo lo que leyó, le había parecido un poco aburrida aunque a veces le había logrado provocar tensión. Se compadecía de aquel amor imposible y trágico al final de la novela. Si le pasara algo así no sabría qué haría, quizás lo mismo que los protagonistas del icónico autor. Una vez terminada la tarea miró la hora en su teléfono. Apenas eran las ocho y media de la noche, su padre llegaría un poco más tarde porque en el trabajo había una pequeña fiesta donde se repartiría un poco de comida y se pondría música —eso había escuchado de su padre. Keith no tenía muchas opciones en sus manos, ya estaba cansado de estar sentado haciendo trabajos y estudiando. Se levantó puso la música en modo aleatorio y en un volumen alto. El rock inundó la casa y un Keith en pijama bajaba las escaleras cantando y con sus manos actuaba como si tuviera una guitarra eléctrica. Llegó a la cocina para hacerse un sándwich, no tenía muchas intensiones de hacer algo súper elaborado para comer. Visualizó una bolsa de dulces que debían ser para los niños que tocarán la puerta —hasta ahora no había escuchado ni uno solo—, a su padre no le molestaría que Keith comiera un par de ellos.

Take me high and I'll sing. Oh, you make everything okay, okay, okay —cantó algo desafinado buscando llegar a la nota y dos segundos más tarde se ahogó con un dulce que se había metido en la boca.

Estuvo tosiendo un minuto entero y tomando agua. Casi se moría por culpa de un dulce y su glotonería nocturna. Fulminó la bolsa de dulces hasta que se cansó de maldecirla mentalmente una y otra vez.

La canción se terminó y volvió a repetirse una vez más. Keith volvió a cantarla a todo pulmón, no se molestó en cambiarla porque había sentido que la primera vez no la había disfrutado como se debía. La canción casi se repetía una tercera vez pero el azabache no lo había permitido, decidió que era hora de otra canción. La siguiente no se la sabía pero le gustaba escucharla.

La puerta había sido tocada pero el azabache no la escuchaba por la música y por estar "bailando" en la cocina mientras preparaba el sándwich. Una y otra vez la puerta fue tocada hasta que Keith se dio cuenta. Dejó todo a medio hacer y cogió en sus manos la bolsa de dulces diabólicos, se los daría todos al primer niño que viera.

You get me so high... ☺︎ [Klance]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora