Un idiota llamado Jorge (Parte 1)

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Si de por sí ir a la escuela era difícil para mí tener que ir solo a hacer corajes y sentirme peor de como ya me sentía era una tortura total, tenía millones de cosas en la mente, exámenes, tareas, lidiar con mi soledad, el hecho de que Luis ya no hablaba conmigo últimamente, y para acabarla como la punta del iceberg un idiota con nombre y apellido, bueno el apellido lo desconozco pero su nombre lo tengo hasta el copete, Jorge.

La mejor decisión que según yo podía tomar era alejarme lo más posible de él, eso significaba alejarme de los baños de mi piso y tener que caminar para poder encontrar los otros más cercanos, evitar mirar a los pasillos en clase para no tener que verlo y a la hora del recreo salir corriendo para no tener que cruzar miradas con él.

La única ventaja que tenía era el constante cambio del área designada para cada conserje, cada semana eran movidos a una nueva área por lo que tener que lidiar con el cerca de mi fue algo muy pasajero, contrario a lo que imaginaba. Y eso también significaba que Jorge no podría estar en mi escondite debido a que estaría en otro lado realizando la limpieza.

Así que por lo menos en este momento en mi vida había un pequeño resplandor de luz en la oscuridad, y era el poder estar tranquilo aunque sea media hora al día, regresar a mi lugar especial fue algo muy importante para mí, fue volver al ambiente en donde mis pensamientos no eran tan grandes como para agobiarme, al menos eso creía.

Un día como cualquiera me levantaba para ir a la escuela, cómo me bañaba en las noches podía dormir unos minutos más y eso me evitaba tener que correr todas las mañanas por temor a llegar tarde, mi madre a pesar de lo ocupada que estaba por su trabajo siempre se ofrecía a llevarme a la escuela, lo que me alegraba ya que ir en el transporte público era muy tardado.

Mientras íbamos camino a la escuela yo miraba la ventana, observaba la poca vegetación de mi ciudad, el cielo gris y a toda la gente dirigiéndose a sus empleos, en fin, el paisaje urbano. Al llegar me despedí de mi madre y entre a mi jaula de oro, poco me duró mi felicidad, ya que cuando llegue me enteré de algo que hubiera preferido no saber en ese momento, al parecer Luis, el primer chico del que me enamore, había comenzado a salir con una tipa que a mí me caía muy mal, ella era engreída, molesta, y ni siquiera recuerdo a Luis haber mencionado algún interés por ella, siempre hablaba de su amor platónico la belleza que jamás tendría, que bueno la otra tipa tampoco era la gran cosa.

Recuerdo que la noticia no me cayo para nada bien, salí molesto del salón, me valía si alguien se había dado cuenta, no podía con esto, no cuando todo en mi vida parecía no mejorar, podrán decir que era un berrinche por no tener lo que quería pero la verdad es que me dolía ver a la persona de la que me había enamorado saliendo con la primera que encontró.

Corrí a mi escondite, para mí suerte al llegar no había nadie, la primera clase estaba a punto de empezar y todos ya estaban en sus salones, a nadie se le ocurriría venir a esta parte de la escuela a estas horas, sin importar lo mucho que intente no hacerlo me puse a llorar desconsoladamente, me dolía y era un dolor que me estaba llegando al alma.

-Que haces aquí? - y si creía que las cosas no podían empeorar la vida llegaba demostrarme que siempre puedo estar peor - deberías estar en tu salón, solo deja que le diga a la directora que te andas escapando y creeme que me alegrará que te expulsen.

-Dejame en paz, si quieres acusarme hazlo, a mí ya no me importa lo que me digan - Jorge estaba parado enfrente mío, aunque algo era diferente, su mirada de arrogancia no estaba, incluso podría decir que tenía una expresión de compasión, igual sólo eran ideas mías.

-Tranquilizate, se ve que ya la estás pasando muy mal como para siquiera pensar en molestarte, qué cosa hacen con los niñatos como tú hoy en día, por todo chillan

-No te interesa, solo lárgate por favor - incluso cuando intentaba contener las lágrimas para que no me viera me era imposible hacerlo.

-Puedes sabes yo no me iré, así que muévete y hazme lugar - mi escondite tenía un árbol cortado el cual usaba como mi asiento, me moví dejándolo sentarse, no vi cuando lo hizo, solo sentí su cuerpo empujándome un poco, mis lágrimas me impedían ver qué estaba pasando, reaccione cuando sentí que me acercaba algo.

-Ten, no creo puedas entrar a media clase, así que si estarás un rato conmigo pues tratemos de no odiarnos - Jorge me ofrecía una manzana, probablemente de su almuerzo, sin importar lo mucho que lo había llegado a odiar se estaba portando decentemente, acepté la manzana e intente mostrarle una sonrisa, aún cuando mi cara inchada por tanto llorar me lo impedía.

La Parte Excitante De Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora