Capítulo 5

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Las dos mujeres se quedaron sentadas tomando el té en silencio. Elsa no sabía cómo sacar el tema, estaba realmente nerviosa por tener a aquella mujer a su lado mirándola en un silencio sepulcral.

-Señora, siento haber llegado sin avisar. Debí decirle a mi esposo que al menos le mandase una carta advirtiéndole de mi presencia. Comprendo que se enfadase usted conmigo.

-Sabes mi Jack siempre es muy reservado cuando habla conmigo. Cuando te dije eso estaba más enfadado con él que contigo.

Jack entró en el salón y se quedó mirando a las dos mujeres. El conde miro mal a su madre mientras que se sentaba al lado de su esposa. Ella estaba más tranquila y eso podía notarlo él. Durante el rato que estuvieron allí su madre le dijo que su hermano había dicho que llegaría en un par de días. Después de eso su madre se retiró a descansar.

-¿Qué te ha dicho? – Preguntó Jack en tono serio.

-Me ha pedido disculpas por todo lo que dijo ayer – Elsa apoyó su cabeza en el hombro de Jack-. Querido, después de lo que pasó ayer, creo que aún no estoy preparada para esto.

-Elsa, sé que por culpa de lo que te dijo anoche te deprimió, pero sabes una cosa tu eres muy fuerte. Lo que pasó ayer es normal que te afectase, crees que no me sentí igual cuando te lo dijo. El que te duela no significa que no esté preparada, es normal que aún te afecte.

El conde la abrazó de manera sobreprotectora. Elsa lo abrazó y no lloró simplemente se quedó ahí con él. El corazón de Elsa palpitaba desenfrenadamente al estar en los brazos de su marido. Amaba a ese hombre, realmente se había dado cuenta de que lo amaba. La peli-blanca se separó acercándose a los labios de su esposo besándolo y sosteniéndolo cerca de ella con las manos en las mejillas. La joven realmente se encontraba feliz de tenerlo como esposo.

-Jack sé que al principio me comportaba de manera difícil, pero he de confesarte que durante todo este tiempo me he dado cuenta de que no eres el hombre que yo pensaba al principio. Eres mucho más atento de lo que yo creía – al mirarlo y ver que la miraba perplejo-. No debí decir nada, para ti esto es solo un trato comercial.

Elsa se levantó sintiéndose realmente humillada. Se alisó el vestido y salió del salón en dirección al jardín, quería estar sola porque verlo solo lo haría sentir más humillada. Se fue al lugar más alejado del jardín en el que había unos rosales hermosísimos y una banca enfrente donde podía sentarse.

¿Cómo había sido tan tonta y haberse confesado de esa manera? Ahora él si que se iba a buscar otra esposa y la iba a dejar en la estacada. Se reprendía a sí misma haber sido tan sincera, ya que a ella no solían importarle esas cosas y nunca le decía sus sentimientos a nadie. ¿Tanta confianza le tenía a él como para que se le abriese de esa manera? Seguramente esa sería la razón por la que conseguía a tantas mujeres.

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Durante los siguientes dos días, Elsa lo evitaba. Pasaba todo el día evitándolo y por la noche siempre se acostaba antes que él y fingía estar dormida. Le costaba volver a verlo a la cara por lo que le había dicho, hacía dos días.

Iba caminando por uno de los pasillos de la casa cuando se chocó con un hombre, y enseguida pensó que ya se había acabado el huir de su marido, pero al levantar la vista vio a un hombre parecido a su marido solo que con el pelo castaño. Ese era el hermano de su marido.

(Jelsa)Perdidos  en sensacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora