Capítulo 7

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Capítulo 7


Disclaimer: la historia es mía, pero Candy Candy y sus personajes pertenecen a sus respectivas autoras escrito e ilustrado por Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, esta historia es sin fines de lucro, solo por diversión y el gusto de compartir.


Candy estaba terminando de trenzar sus risos cuando escucho un ruido en el balcón y al acercarse vio entrar al dueño de su corazón, sin pensar corrió a sus brazos aferrándose a su pecho mientras se inundaba de su varonil aroma

-vine a darte tu beso de buenas noches pecosa y también a acompañarte mientras duermes

-amor me hiciste mucha falta anoche

-a mí me paso igual mi princesa Julieta

El castaño tomo el rostro de la rubia con una mano mientras que con la otra la sostenía de la cintura pegándole a él, acerco su rostro al de ella y la beso lenta y suavemente

-pecosa en la mañana observe que tienes un rasguño en la rodilla ¿Qué te paso?

Candy se puso roja de solo recordar el momento compartido en la mañana cuando el castaño la había observado desnuda, pero se puso más todavía más roja cuando recordó porque se había lastimado y lo mucho que se molestaría Terry al saberlo

-me resbale en el jardín

-como sucedió eso pecosa, sé que eres atolondrada pero no comprendo

- ¡Terry! En fin, veras, es que

- ¿Qué paso?

-en la mañana fui a pasear al jardín con Brigit, durante el paseo alcance a ver un pajarito que había caído de su nido y pues nopodiadejarloalliasiquelodevolviasunido

- ¿Candy subiste al árbol?

-perdón Terry sé que me pediste que no lo hiciera más pero no podía dejar el pajarito allí tirado, el clima está muy frio, además si ya mi periodo vino y se fue supongo que es porque no hay pues...

-pecosa si te lo pedí fue por una razón importante, comprende, tal vez tu no lo sepas, pero en ocasiones durante un embarazo puede presentarse un sangrado similar al periodo y eso no significa que no estés embarazada, me comprendes ahora por qué siempre, siempre debemos ser precavidos con tu seguridad

-oh Terry, no lo sabía, dijo la rubia con sus bellas esmeraldas cristalizadas, es solo que, tienes razón falte a mi promesa y eso es imperdonable, la caída no fue nada, solo me resbale cuando bajaba, pero no fue ni caída me deslice por el fango, el único daño fue el rasguño y mi ropa, pero lo que más me duele es haberte fallado al no cumplir con la promesa que te hice

-calma pecosa mía, sé que cuando sientes que tienes que ayudar no piensas en nada más, y también comprendo que no mediste peligro al creer que ya había pasado, pero ya ves que no es así, a la próxima pide ayuda, en este castillo hay un centenar de sirvientes dispuestos a ayudar en lo que necesites por pequeño e insignificante que te parezca, si es para tu seguridad es necesario

-entonces me perdonas Terry

-no tengo nada que perdonar amor, insisto te comprendo y sé que no lo volverás a hacer, ven ahora vamos a dormir, hay que madrugar mañana, ¿quieres que te venga a despertar temprano?

-te lo agradecería mucho, Terry ¿Qué haces?

-llevo a mi amada a su cama para que descanse, decía el castaño mientras cargaba a la rubia

Sangre GrandchesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora