Kim TaeHyung de 23 años es un estudiante de la academia de arte, su pasión más grande es fotografiar todo lo que cree que es hermoso, su mayor deseo es tener su propia escuela donde incluya todo tipo de arte, desde pintura hasta danza; pero sus dese...
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Jeon.
El señorito Kim caminaba en silencio junto a mí, hasta que llegamos a mí auto a cuatro calles de distancia y le abrí la puerta fue que obtuve una reacción.
— Mira Jeon, sé que lo de ayer fue genial pero no soy de hacerlo dos veces con la misma persona, además me gusta ser el de arriba. — TaeHyung se veía sumamente nervioso, lo cual me parecía adorable.
El castañito mordía su labio inferior cuando me acerqué acorralándolo contra el coche, sus ojitos se abrieron desmesuradamente cuando me agaché para depositar un beso en su nariz.
— No se preocupe hyung, podemos arreglar eso de que no le gusta ser el de abajo. —El castañito tragó pesadamente y cerró sus ojos. — O podemos cambiar, a mi no me molesta.
— Yo... ¿Estás bromeando?
— Realmente lo voy a llevar a la agencia, quiero que conozca el lugar y vea si le gusta o no. —TaeHyung parecía no entender lo que estaba sucediendo, señalé con mis ojos el interior del auto y TaeHyung asintió metiéndose dentro de él.
Rodeé el vehículo ingresando luego en él, TaeHyung prendió la radio y dejó alguna canción que seguramente él conocía ya que se la pasó tarareando en voz baja hasta que ésta acabo. Las calles pasaban a nuestro alrededor sin que lo notáramos realmente, el auto se deslizaba con elegancia por el asfalto mientras el viento nos pegaba en la cara gracias a que el coche era un convertible.
— ¿Está lejos?
— No realmente, pero me he desviado un poco porque me gusta conducir. —TaeHyung rodó los ojos y permaneció en silencio. — Por cierto, no estaba bromeando, cuando quiera podemos probar lo que dije respecto a estar arriba o abajo.
— ¿Eh?
— Llegamos. —Respondí dejando al castañito nuevamente con la palabra en la boca.
TaeHyung bajó unos segundos después trotando un poco para poder adentrarse en el edificio, la secretaria nos dio los buenos días que ninguno respondió con algo más que un asentimiento. Kim observaba todo a su alrededor, desde el piso negro y brilloso a el techo blanco con luces elegantes, las paredes llenas de posters con nuestros modelos en ellos, la gente moviéndose con rapidez de un lado a otro. Llamé al ascensor y esperamos hasta ingresar.
— ¿Todo esto es tuyo? —TaeHyung miraba por las paredes cristalinas del elevador fascinado.
— Sí, se convirtió en mío cuando mis padres decidieron dejar de trabajar. —El elevador timbró y salimos tranquilamente de él. TaeHyung tomó mi brazo con suavidad haciendo que dirija mi mirada a él.
