Capitulo 10:La Gala Elegante

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Llamaron a la puerta y Natasha se asomo para decirle que era hora de marcharse.
-De acuerdo, solo un momento- le sonrió a la ama de llaves. ¡Cuánto se había equivocado al pensar que aquella chica era un ogro!
Siempre se ofrecía a ayudarla y ese día había sido de gran ayuda cuidando Lily mientras ella iba al salón de belleza, aparte de que luego también la ayudo con el equipaje.
Alzo a Lily y la abrazo.
-Muy bien, cariño... nos vamos de aventura- le susurro.
Jamás olvidaría el viaje mágico a Venecia. Primero disfruto desde las alturas de una visión magnifica del Lago Garda en toda su espectacular gloria; el impactante paisaje montañoso y los pequeños poblados resultaban imponentes. Los pequeños buques que surcaban las aguas azules parecían juguetes en una tierra de ensueño. Luego, más allá de las montanas y los viñedos, volaron hacia el mar, acercándose a Venecia a medida que el sol empezaba a ponerse e iluminaba el cielo con vividas llamas de tonos rosas y anaranjadas.
Natasha señalo el hotel Shield , y Tony se sorprendió al ver el hermoso diseño de aquella construcción. Sobrevolaron el enorme tejado hasta posarse en el helipuerto que tenia a un lado.Lily aplaudió encantada cuando aterrizaron.
En cuanto las hélices se detuvieron, un empleado del hotel cruzo la terraza para abrirles las puertas del aparato y darles la bienvenida.
Tony se sintió como una persona muy importante al bajar al aire nocturno.
-Bienvenida señora Rogers-
-Oh, por favor llámame Tony - dijo sintiéndose extraña al ser llamada de ese modo.
-Bueno...le hemos preparado la suite principal, tal como indico su marido, señorita Tony- anuncio y se volvió para guiarlas por la terraza. El equipaje de Natasha y Lily fue conducido hacia el lado de las habitaciones normales, mientras el suyo seguía la dirección opuesta.
Miro a través de la puerta y vio un magnifico dormitorio principal con una enorme cama matrimonial. El edredón blanco al igual que algunas partes de la habitación estaban rociados con pétalos de rosa.
-Les hemos dejado a usted y al señor Rogers un poco de champan- el joven indico una botella en una cubitera junto a la cama; en el tocador había un ramo enorme de flores-. Con nuestros mejores deseos para ambos-.
-Gracias... es muy amable- sintió que la dominaba la incomodidad al notar que en el dormitorio ya había algunas pertenencias de Steve. Daba la impresión de que se alojaba mucho ahí. Uno de sus pantalones colgaba de un planchador. Y en un anaquel de cristal había algunos frascos de higiene masculinos. Era evidente que el personal del hotel se hallaba bajo el engaño de que iban a compartir y usar la suite para la luna de miel.
-Entonces, ¿Ha llegado...ya...mi marido?-.
Le resultaba extraño mencionarlo como su marido, no terminaba de acostumbrarse a ello.
-No, por desgracia se ha visto retrasado, pero ha dejado un mensaje diciendo que la vería abajo en la zona de recepción del vestíbulo a las ocho en punto-.
-Muy bien, gracias-.
El joven inclino la cabeza.
-Si desea algo mas, por favor, no dude en llamarnos por teléfono-.
Cuando se quedo sola, se dedico a bañar y a ponerle su pijama a Lily, luego colgó el vestido en la parte exterior de la puerta del armario y lo contemplo.
En un momento de locura, había decidido comprar un vestido rojo, con un escote algo provocativo y una sola manga por un lado. La tela y el diseño eran exquisitos. Era un vestido para una mujer hermosa con un cuerpo perfecto...
¿En que había estado pensando?
El día anterior le había parecido tan buena idea...pero en ese momento, pensando que Steve la esperaría abajo, le provocaba un susto de muerte.
Pero ya no había tiempo de cambiar de parecer. Alzo el mentón y se ordeno dejar de comportarse como una tonta. ¿Qué pasaba si a Steve no le gustaba? A ella le había encantado al probárselo.
Con más energía positiva, se sentó ante el tocador y abrió una bolsita para sacar los artículos de belleza y los lentes de contacto.
Los había comprado hacia tiempo con el fin de poder usar lentes de sol, pero solo había llegado a ponérselas una vez.
Poco antes de las ocho, dio un paso atrás y se miro en el espejo. Apenas logro reconocerse.

Steve se hallaba en el vestíbulo hablando con el director del hotel. Por el día ajetreado que había tenido, se había duchado y puesto el esmoquin negro en su apartamento. Había llegado justo a tiempo; tenía que estar en la gala del hotel Carnival en unos veinte minutos para poder ofrecer su discurso de bienvenida. Por suerte era una caminata corta, pero debían marcharse de inmediato.
Distraído, volvió a mirar su reloj.
Eran las ocho en punto.
Se volvió y miro hacia las escaleras que conducían a los ascensores. Por ellas bajaba una mujer hermosa. La observo con sumo interés. Era arrebatadora. Alta y elegante, llevaba un resplandeciente vestido que resaltaba su figura increíble a la perfección. El cabello castaño le caía en ondas sedosas a un lado de su rostro hermoso. Los ojos castaños y grandes estaban enmarcados por unas pestanas largas y tenía una boca perfecta...hecha para ser besada.
Ella le sonrió y no pudo evitar devolverle la sonrisa, luego aparto la vista. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que había algo familiar en esa sonrisa. Volvió a mirarla con una sensación de incredulidad. Era Tony... era su esposa.
Con sorpresa, observo como caminaba hacia él y se permitió mirarla de pies a cabeza.
Cuando Steve se había dado la vuelta y la había mirado, la había dejado sin aliento. Nunca un hombre antes la había observado de esa manera, y menos un hombre tan atractivo. En ese momento pudo ver el reconocimiento incrédulo que apareció en los ojos de él y noto que la tímida sensación de placer que gritaba en su interior se intensificaba un millón de veces.
Al llegar al ultimo escalón, el fue a su encuentro mientras estudiaba con aprobación las curvas de su cuerpo.
-Tony, te vez hermosa- murmuro.
La asusto el deseo que había en sus ojos...pero también le encanto.
Con dificultad, intento desterrar la sensación y sonreír distraídamente.
-Me alegra que te guste-.
La respuesta que le dio y el modo en que lo miro solo sirvieron para alimentar la llama de interés que ardía en su interior. La deseaba...quería desnudarla muy despacio y besar cada centímetro de ese cuerpo antes de poseerla totalmente.
¡Ese pensamiento lo aturdió! Enfadado, se recordó que era algo que quedaba completamente descartado. Solo era un acuerdo de negocios y sentimientos de ese tipo únicamente servían para complicar demasiado las cosas.
-Deberíamos irnos- soltó con impaciencia-. El hotel esta a solo unos minutos de aquí. Así que he pensado que podríamos ir caminando, ¿te parece bien?-.
-Si, perfecto. Me gustaría respirar algo de aire fresco-.
Le ofreció el brazo al salir juntos del hotel y noto las miradas de admiración que recibía Tony, en particular de los hombres. Ella parecía ajena a todo y eso hizo que se sintiera algo sobreprotector con ella.
Frunció el ceño. No era un hombre posesivo... ¡y menos con Tony! Cuando llegara el momento en que tuviera las acciones de la empresa, se despediría de ella.
El exterior estaba oscuro, iluminado por las farolas que brillaban sobre las aguas sedosas del Rialto.
A Steve le gustaba Venecia de noche, el ritmo pausado después de que los montones de gente que solían caminar por esas calles de día se hubiera marchado. Y Tony se mostraba tan entusiasmada con todo que le resultaba imposible no dejarse arrastrar por su emoción y disfrutar aun más de la velada.
La tela del vestido era tan delicada que creía estar tocando piel desnuda con la mano apoyada en su cintura.
La acerco un poco más.
-¿Sabes que me dejaste atontado cuando te vi bajar por las escaleras?- le susurro.
-Creías que no tenía sentido del estilo y que esta noche parecería una anticuada- intento sonar superficial.
-No sé que creía- dejo de caminar y la miro-. Sabía que podías estar bien, y desde que te conocí pensé que podrías arreglarte más...Bueno, te dije lo que pensaba...-.
- ¡Si, y no quiero volver a oírlo, gracias!- exclamo enfadada.
El sonrió.
-Eso es lo que me gusta de ti,Tony, ese estilo energético y fuerte. Tienes mucho espíritu escondido detrás de ese... cuerpo-.
Steve tuvo que recordarse otra vez que
Tony era un fruto prohibido...aunque no podía evitar recordar lo mucho que le había gustado besarla.
Poso la vista en esos labios suaves.
-Deberíamos irnos, o llegaremos tarde- indico ella.
Supo que también ella se lo estaba preguntando.
- Tony , acerca del beso de la otra noche...-.
-Creo que no deberíamos de hablar de eso- al instante se sintió nerviosa.
-Solo iba a comentar que no esperaba que fuera tan... placentero- sonrió burlonamente.
- ¿Si? Yo no lo note- se forzó a tratar de sonar seca, pero de pronto deseo que se acercara mas, que la abrazara y que tomara posesión de sus labios. Pero la intensidad de la sensación la paralizo, ya que se trataba de una locura que únicamente la dejaría con el corazón roto.
-¿No lo notaste?- sonó divertido.
-No...la verdad es que no- alzo el mentón con determinación y lo miro a los ojos.
-Entonces, debió ser mi imaginación...o quizá deberíamos repetirlo...para ver que sucede-.
-No podemos...- el corazón volvió a desbocársele.
-No existe esa palabra- le aparto un mechón de pelo suelto de la cara, luego bajo la cabeza y la beso.
Durante un instante ella trato de apartarse, pero él la retuvo con firmeza, tomando posesión de su boca de un modo dominante que hizo que los sentidos le dieran vueltas. Y Tony comprendió que no quería apartarse...que lo deseaba.
El beso no fue una exploración gentil de sentimientos; fue una embestida de pura pasión...y la sensación fue mucho más placentera que la vez anterior. El deseo la invadió con tanta fuerza. Sintió como si el cuerpo empezara a despertarle, cobrado vida tras un invierno largo de hibernación. Quiso pegarse aun más a él; quiso mucho más.
El sonido de la gente acercarse hizo que se separaran. La realidad regreso.
-No debimos haberlo hecho- le susurro.
La gente que oyeron paso a su lado con el sonido de risas y la fragancia de perfumes caros.
Luego volvieron a estar solos.
-Puede que tengas razón...-comento con una expresión extraña -. Sin embargo, no intentes decirme que no te gusto porque no te creeré-.
¡Era tan arrogante!
-No iba a decir eso...De hecho, iba a decir que el ambiente de este lugar nos afecta. Pero que sigue siendo un error-.
El sonrió de repente.
-En la escala de errores...ha sido uno muy bueno-.
En ese momento se acercaba más gente.
-Vamos. Hablaremos de esto más tarde- la tomo de la mano y siguieron caminando.
-Preferiría olvidarlo- pero el contacto de su mano le provoco demasiados pensamientos al respecto. Se soltó con violencia.
Steve no estaba acostumbrado a mujeres que hicieran eso. Pero lo más probable era que Tony tuviera razón. Sabía que estaba moviéndose por terreno peligroso. No quería que el acuerdo se complicara. Sin embargo, cuanto más trataba ella de alejarse de el, más deseaba acercarla. Frunció el ceño. ¿Era solo el placer de la persecución...u otra cosa a la que no estaba acostumbrado?
Al girar por la esquina, Tony vio el Grand Hotel Carnival; era un edificio impresionante de tres plantas, con terrazas iluminadas que daban al canal.
En el interior, había una amplia recepción de suelo de piedra llena de cientos de personas que reían y charlaban.
Mientras se abrían paso entre la multitud, daba la impresión de que todos querían llamar la atención de Steve y hablar con él.
Finalmente, llegaron hasta la entrada del salón de baile. En un escenario situado a un lado, una orquesta tocaba un vals mientras en la pista las parejas daban vueltas al son de la música.
Fueron dirigidos hacia una escalera con una alfombra roja que conducía a una mesa privada.
-Es un lugar fantástico- comento cuando Steve le aparto una silla.
El asintió.
-Si, creo que el edificio se remonta al siglo xv-.
Un par de camareros llegaron con una botella de champan en una cubitera y unas finas copas.
Iban a llenarlas, pero Steve los despidió con un gesto de la mano y él se encargo de hacerlo.
Alzo su copa.
-Por una velada exitosa- brindo con una sonrisa.
Alguno de los organizadores se presentaron para hablar con él y se puso de pie.
-Voy a tener que irme a cumplir con mi parte- le dijo a Tony a regañadientes-. No tardare mucho-.
Al plantarse ante el auditorio, la música aumento y de repente se detuvo; Steve fue recibido con una sonora ronda de aplausos.
Tony no entendió ni una palabra de lo que dijo, pero experimento una sensación hormiguearte al escuchar el timbre sexy de las palabras italianas. Se repitió que no podía dejarse llevar por esa situación si quería mantener intacto su corazón.
Vio como una mujer atractiva se unía a él en el escenario. Tenía el cabello largo y castaño y lucía un vestido que dejaba poco de su cuerpo perfecto a la imaginación.
Comprendió que ni siquiera una mujer de tanta hermosura tenía una mínima oportunidad de capturar el corazón de Steve, a este no le interesaba el compromiso, lo había dejado claro desde el principio. Probablemente, había sido la razón principal de que se hubiera casado con ella...porque no quería a nadie que se dejara llevar por el papel.
Los presentes estallaron en un aplauso estridente al tiempo que la mujer besaba a Steve en ambas mejillas y bajaban del escenario. De inmediato el regreso junto a ella, pero fue un proceso lento, ya que la gente quería charlar con él. Al final, dejo todo atrás, subió los escalones y volvió a ocupar su silla.
Tony sonrió y alzo la copa.
-Bueno, sonó bien, pero, ¿recibiré una traducción privada?-.
-Me gusta cómo suena esa sugerencia- hizo que se ruborizara y rio-. Casi hemos duplicado lo recaudado en la gala del año pasado. De modo que es una buena noche para el grupo de empresas participantes-.
-¿Para que es la gala?-.
-A favor de las personas con enfermedades terminales. Es una causa que me afecta mucho porque tuve un buen amigo,Thomas, que murió de leucemia cuando yo tenía seis años-.
-No lo sabía. ¡Lo siento tanto!- lo miro apenada.
-Sucedió hace muchos años- sonrió-. Han avanzado mucho en el tratamiento de la enfermedad. Creo que si hubiera sido hoy, se habría curado-.
-Debió ser muy duro para ti...-.
-Si, en especial para Thor- serio, pareció perdido en sus pensamientos- Aunque no tanto, no tardo en encontrar consuelo en los brazos de una mujer cualquiera-.
-El dolor afecta a las personas de maneras diferentes- musito.
La miro y vio simpatía en sus ojos gentiles.
-No desperdicies tu compasión en el,Tony. Créeme, no la merece-.
-En realidad, sentía simpatía por ti- explico.
-No lo hagas- frunció el ceño-. Fue hace mucho tiempo-.
Hace mucho tiempo, pero las heridas siguen abiertas, pensó.
-¿Has intentado hablar con tu hermano acerca de lo que pasó?-.
Emitió una risa breve y fría.
-Mi hermano no es la clase de hombre que habla de sus sentimientos- bebió un sorbo de champan-. Y, si, el dolor afecta a las personas de maneras diferentes...algunas lo lamentan y otras se deshacen de sus familias- dejo la copa con gesto impaciente-. Cambiemos de tema, ¿te parece?-.
