¿Dormimos juntitos?

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¿Acaso alguien creería si le dijeran que el amor y el odio van de la mano? mhh pude ser ¿no? y ahora ¿creerían si esas personas que se tienen odio pero a la vez amor fueran el informante de Shinjuku y la bestia de Ikebukuro? Eso sería difícil de creer pero... era verdad, solo que ellos lo mantenían en secreto, muy en secreto.

Orihara Izaya y Shizuo Heiwajima salían a escondidas todas las noches, a pesar de correrse de día tratándose de matarse , en las noches también se corrían pero tratándose de besarse. Era un juego que ellos habían propuesto, más bien el informante lo había hecho para molestar al rubio. Pero ese juego luego se convirtió en una adicción y ya no bastaba los besos calientes que se daban, querían más, querían más contacto con piel, querían mas roses, querían más placer, querían ... hacer el amor.

Mientras se besaban con desbordante pasión en aquel callejón oscuro, el azabache metió sus manos en el pantalón de Shizuo, masajeando su trasero. El rubio se sorprendió un poco por aquel tacto repentino pero luego decidió seguirle el juego a su pulga. Colocó a Izaya más sobre la pared y tomó sus piernas abriéndolas y posicionándose el en medio de estas, luego subió al azabache un poco más arriba, quedando el vientre del más pequeño en el rostro del ex-barman.

-Wua~, Shizu chan ahora me siento más alto -decía mientras acariciaba los cabellos dorados de su bestia.

El rubio sonrió mirando el rostro de su amante mientras este le acariciaba sus cabellos. Estaban sumergidos en las miradas sinceras y llenas de lujuria  que se daban. Shizuo empezó a besar el vientre de izaya sobre la ropa, pero eso no sacó la sensación caliente de sus labios en su delicado vientre, ya que su camisa negra era delgada y pudo sentir perfectamente los labios de  Shizuo besar su estomago con delicadeza.Besaba tan dulcemente y despacito que eso provocó cosquillas en el más pequeño.

-Shizu chan... ya para... haha me haces cosquillas -reía mientras se tapaba su boca, pues estaban en un callejón de noche y algunas pandillas se encontraban rondando la zona.

Shizuo amaba escuchar las sonrisas sinceras de su pulga pero no le gustaba el hecho de que las reprima por no ser escuchados. Soltó las piernas del azabache y lo bajó con cuidado hacia el suelo, quedando sus caras cercas, chocando sus narices. Izaya enredó sus brazos en la nuca del rubio y lo acercó más hacia sus labios, hablando sobre ellos.

-Shizu chan~, ¿qué pasa? -decía seductoramente

-Quiero hacer el amor contigo

-Vaya que directo! -la sinceridad de Shizuo tomó por sorpresa al azabache -Bueno si eso quieres, podemos ir a mi apartamento.

El rubio sonrió a su amante y le dio un pequeño beso de esos que hacen ruido, mejor dicho chupando sus labios. Eso hacía sonrojar a Izaya pero no le molestaba, al contrario, le gustaba porque miraba lo divertido que se veía Shizuo al besarle de esa manera.

-Salgamos de aquí, pulga.

-Si, vayámonos. Ya quiero tenerte encima de mi

-No seas impaciente mi pulguita -dijo mientras reía y acariciaba la mejilla suave de su azabache 

Ambos se fueron hacia el apartamento del más pequeño. No tomaron el metro hacia Shinjuku, sino que tomaron un taxi. Eran esos taxis nuevos que funcionaban sin conductor, era totalmente automático. Eso les venia de maravilla, así no tenían que ver la cara de horrorizado del conductor al ver a los dos hombres más temidos de Ikebukuro juntos en un mismo auto.

Al llegar al apartamento del informante, este ultimo levantó su cabeza del hombro del rubio, ya que por el viaje algo largo decidió recostar su cabeza en su bestia y oler su tranquilizante olor a perfume y tabaco hasta llegar a casa. Shizuo pagó la cuenta y ambos salieron del taxi con las manos entrelazadas, desde que subieron al vehículo se tomaron las manos sin pensarlo, ya era un habito el entrelazarse sus manos cuando estaban solos, les encantaba ese toque tan romántico e intimo como pareja. 

Nadie tiene que saberlo~  (Shizaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora