Trainings Wheels

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"Montaron sus bicicletas, iban tan lentamente que él quería más a medida que se acercaban. Desenroscó sus ruedas de entrenamiento para convertirse en una bicicleta de dos ruedas"


Ya llevaban un tiempo conociéndose. Tendían a verse de vez en cuando en el parque y aveces el mayor llegaba al frente de su casa para jugar. Se volvieron buenos amigos.

Hoy era un día especial, hoy Bon invitó a Bonnie al parque toda la tarde para jugar en sus bicicletas. Claro, antes debía escaparse de su familia, pan comido...

Arrastaba su pequeña bicicleta celeste hacía la puerta intentando no ser detectado, obvio que al menos su madre le preguntaria a donde iría y no quería que supiesen de Bonnie, ellos siempre le arrebataban su felicidad, temía que volvieran a hacer lo mismo esta vez.

Logró salir sanó y salvo. Montó su bicicleta de dos ruedas (ya que sabía andar en bicicleta desde hace un tiempo) y emprendió camino hacía aquel dichoso parque.

Al llegar pudo notar como aquel chico de cabellos purpuras estaba recostado a su bici viendo a la nada.

Su corazón dió un vuelco al verlo. ¡era tan hermoso! ¡cada parte de él le parecía simplemente perfecta!.

—¡B-Bonnie!—llamó corriendo hacia él captando su atención.

—¿hu? ¡oh! ¡hola Bon!—sonrió mirando al más bajo.

—¿vamos?—dijo alegre subiendo a su bici.

—claro—repitió la acción del contrario.

Mientras conducían el ojiverde pudo ver unas pequeñas rueditas entrenadoras a los costados de la bicicleta de su acompañante.

Arqueo una ceja confundido ¿porque Bonnie, si ya era mayor, las usaba? Él las había dejado cuando cumplio sus 4 años de edad, pues se escapaba de vez en cuando para jugar en ella.

Por su parte, aprendió viendo la televisión (la cuál veía constantemente a altas horas de la noche, algo no muy sano para un niño de 6 años) donde veía como en algunas telenovelas andaban en bici de forma muy normal y automática.

—oye Bonnie—llamó al contrario el cuál lo miró con atención—¿porque usas aun las rueditas?—preguntó con cierta inocencia.

—¿¡ah!?—chilló el pequeño pelimorado haciendo que cayera de su bici.

El ojiverde se alarmó y se bajo de su "vehículo" para auxiliar al mayor.

—¡oh cielos! ¿estas bien? ¿te has lastimado?—preguntó paranoico arrodillandose frente a él.

—am...n-no...s-solo me raspe un poco—dijo avergonzado desviando la mirada.

—espera—sacó de inmediato una cajita de metal que contenía dentro varias banditas adhesivas de distintos diseños y colores—¿donde te raspaste?—preguntó preocupado sacando una curita de conejito.

—...l-la rodilla—dijo algo bajo con un alto rubor. ¿porque tanto escandalo? Solo se raspo, nada del otro mundo, era vergonzoso tener tanta atención de parte del contrario.

—ven—abrió la bendita y la colocó con cuidado sobre la lastimada piel del ojirojo.

¡¿como se atrevía el piso a lastimar la hermosa y suave piel de su amado!? ¡eso debería ser un pecado!

—¿estas bien? ¿no te rasparte algún otro lado?—preguntó acercándose de más al mayor.

—no, estoy bien, gracias—sonrió tímidamente.

Cry Baby [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora