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Innumerables veces he dicho firmemente que nadie ha sido preso, en mí, del sentimiento al que llamamos odio. Logré comprender que no pude estar más equivocada.

Soy yo a quien odio, de una manera exuberante.

Me odio con todas mis fuerzas, con cada célula que conforma mi ser, con cada partícula que abunda en él. Este odio aumenta día a día, mientras el tiempo corre. No imagino cómo es excluirlo de mí.

¿Cómo sería que el amor colmase en esto que se llama "yo"?

El saber que lo único que siento por mí es odio puro, ha de responder miles de preguntas.





HundidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora