Steve alzo la vista cuando Tony deposito la jarra de agua en su mesa. Había terminado la llamada telefónica y en esos momentos hojeaba unos papeles que le había enviado su arquitecto acerca de los planes para que unas boutiques reemplazaran el restaurante.
-Gracias- asintió y volvió a centrar su atención en los papeles. Pero pasado un momento fue consciente de que ella seguía allí de pie.
-¿Algo más?- la miro con curiosidad.
-Bueno, en realidad, si. Me preguntaba si podía hablar con usted un momento- no le contesto. Se reclino en la silla y la observo con frialdad.
Tony necesito todo su valor para es mi nuevo vecino, ¿verdad? Steve Rogers, el magnate de los hoteles-.
El inclino la cabeza en gesto de confirmación.
-No sabe cuánto me complace conocerlo. ¿Le importa si me siento un momento?- no aguardo que respondiera. La asustaba demasiado, pero estaba hecho, le he estado enviando correos electrónicos con algunas propuestas de negocios. Me pregunto si recibió alguno-.
-No, no puedo decir que los recibiera- enarco una ceja.
-Como mi restaurante prácticamente esta pegado a su hotel, he pensado que podríamos hacer algunos negocios juntos- mientras hablaba, sirvió un vaso con agua para cada uno.
A pesar de todo, la curiosidad de Steve despertó.
Cuando ella hablaba de negocios, notaba que toda su actitud se transformaba. Los ojos castaño le brillaban por el entusiasmo y el cuerpo se le relajaba. Y era muy elocuente.
Parecía que había identificado que una entrada lateral a su hotel le resultaría beneficiosa y había estructurado una propuesta detallada para incorporar el restaurante a su negocio. De hecho, había desarrollado una estrategia comercial completa que resultaba asombrosamente competente. Era evidente que tenía una buena mente para los números y que era muy brillante y astuta, aunque no era algo que él pudiera querer.
En cuando ella hizo una pausa para respirar, el alzo la mano.
-Señorita Stark-.
Ella sonrió divertida.
-Llámeme Tony, por favor-.
-Tony , lo siento, pero no me interesa...-.
-Pero con esa entrada usted se beneficiaria y...-.
-Aun así, sigo sin estar interesado- corto con firmeza. Pudo ver la decepción en sus ojos.
-¿En serio?- hizo una pausa.-Pense que tal vez había recibido uno de mis correos electrónicos y por eso había venido hoy a comer aquí-.
-No he recibido ninguno de sus correos- afirmo con sinceridad-. Inspeccionaba el trabajo que se esta llevando a cabo al lado. Y el único motivo por el que entre a comer aquí fue la comodidad-.
-Comprendo- se mordió el labio un , ya que esta aquí, ¿tal vez pueda darle mi plan de negocios?- lo miro esperanzada- Lo tengo impreso en mi despacho. Puedo guardarlo en una carpeta y dejárselo en recepción para que se lo lleve-.
Aparte de tener unos labios suaves y una boca con una forma muy bonita, tuvo que reconocerle que era tenaz.
-Si quiere, puede dejarlo y yo me lo llevare. Pero por lo que a mí respecta. La respuesta es no-.
-Bueno, nunca se sabe...quizá cambie de opinión cuando le eche un vistazo- le sonrió.
La camarera le llevo la comida y Tony aparto la silla y se puso de pie.
-Gracias por dedicarme su tiempo- dijo con educació que disfrute su almuerzo-.Después de su reunión en el banco, Tony recogió a Lily en la guardería. Luego como de costumbre, le dio un paseo por el parque.
El sol se abría paso entre el ramaje de los árboles y los eucaliptos llenaban la atmosfera de un olor fragante. Costaba creer que en un día de septiembre tan hermoso su vida se estaba desmoronando, ya que el banco le había dado una negativa y esa había sido su última esperanza.
En el fondo había sabido que no le extenderían el préstamo, pero no dejaba de representar una decepción.Todo por lo que había trabajado tan duramente se le escapaba de los dedos. Angustiada, se pregunto como había sucedido. ¿Cómo podía pasar en un momento de ser la propietaria de un restaurante prospero y con éxito a mirar de cara a la bancarrota al siguiente?
Con el corazón lleno de amor, pensó que al menos tenía a Lily. Era lo más importante de su vida. Todo lo demás se podía solucionar.
Pero, ¿Qué sería de ellos a partir de entonces? La pregunta se enrosco en sus entrañas, llenándola de miedo. Todo lo que tenia estaba atado al negocio.
Tony había experimentado la pobreza de pequeña. Sus padres habían intentado ocultarle los problemas por los que pasaban, pero recordaba muy bien la cruda realidad de aquella situación. Su padre había fallecido cuando ella tenía trece años...habían perdido la casa familiar y durante un tiempo su madre y ella habían vivido en un apartamento pequeño en un barrio de la periferia de Londres.
Había sido un momento realmente terrible y menos de un año después su madre había muerto, dejándola a ella al cuidado de los servicios sociales hasta que habían localizado a un tío que tenía en Australia y la habían enviado a vivir con él.
Nunca había conocido a su tío Jarvis hasta que el avión aterrizo en el aeropuerto de Sídney. Recordaba lo nerviosa que había estado. Lo único que había sabido era que se trataba de un hermano mayor de su padre, pero nunca habían estado próximos el uno del otro.
Y nada más verlo lo entendió, ya que era evidente que no se trataba de un hombre sentimental y que cuidar de una joven de catorce años no era algo que hubiera deseado. De hecho desde el principio le había dejado claro que la había adoptado porque se había sentido obligado a ello.
Jarvis se hallaba próximo a los cincuenta años y era un hombre de negocios formidable. Era propietario de un restaurante pequeño en Bondi Beach y puso a Tony a trabajar allí nada más aterrizar.
-Tendrás que pagarte el viaje, muchacha. No puedo permitirme el lujo de tener pasajeros- le había dicho mientras le arrojaba un tener dos tardes libres durante la semana escolar, el resto del tiempo empiezas a trabajar a las seis y media.
Aquellos años habían sido duros, pero había hecho lo que le habían dicho y había mostrado una aptitud natural tanto para la cocina como para los negocios. Jarvis se había sentido complacido. Persona emocionalmente fría, pero le había enseñado bien las cuestiones de los negocios y catering.
Al cumplir los diecinueve, dirigía el negocio de Jarvis ella sola, aunque las horas eran largas y duras y no disponía de tiempo para sí misma.
Al mirar atrás, comprendía que había sido una ingenua al creer en aquellas palabras dulces. Pero había estado muy sola y él había conseguido que se sintiera muy especial...la había admirado y mostrado interés en todo lo que hacía, y ella se había enamorado.
Pero había sido un gran error. En cuanto se fue a la cama con Peter Quill , su interés se había evaporado y la había dejado de lado para pasar a su siguiente conquista.
Sintió vergüenza al recordad cuando fue a verlo para decirle que estaba embarazada y la calma con la que le dijo que abortara, entregándole un cheque por encima de la mesa.
Había querido romperlo y tirárselo a la cara. No había tenido intención alguna de abortar ni de darle a Jarvis el placer de echarla, algo en lo que su tío había insistido con frialdad que haría si seguía adelante con el embarazo. A cambio, había dado un salto de fe cobrando el cheque y usado el dinero para entregarlo como adelanto para un apartamento muy pequeño.
-¿A que demonios estás jugando?- había demandado Jarvis al verla preparar la maleta para marcharse.
-Hago lo que me dijiste que debería hacer. Depender solo de mí-.
Recordaba la furia de su tío.
-¡Eres como tu padre! Bueno, pues no pienses que podrás volver cuando la situación se ponga fea, porque no podrás. No quiero tener nada que ver contigo-.
-Esta bien. No volveré. Y para dejarlo claro, puede que mi madre estuviera embarazada de mí al casarse con mi padre, pero se amaban con todo el corazón. Aunque tú no podrías entender un sentimiento semejante-.
-Oh, claro que lo entiendo. Entiendo que tu padre me robo a la única mujer que alguna vez quise, atrapándola al quedar embarazada de ti...
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Business or Pleasure.
RomanceApunto de terminar en banca rota, Antonia Stark, madre soltera solo tenia una opcion...aceptar la sorprendente propuesta que le hizo el arrogante Steve Rogers. El le asegurara el futuro, pero le arrebatara su libertad y su corazón.