Capítulo 12

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Hoy era ya el último día del instituto, pero no iba a ir. Yo ya tenía mucha barriga que digamos. Jesy recogería las notas por mí. Hace ya un mes que no voy, para poder hacer los exámenes venía mi tutor a casa para hacérmelos. Respecto a Sam... Pues yo ya no estaba con él, no después de lo que hizo, es que tampoco lo podía ni mirar a la cara del asco que me daba. Pero por lo visto se fue. Los chichos ya no lo han vuelto a ver desde el día que lo dejé. Ni siquiera se preocupó de arreglarlo, eso demuestra el tipo de hombre que es. Respecto a Harry... Me gustaba, sí, pero no quería volver a salir herida o algo parecido, y menos en mi estado.
   Estaba en mi habitación acabándome de verter cuando picaron a la puerta.
   - Adelante – di permiso.
   - ¿Cómo estás? – preguntó Perrie entrando en la habitación.
   - Bien. Espero que este inconveniente – dije señalando mi barriga – no me haya hecho bajar las notas – nos empezamos a reír.
   - Estaré abajo en la cocina, hasta ahora – se despidió y salió de la habitación.
   Aún me tenía que peinar. Después de estar un cuarto de hora intentando hacerme una coleta, bajé a la cocina a desayunar.
   - Nos vamos ya – dijo Perrie cogiendo su mochila, con Jesy esperándola ya en la entrada.
   - Claro, adiós – me despedí.
   Salieron y cerraron la puerta. Estaría sola como he estado cada día. Me dispuse a hacer mi rutina ya habitual y diaria, al menos para mí. Cogí el USB y lo puse en el DVD. Encendí el amplificador y lo conecte también al DVD. La canción 23 de Miley Cyrus empezó a sonar a todo trapo, se escuchaba por toda la casa. Cogí un boli y me puse a cantar a pleno pulmón. No me podía preocupar demasiado, nadie me podía escuchar, lo tenía comprobado.
   La mañana se me pasó volando. Escuché que picaban al timbre. Paré la música y me dirigí a la puerta con paso decidido. No sabía quién podría ser, no esperaba a nadie, pero tampoco me importaba mucho. Abrí la puerta y la sangre se me heló de golpe. Podía verlo perfectamente, no era un sueño ni ninguna imaginación mía, estaba delante de mí, allí plantado.
   - Hola preciosa – dijo Sam dando unos pasos para adelante, pero se lo impedí - ¿no me dejas entrar?
   - No – dije – quita, vete de aquí pendejo asqueroso – dije enfadada.
   - Venga, Jade, no lo hagas más difícil – se acercó e intentó abrir la puerta. Intenté que no la abriera, pero fue un intento fallido, él era mucho más fuerte que yo. La abrió y entró dentro de la casa. Yo me eché para atrás. Subí las escaleras para encerrarme en la habitación o al menos para coger el móvil i llamar a alguien, me sentía en peligro, pero no pude, ya que dos manos me lo impidieron cogiéndome de la cintura - ¿a dónde crees que vas?
   - ¡Suéltame! – grité histérica.
   - ¿Por qué te tengo que soltar?
   - ¡Suéltame o llamo a la policía!
   - Inténtalo si puedes – dijo pícaro. Noté como metía la mano por debajo de mi camisa i la subía.
   - Ni se te ocurra tocarme ni un pelo o chillo – dije asesinándolo con la mirada.
   - Eso ya lo veremos – dijo, y de pronto casi no pude ni respirar, e había puesto la mano en la boca. Intenté soltarme, pero era inútil, no podía - ¿por qué? – preguntó. No entendía nada ¿Por qué, qué de qué? - ¿por qué él? – ah, que se refería a Harry. De pronto vi enfado y maldad en su mirada – no te preocupes por el niño, tranquila que no lo verás.
¿A qué se refería con eso? Me cogió en brazos y me subió escaleras arriba, no podía chillar porque me había puesto un trapo, y tampoco me podía mover, aparte de que me había atado las manos, él me agarraba muy fuerte. Entró en el baño y me dejó en la bañera. Me intenté levantar como pude, pero noté su mano encima de mi mejilla haciendo que me cayera. El dolor inundaba mi cara. Vi como cogía el mango de la ducha y lo encendía ¿Qué pretende?
   Cogió mis pantalones y me los bajó, bajando también las bragas. Puso el mango de la ducha por ahí debajo y pude notar como el agua entraba dentro de mí. Me quería quitar a mis hijas. Lágrimas de impotencia por no poder hacer nada, empezaban a llenar mi cara, me movía de lado a lado intentando salir, pero no podía, mis fuerzas se agotaban. Intentaba darlo todo por salvar a mis niñas, pero no podía. Sam apartó el mango y un líquido rojo empezó a llenar la bañera. No me lo podía creer, mi mundo se derrumbó al instante. Sam había matado a mis dos princesas, a mis dos preciosas hijas.
   - Para que lo disfrutes – dijo este sonriendo, seguido se fue saliendo por la puerta del lavabo y dejándome allí en la ducha.
   Sangre de mí no dejaba de salir. Me sentía muy débil, lloraba y lloraba, había perdido a las dos personas que más quería en esta vida. No me podía levantar. Tenía miedo. Escuché a Jesy gritar desde abajo. No sé qué decían, pero sí logré escuchar algo, Sam estaba aún abajo.
   - Espero que tu hermanita disfrute mucho de sus hijos – dijo este.
   - ¿Qué coño le has hecho bastardo? – dijo mi hermana.
   - Pronto veréis – una escalofriante carcajada salió de este.
   Escuché pasos correr escaleras arriba y como me llamaban. Quería decirles que estaba en el lavabo, pero tenía el trapo en la boca y las manos atadas hacía atrás. Hice un esfuerzo por levantar la cabeza, pero el esfuerzo fue en vano y caí de nuevo golpeándome la cabeza, seguido de sumergirme en la plena oscuridad.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2018 ⏰

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