13. Sam

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Sentía como sí cada latido de su corazón fuese un potente golpe, sus uñas se encajaban en la piel de sus manos y sus nudillos estaban blancos por la presión ejercida.

Después de salir de la habitación del genio se quedó unos segundos parado en el pasillo, tratando de apaciguar su enojo. Caminó hasta el gimnasio dispuesto a derribar todos los sacos de box que encuentre y tal vez entrar al simulador de peleas cuerpo a cuerpo. Entonces recordó que no podía y no debía hacer eso.

Enojado, y ahora frustrado se encerró en su habitación, la cual tenía vestigios de su ausencia en el último mes. Al menos limpiar su habitación lo distraería.

Aún así no pudo evitar el remolino de recuerdos que impacto en su mente, cada recuerdo grabado en su memoria con dolor.

cuando seas mayor, un buen Alfa cuidara de tí, te dará una gran casa, te llevará a lujosas fiesta, te regalará brillantes joyas y sobretodo, te dará amor. Y tú solo te preocupadas por cuidar de tus hermosos cachorros— las palabras de la delgada mujer rubia hicieron sonreír al pequeño Omega. Sara Rogers era una beta de clase media que se caso con un alfa militar y juntos criaron a su único hijo: Steve Rogers, un hermoso Omega de ojos azules, el orgullo de su padre.

Desafortunadamente la injusta vida no le permitió al pequeño disfrutar su infancia con su padre que fue muerto en batalla. Su madre, entonces, volvió a trabajar como enfermera, exponiendo su salud para poder cuidar de su hijo.

Encontraré un Alfa  que me quiera con todos mis defectos?— preguntó el Omega quien tenía la cabeza apoyada en el regazo de su madre, eran escasos los momentos que podían pasar juntos, solo cuando Sara salía del hospital para recoger algo de ropa y asearse.

La mujer sabía que los defectos que su hijo mencionaba eran las numerosas enfermedades que lo aquejaban; el cuerpo de los betas no era óptimo para procrear, Steve había sido un milagro, y ella haría cualquier cosa por mantener a salvó a su cachorro.

Quien te ame, te aceptará como eres, y te dará seguridad, hará que olvides tus males y preocupaciones.

¿Lo prometes?

lo prometo, estás destinado a tener el mejor de los alfas, estoy segura...

Sacudió su cabeza para alejar el recuerdo. A veces se preguntaba, si su madre estaría decepcionada de él.

No quería olvidarla, pero recordarla significaba volver a aquella época en la que anhelo tanto que el velo de la muerte lo cubra y que la parca arrastre su lastimada alma hacia el oscuro abismo del Hades.

Acaricio la imperceptible curva que comenzaba a deformar los músculos de su abdomen, buscando consuelo en el deseo de tener a su cachorro pronto en su brazos, pero no lo consiguió.

Su piel ardió al tacto provocando que su espalda se curve hacia adelante como si quisiera esconder su vientre, protegerlo. Sintió en su cuerpo el dolor paralizante que deja un golpe sobre otro, y podría jurar que escucho el estruendo de una risa malévola, diabólica, burlándose de su dolor, disfrutando de su agonía.

— Basta...— sollozó dejándose caer sobre la cama; por los siguientes minutos, se sintió nuevamente el escuálido muchacho de 15 años que tenía que esconderse debajo de las escaleras para evitar la paliza de su Alfa.

Cuando todo paso corrio hacia la mesa de noche de dónde extrajo, del único cajón del mueble, un nada moderno celular con teclas en el cual busco el único contacto existente y marcó para llamar.

Diga...- respondieron al instante del primer timbre.

Sam, necesito tu ayuda...

¿Omega o Alfa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora