11. Sé mi Omega

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— Tony, yo no...

Sus palabras fueron interrumpidas por él mismo, mordió sus labios con fuerza hasta hacerlos sangrar, no podía, quería a su Alfa, ama a Tony cómo jamás imaginó hacerlo. El Omega en él aullaba de felicidad al sentirse amado.

— No hagas eso— Tony acarició su  cabello y con cuidado, lamió la sangre en los labios del rubio hasta borrar todo rastro de ella.

Se miraron por varios minutos, el silencio era cómodo.

— ¿Puedo abrazarte?

Steve asintió lentamente.

El castaño estrecho su cuerpo entre sus brazos sin exceso de fuerza y ahí se mantuvo, dando pequeñas caricias a la espalda del rubio, relajando sus hombros. Steve se acurrucó en su pecho, la luz del reactor brillo en sus ojos que se fueron cerrando, no dormía, solo estaban disfrutando del momento.

Se embriagaron con el aroma ajeno, sintiendo el sutil cambio provocado por el embarazo del rubio.

Las caricias sobre su piel se sentían cada vez mejor, los labios del castaño besaban su cuello expuesto, sobre la glándula Omega, delineando con su lengua la cicatriz qué dejó su marca.

Era perfecto. Un momento mágico, solo ellos y su cachorro, las manos del genio acariciaban su vientre mientras los besos en su cuello continuaron por varios minutos. Sus párpados se sintieron pesados y durmió en los brazos de su alfa, con calma después de mas de un mes sintiéndose solo, frágil, olvidado, después de un mes de haber tenido la misma pesadilla.

No sabe por cuanto durmió, tampoco le importaba, estaba en los brazos de su alfa y eso era todo lo que necesitaba para estar tranquilo. De pronto sintió que su temperatura aumentaba, se restregó contra el cuerpo del castaño buscando su atención, necesitaba a su alfa, quien al instante atendió a su omega con placenteras caricias.

Los pequeños jadeos que escaparon de su boca pronto se convirtieron en gemidos, su voz entrecortada llamaba a su Alfa y por un instante su consciencia se dejó arrastrar por la mágica sensación y la seguridad que le daba el aroma del hombre que se encontraba sobre él repartiendo besos y caricias mimosas en su cuerpo.

— Tony...— llamo en un suspiro.

Los labios del genio se apoderaron de los suyos besándolo con pasión, con anhelo, con amor. Se separaron luego de unos segundos por un poco de oxígeno, se miraron con deseo pero sabían que debían parar, se alejaron mutuamente dando espacio; Tony cubrió el cuerpo del rubio con la sabana y lo dejó reposar unos segundos, cuando volvieron enfocar sus miradas sabían que había llegado el momento de tomar una decisión. Con miedo en la mirada y un leve temblor en su voz el castaño hablo:

— Steve, sé mi Omega. No sólo por nuestro hijo, quiero que seas  mío, quiero compartir todo contigo, quiero saber de tus penas, tus tristezas, tus miedos. Quiero protegerte, que seamos juntos uno, por favor permíteme estar a tu lado, dame la dicha de ser tu Alfa. Sé mi omega.

Atónito, sorprendido, así se encontraba el rubio y con lágrimas en los ojos, hablo:

— tengo miedo Tony... miedo de lo que soy, nunca me sentí bien siendo un omega, yo te... quiero *amo* y no deseo que me odies, si esto no llegara a funcionar...

— Eso quiere decir que aceptas mi cortejo— preguntó esperanzado, Steve había dicho "sí esto no llegara a funcionar" lo cual significaba que no lo estaba rechazando como él temía pero aún así debía cerciorarse.

— S-sí— se sonrojo— acepto tu cortejo.

Tony, podría decir que ese era el momento más feliz de su vida y nadie lo negaría, la radiante sonrisa en su rostro y los ojos brillantes que tenía era un cuadro que reflejaba infinita felicidad.

¿Omega o Alfa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora