Howard Stark era un genio, pero también era un alfa solitario, a pesar de ser uno de nivel A, un alfa prime.
A sus veinte años tenía su vida resuelta. Era el mayor exportador de armas del mundo, pero se sentía vacío, hasta que conoció a Steven G. Rogers, otro alfa prime, a pesar de que su condición física era aparentemente frágil, no lo era.
Ambos alfas congeniaron, que se volvieron amigos.
Pero había algo en la mirada de Steve que a veces estremecía al lobo dentro de Howard, el rubio alfa ocultaba algo, pero ¿Qué?
Años más tarde, conoció a María una bella omega prime, sus castaños cabellos y ojos cual miel quemada lo hipnotizaron. Su compañera, su mate, su alma gemela, su luna, su todo.
Peggy Carter era una omega clase B, fue atracción mutua lo que la unió a Steve, sabía que no era su compañera, pero mientras el alfa encontrara a su otra mitad, ella lo amaría sin reservas.
El rubio alfa tenía entrenamiento militar, era recto y bondadoso, por eso no dudaron en lanzarlo como diputado, subió a senador, pero lo que nadie sabía, era que debajo de esa fachada de rectitud se escondía la verdadera identidad del lobo, un hombre sanguinario y déspota, un ser sin nombre ni valores.
Un tirano.
Howard lo descubrió la noche en que murió, mancillado y degradado por su supuesto amigo.
La luz en sus ojos se apagó, viendo a su amada llorar, ambos morirían, pero, ¿Y Tony? Qué pasaría con su hijo.
La mañana siguiente, las noticias y periódicos, dieron a conocer los hechos, el matrimonio Stark había sido asesinado.
¿Dónde estaba el niño?
El generoso senador Rogers, tendría la tutela.
Quince años después.
Peggy luchaba contra la presión en su cuello. Sus uñas se enterraron en la piel de los brazos del que alguna vez fue su marido.
- Lo siento Peggy, pero eres un estorbo para mis planes – la omega lucho contra el alfa, era imposible ganar, pero no dejaría desamparado a su hijo.
- Corre Tony – grito a duras penas, pero el adolescente no hizo caso, entro de lleno a la habitación.
- Adiós tía Peggy – y Steve acabo con la vida de la mujer a la que llego amar.