Asintió y hubo un silencio algo incomodo.
-¿Quieres bailar?- pregunto de repente. Vio el titubeo en su expresión y, riendo, le ofreció la mano-. ¿Te asusta,Tony? Vamos, te desafío a que bailes conmigo-.
Tras unos segundos más de vacilación, poso la mano en la suya.
Pero nada más llegar a la pista, comprendió que había sido un error por el modo en que la pego a él.
Estar en sus brazos era fantástico. La hacía sentir querida y protegida...Hacia que lo deseara con tantas ganas que dolía.
Se permitió por un momento el lujo de soñar con que realmente Steve era su marido en todo el sentido de la palabra. Que era seguro sentir algo así. Bajar las defensas... enamorarse de él perdidamente.
La idea hizo que se apartara conmocionada. ¡No quería empezar a imaginar esas cosas!
-Steve , creo que ya he bailado bastante- dijo.
El frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir otra cosa,Tony había girado y abandonado la pista.
La alcanzo antes de que pudiera regresar a la mesa y la tomo del rostro obligándola a mirarlo a los ojos.
-¿Qué sucede?-.
-Nada. Es que...no puedo bailar con estos tacones- dijo desviando la mirada.
No le creyó. Algo en su voz y en sus ojos revelaban mucho más, pero no tuvo la oportunidad de seguir preguntando, ya que algunos amigos que habían organizado el evento se acercaron para saludarlo.
Presento a Tony y descubrió que le gustaba ver las expresiones de sorpresa en ellos al decirles que era su esposa.
-¿Cómo has podido guardarnos semejante secreto?-.
Lo regañaron por ocultarles eso, los felicitaron y Tony recibió una cálida bienvenida. Pero eso puso fin a su velada a solas, porque a partir de ese instante todo el mundo quiso conocerla y hablar con ella. Y antes de darse cuenta,Steve hablaba con un grupo y Tony con otro.
Por el rabillo del ojo, el noto que le caía bien a todo el mundo. En particular a algunos de sus amigos solteros que estaban pendientes de cada palabra que pronunciaba.
Se pregunto dónde estaba la mujer tímida que había conocido apenas una semana atrás. Parecía haberse transformado en una mujer joven, sofisticada, segura y hermosa ante sus propios ojos.
En cuanto pudo, se retiro del grupo y salió a buscarla.
-¿Te la estas pasando bien?- dijo sacándola den grupo.
Ella sonrió.
-La verdad es que si. Todos tus amigos son muy simpáticos-.
-Si, aunque tengo que advertirte que no puedes confiar en un par de mis amigos solteros- con la cabeza indico a los dos hombres que le habían estado preguntado si quería bailar.
-Son seductores como tú, ¿verdad?- no pudo resistir la pregunta burlona.
-No, no son como yo- respondió con una sonrisa- ahora soy un hombre casado, ¿lo recuerdas?-.
-Ah, sí, y contando los días que quedan para recuperar la libertad- lo dijo como una broma, pero cuando se miraron, lamento haberlo dicho, aunque se recordó que probablemente fuera cierto-. ¿Y cuántos días crees que serán?-.
La pregunta lo irrito.
-Tantos días y semanas como sea necesario-.
-De acuerdo...no me estoy quejando. Solo era...curiosidad-.
Lo miro con esos ojos castaños vulnerables y cuidadosos al mismo tiempo y experimento una emoción muy extraña.
-Vamos, creo que ya nos hemos quedado bastante tiempo. No se tu, pero yo ya he tenido suficiente-.
Tony asintió.
Fue un alivio seguirlo del salón lleno de gente, al aire fresco de la noche.
Caminaron por las calles tranquilas sin hablar, y en esa ocasión Steve no le rodeo la cintura con el brazo cuando rodearon en puente en el que la había besado.
Llegaron al hotel y el portero nocturno les deseo buenas noches y se les adelanto para abrirles las puertas del ascensor.
Y entonces se quedaron solos en la suite.

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