10. Huida torcida

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Las aguas del canal estaban tranquilas, habían transcurrido dos días y todo seguía con el mismo silencio tenso.

El pequeño can de tres cabezas jugaba sutilmente con el grifo bebé, despreocupados, parecían ser los únicos que lo estaban.

La mujer de tercera edad se pasaba las horas recitando mantras para tranquilizar su conciencia respecto a las muertes de su reino entero. No rezaba, pues sería una pérdida de tiempo considerando todas las artes oscuras que practicaban en su ciudad capital.

Ackerson salió a la cubierta llevando una taza tibia de té, se la entregó a su reina y esperó junto a ella a que hablara.

Los siete miembros restantes de la Guardia Vampírica Real también fueron saliendo a cubierta cuando el amanecer era el indicado. Saludaron a su reina y tomaron posiciones a lo largo de la cubierta para ocuparse de distintas labores en el navío.

El guerrero que los salvó seguía en el timón del barco, no se había despegado de ahí en ningún momento desde entonces. Margaret subió al puente con la mirada clavada en este individuo.

"Guardia, inform-"

"No soy un guardia, Su Majestad." interrumpió la dura orden de la reina.

Margaret pareció sorprenderse un segundo, pero no demasiado. Después de todo, ya se le hacía desconocido.

"¿Entonces me podrías dar un resumen de las cosas, Sir Héroe?"

"Tampoco pretendo ser un héroe... pero está bien, Su Majestad. La ciudad capital de Voi fue arrasada, así como el resto de su país. Esos parásitos engendros mataron a todos y los absorbieron en sus hordas. Somos los únicos organismos vivos dentro del territorio."

La reina ya sabía todo eso, pero escucharlo fue algo descorazonador.

"Hablas como si no fueras de esta tierra, extraño." Parangosky ya había lamentado las bajas los últimos dos días, necesitaba ir a su siguiente objetivo: huir a los otros países y alertarlos del resurgir del Flood. "¿Quién eres?"

El misterioso guerrero se tomó unos segundos para responder, como si meditara sus palabras. Al final habló con una voz solemne.

"Su Majestad, yo pertenezco a una tierra lejana que ya no existe. Mi nombre es Gabes."

"¿Y por qué viniste a salvarme?"

"Porque sé que usted es la persona que está más informada sobre el parásito, ¿no es así?" sentenció con un rostro de piedra.

Interesante... Margaret tenía esta opinión sobre el tal Gabes. Vestía un manto de piel de dragón anciano y sus armas eran muy exóticas. Además del hecho de que su rostro se encontraba oculto por la capucha, dificultando enormemente descifrar de donde proviene exactamente.

"¿Eres un aventurero?"

"No."

"¿Adónde nos llevas?"

"Adonde deben ir."

"No eres de hablar mucho, ¿cierto?

"Su Majestad..., cada cosa se responderá por sí sola en su momento.

Ninguna palabra salió de Gabes después de eso. Margaret regresó a la cubierta para acariciar a sus mascotas, aún no estaba segura de este extraño... pero tampoco es que hubiera algo claro que hacer ahora.

Ackerson se le acercó poco después, con la misma cara agria de siempre, era difícil saber cuando estaba intranquilo y cuando seguro. Sin decir una palabra tocó el hombro de la reina y enseguida sus habilidades de vidente se proyectaron a los ojos de Margaret.

Overlord: THE FLOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora