G-ardenias

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~Narrado por Azul~

Mientras esperaba la respuesta de Cristina, me empecé a vestir, me puse un short azul ajustado y una remera suelta gris.
Camine por la gran casa descalza, admirando que mi casa también era grande y bonita, me puse a pensar en si la gente tendrá la misma reacción al verla que mi reacción al ver la casa de Matías. Comencé a mirar fotos en el gran pasillo que conectaba la sala y la biblioteca de mi padre, nunca iba a esa biblioteca, me lastimaba ver sus cosas. Aunque yo era muy pequeña cuando fallecieron tenía recuerdos de ellos, la sonrisa de papá, su seño fruncido, los ojos azules y hundidos de  mamá que eran mucho más oscuros que los de mi hermano y míos. Ella tenía los ojos del color del mar más oscuro, eso era cautivador en ella. Su nombre era Amparo, delgada con su pelo negro y sus pomulos marcados. Tomé una de las fotos de su boda, ella estaba tan hermosa en un  vestido corto y blanco, era muy sencillo como su personalidad, si estabas con ella sentías que nada podía sucederte.
Seguí caminando hasta llegar a la gran puerta antigua de madera, dudé en abrirla, muy pocas veces había entrado a esa biblioteca luego de lo que pasó.   Entré y un aire fresco recorrió mi cuerpo, vi los grandes estantes repletos de libros, me había olvidado lo grande que era. La habitación estaba limpia porque Ernesto le pedía a la señora de la limpieza que limpiara de vez en cuando, pero ni él ni yo entrábamos.
  Luego de recorrer los estantes me topé con el escritorio de papá, sus papeles estaban justo como los había dejado antes de viajar el día del accidente, Ernesto le dijo a Miriam que no limpiara ahí, que lo dejara tal y como estaba. La silla de mi padre estaba de espaldas al escritorio, estaba mirando el gran ventanal que había tras éste. Por un momento pensé que lo iba a encontrar ahí, observando a nuestra madre en el jardín regando las flores, con su cara de orgullo por tener de esposa a la mujer más linda del mundo. Por un momento pensé que me iba a ver de pequeña junto a mi madre por ese gran ventanal, pero el  frío volvió a recorrer mi cuerpo y en mis mejillas se sintió calor, un calor agradable como si estuviera en la playa tomando sol, llevé mi mano al rostro y sentí mojado, el calor que sentía eran mis lagrimas cayendo y el frío de la habitación me sacó de mis recuerdos, sentí un silencio ensordecedor, era el silencio de estar sola y vacía. Decidí abandonar la habitación, no me permitía tener esos pensamientos.
Caminé por el pasillo rápidamente y me seque las lágrimas sin voltear a ver las fotos en la pared, mirando al piso. Choqué con algo que me obligó a mirar hacia arriba, sacándome de todos mis pensamientos.
  Ahí estaba él, mirandome con sus tristes ojos azules, eran un azul transparente. Su piel más pálida de lo normal y sus labios rojos como una manzana envenenada. Ahí estaba mi hermano mayor, observandome llorar por la situación que había vivido. Lo abracé tan fuerte y él hizo lo mismo, y por primera vez en mucho tiempo lloramos los dos abrazados tan fuerte que dolía pero no nos importaba, estábamos dolidos por tanta soledad y el vacío que se sentía no tener a nuestros padres, no tener el perfume de mamá por los pasillos, no tener las risas profundas de papá. Estabamos solos y vacíos, un vacío que solo nosotros podíamos sentir. Él beso mi frente cuando sintió que ya había parado de llorar con tanta intensidad.

- Yo también los extraño mucho- me dijo al oído. Lo miré y me sequé las lágrimas que corrían por mis cachetes flacos y huesudos como los de mi madre.
Pude ver a una persona atrás de Ernesto, un poco más alejada que nosotros, al principio no la reconocí por tener los ojos borrosos de tanto llorar, pero cuando vi su sonrisa torcida de inquietud y tristeza corrí hacia ella. La abracé fuerte también y ella me acaricio la espalda.
- Estoy aquí cariño- me dijo Cristina acomodando mi larga melena negra atrás de mi oreja.
Voltee a ver a mi hermano y él miraba a Cristina diferente, sentía que algo pasaba. Él le dedicó una mirada que no pude entender y ella mantuvo su expresión de tristeza.
Tuve la sensación de que algo me ocultaban, de que había algo que querían decirme pero no sabía que era.
Me solté un poco de Cristina y ella me miró nerviosa, ella nunca estaba nerviosa conmigo.
- ¿Qué sucede?- le dije nerviosa, esperando lo peor.

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